La avispa “chaqueta amarilla” (Vespula germanica) actualmente se encuentra en casi todo el mundo. Hoy por hoy, su picadura y mordedura genera malestar entre los vecinos de Santa Cruz.
En diálogo con La Opinión Austral, Mónica, vecina de El Calafate, recordó que “años anteriores las he visto en el patio de mi casa pero no había tantas. Ahora hay muchas y en todos lados”.
En este sentido, comentó que a través de las redes sociales conversa con otros vecinos que también buscan combatirlas.

Las primeras avispas que Mónica pudo matar.
Mientras algunas personas pueden tener la suerte de no ser mordidas, otras son víctimas en reiteradas oportunidades. Es el caso de una empleada farmacéutica quien fue atacada tres veces. “A mí me recontra picó y me duele, dolió un montón y se inflama”.
Sobre durante cuánto tiempo se prolonga el dolor, comentó: “El día que te pica te duele un montón hasta el día siguiente y después tenés unos cuatro días más de picazón e hinchazón, en mi caso fue una semana. Tengo entendido que hay personas alérgicas a las que se les hincha más, dura más tiempo y levantan fiebre”.

En los sectores marcados, se ve como anidaron en los espacios que quedaron. Luego de fumiga, se debe tapar cualquier pequeño espacio. De no hacerlo, comienzan a anidar nuevamente.
Cabe señalar que no hay una parte del cuerpo predilecta por las avispas como así tampoco sectores de la ciudad con mayor presencia de la avispa. “No sabemos cuál es la causa de su presencia”, señaló Mónica, y agregó que “son atrevidas, intentás espantarlas y vuelven”.
En 2017, Isaías Astudillo, alumno de la Escuela Agropecuaria, elaboró un trabajo para Feria de Ciencias en el que indicaba que “el éxito invasivo que esta especie tiene quizás esté determinado por su gran adaptación a distintas situaciones del medio ambiente y por no poseer enemigos naturales. Todo esto sumado a su voracidad hace que sea una especie problemática para esta región”.

Fiambre como anzuelo en la trampa – botella.
Una de las metodologías para intentar alejar a las “chaqueta amarilla” es elaborando trampas donde se coloca un pedazo de carne dentro de una botella y una vez que la avispa ingresa no halla la salida y muere.
A Mónica le preocupa que “nadie está alertando sobre las mordeduras y lo que puede suceder si muerde más de una vez o lo hace a ciertas personas”.
En Río Gallegos también hay “chaquetas amarillas”. Al respecto, La Opinión Austral consultó a una empresa de control de plagas desde donde confirmaron: “Es un trabajo que venimos haciendo hace varios años. Aparecen en enero y en estas fechas están buscando la manera de prevenir el invierno, es la época de mayor demanda del servicio”.

Así lucen los panales de las “chaquetas amarillas”.
Además, indicaron que “cada día hay más demanda, a diario llaman varias personas. No hay una zona específica”.
Con respecto a la reaparición explicaron que “cada tres o cuatro años están los pulgones, la gente se deja estar y las avispas mayormente están donde hay árboles apestados, frutales, alimento balanceado, son factores que influyen cuando buscan un lugar donde vivir. Buscan bloques rotos donde poner un panal, que es como un racimo de uvas, o debajo de la tierra”.
En este sentido, apuntaron que su reaparición depende de las medidas que se tomen. “Una vez que sacamos el panal las personas tienen que rellenar el lugar”.
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