En el único almacén de su natal Tres LagosMartín Marcou compra un diario íntimo de Sarah Kay con llave candado y de color rosa. En una década tan heteronormativa como los ochenta, dice que es para regalarle a una amiguita. Tenía 11 años.

Fue con su archivo de memorias personales, que hoy continúa, que se inició en la escritura.

Culmina los estudios primarios en la escuela rural y a los 12 su familia se muda a Piedra Buena, donde cursa la secundaria en la “Francisco Tognon” y escucha por primera vez “puto”, una palabra que no era parte de su cotidiano, pero que tras conocer su significado incorpora sin dificultades como parte de su identidad.

A los 14 años conformaría el grupo de teatro “Monos chinos”, donde comienza a escribir sus propias obras. Luego de un año de cursar Letras en la UNPA-UARG, siente que el camino es otro y decide irse a estudiar actuación al Conservatorio Nacional de Arte Dramático, además de asistir a otros estudios particulares, entre los que destaca especialmente el de Alejandro Catalán.

“Me puse a pensar en las formas de representación en el teatro contemporáneo, ¿cómo somos contadas las diversidades?”, cuenta al suplemento Arte y Cultura de La Opinión Austral.

A principio de la década del 2000 conforma Teatro Crudo, un grupo de investigación y producción sobre temáticas específicas sobre la diversidad sexual y de género.

Las obras y las representaciones realizadas por Antonio GasallaAlejandro UrdapilletaHumberto TortonesePedro AlmodóvarJuana Molina y Cris Miró son referentes en su educación sentimental y de influencia en su formación.

“No quería construir estereotipos, no es la única manera en la que nos podemos contar las diversidades en el teatro“, repasa.

En simultáneo, se vincula con un grupo de lesbianas feministas que escribía la revista “Baruyera“, del que dice: “Aprendí un montón, me compartieron muchas lecturas de teoría queer y feminismo, siento que me dieron un montón de herramientas para lo que vino después”.

La Patagonia nunca dejó de estar presente. “Empecé a pensar todas estas cuestiones vinculadas a la diversidad sexual o de género, pero en territorio”.

La zona rural de Tres Lagos, la estancia de su papá, los paisajes, la fauna, la flora, el clima: el universo patagónico. “No puedo desprenderme de esa huella, no me debe nada, no le debo nada, pero sigo enamorado. Es muy fuerte lo que la Patagonia me brinda en términos afectivos y si hay una afección en términos sensibles, aparece una verdad y aparece el deseo de contar eso que te ocurre, entonces las historias van apareciendo”, expone.

“Hijo del campo”, la obra de teatro sobre un gaucho queer, lleva ocho años en los escenarios

A pesar de que hace más de 20 años vive en Buenos, sostiene: “Necesito volver a la Patagonia y estar a través de mis obras, quizás tal vez hay una cuestión de añoranzas, de nostalgia, algo de homenaje, pero también es proceso de investigación, para crear lenguaje. Siento que no se agotó lo que tengo para decir en cuanto a mi relación con la Patagonia y lo que la Patagonia le expresa a mi poética”.

En ese vínculo también sueña con que “Antígona de las Nieves“, su versión de “Antígona” de Sófocles, que transcurre en la Patagonia, pueda ser montada en Santa Cruz con un elenco provincial.

Cruces

Su aporte, junto con el de un grupo de directores y directoras, a la representación de la diversidad en el teatro es reconocido por la Federación LGBT y la CHA.

“Pitón bebé”, sobre una mujer travesti que busca trabajo y “Quiero pasar una tarde con Franco”, señala, “son obras que recuerdo con mucho cariño. Pasaban muchas personas vinculadas a la diversidad, pero sobre todo muchas chicas trans-travesti que hoy trabajan en cine, en televisión y que tuvieron trayectos en mi teatro”.

“Hijo del campo” con Carolina Curci y Martín Marcou. Foto: Inés Pérsico Baldomir

“En mis obras para ellas todo era posible, eso me gustaba, un mérito absoluto de ellas, pensando: ‘Soy también en escena’. Había algo muy valioso al ver esos cuerpos enseñándonos”, marca.

Hoy, “Hijo del campo” lleva ocho años en cartelera y presenta a un gaucho queer que pone en tensión “la figura emblemática del gaucho nacional, donde me pregunto qué es ser gaucho, para desmontar un poco esos presupuestos que hacen a la identidad del gaucho y sus formas de representación”.

No se agotó lo que tengo para decir en cuanto a mi relación con la Patagonia

De una presentación en Mar del Plata en 2018, cuenta: “Al finalizar la función viene una señora de mucha edad, divina, se acerca muy tímidamente y en tono bajito me dice: ‘Yo tengo un hermano como el de la obra‘. No podía poner en palabras lo que le pasaba a ella con la orientación sexual de su hermano. Esta señora estaría cerca de los 80 y pico de años. ‘Mi papá lo echó de la casa por ser como es, como el personaje, se fue a España, hace más de 30 años y nunca lo vi. Ustedes hoy lograron que yo me sienta más cerca de él’“.

“Ese es el efecto reparador que tiene el teatro, como a través de esta historia, ella sintió que estaba más cerca de su hermano al que no vio nunca más”.

En este marco, Martín piensa, “estamos en un momento donde todo lo que se produce tiene que tener una ganancia en términos de utilidades y el teatro sigue siendo una disciplina donde el cuerpo y las emociones constituyen un encuentro que no vas a encontrar en otras disciplinas artísticas. El teatro propone a un ser humano construyendo un mundo ficticio y otro ser humano acompañando esa convención, validando esos imaginarios, y en ese encuentro el que está desarrollando su actuación y el que está mirando constituyen una energía que quizás en otros lados no se ve. Sigue siendo para mí muy milagroso”.

En un recorrido en el teatro, que inició en la adolescencia y hoy lo encuentra actuando, dirigiendo, escribiendo y coordinando talleres, afirma que “a lo largo del tiempo las expectativas van cambiando, el teatro me ha ido mostrando el camino, me ha hecho crecer, ha sido mi casa para contar cómo veo el mundo, para hacerme preguntas, para pensar y problematizar ideas. El teatro es fundamental en mi vida y no hay nada que me interese más que hablar y hacer teatro. Es mi lugar“.

EN ESTA NOTA Martín Marcou teatro

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