En la mirada de Cristina Álvarez Rodríguez se nota la emoción cuando habla de Evita. Conoce como pocos la historia de una de las personalidades más conocidas del siglo XX, la mujer detrás del “mito” que rodea la figura de Eva Duarte, que a 70 años de su muerte sigue despertando pasiones, amores y odios.
Entrevistada por La Opinión Austral, la actual ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires habló del legado de Eva, el feminismo, las luchas que encarnó, la familia, la inspiración que significa esa figura para la gobernadora Alicia Kirchner, y hasta de las películas y series como la recientemente estrenada “Santa Evita”.
Su llegada a Evita
Cristina llega caminando al edificio del Grupo La Opinión en la calle Zapiola 35. A los pocos minutos posa con la tapa del diario del 25 de julio, un día antes de la muerte de Eva, cuyo título principal es un textual de Alicia Kirchner: “Evita me inspiró, soy Evitista”.
Cuenta que su primer acercamiento a la figura de Eva fue de muy chica. “Evita en mi familia es parte de un presente continuo”, sostiene. Confiesa que más allá de que no hubo un día especial en el que se diera cuenta que era familiar de Eva, el acercamiento fue de niña.
“Había un cuadro grande de Evita, muy impactante de mi tía abuela, en la casa de mi abuela Blanca Duarte Álvarez Rodríguez, que era una de sus hermanas mayores”, y añade: “Ese cuadro tenía en sus manos un pergamino bien apretado y yo le preguntaba a todos los miembros de mi familia qué era lo que tenía escrito, y las voces era múltiples: mi abuela decía el voto femenino; mi tía decía la Fundación Eva Perón; los derechos de la ancianidad, decían otros. Cada uno iba dándole una interpretación distinta”.
Pero con el paso de los años, la conciencia madura de saber que era familiar de Evita le llegó con la tragedia de la dictadura en 1976. “La familia Álvarez Rodríguez Duarte estuvo exiliada 3 años en Chile en el 55 (yo no existía); con todos sus bienes incautados, les quemaron la casa, con todos los varones de la familia presos” mientras que en el 76 “fuimos a un exilio interno en Monte, provincia de Buenos Aires”, el cual describe como “un tiempo muy maravilloso, de mucha solidaridad” y narra que en esos años entendió que Evita también generaba odio.
FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL
Esa situación fue “todo un proceso” para Cristina, que tenía un abuelo materno de Forja (fuerza política de orientación radical) que había trabajado mucho con Arturo Jauretche, que siempre le decía que tenía que saber todo de Evita, a favor y en contra. “Con 11 o 12 años, en una biblioteca gigante, empecé a estudiar libros” y “siendo muy chica se me caían las lágrimas leer las cosas que decían”, pero “al mismo tiempo me daba indignación y bronca, y después pasaba a la comprensión de que los que hacen profundos cambios, los que entregan su vida, los que tienen una causa y no claudican nunca, como el de las mayorías populares; son esas personas que generan estas tensiones que no son otras que cómo se redistribuye la riqueza. Es muy vigente, muy presente”, dice.
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Pero con el paso de los años, para Cristina Álvarez Rodríguez, la perspectiva y el tiempo en el análisis de las figuras históricas, les van dando la verdadera dimensión que tuvieron. “Hay más personas que la conocen, nuevas generaciones que la aman, porque ella tuvo su lucha en su tiempo, pero Ella inspira también las nuevas luchas, los feminismos populares, los ambientalismos” en síntesis: “Las luchas por más igualdad y más justicia, no en clave individual sino colectiva”.
“Lo que sí creo es que ese amor no se incrementa en la medida en privarla de su fuerte politización y de su fuerte ideología” ya que “no era una mujer digerible para todos; generaba ese amor y ese odio porque representaba a un sector que había estado oprimido por años; ese subsuelo de Scalabrini (Ortiz) de la patria sublevada”, manifiesta, y hasta se permite hacer un paralelismo sobre este tiempo: “Los que hoy siguen especulando; los que hoy siguen privando al pueblo de los alimentos a los precios que tienen que estar; los que hoy siguen tensando en otras caras del presente como Cristina (Fernández de Kirchner); los que buscan poner los mismos adjetivos que le pusieron a Eva, los mismos ataques; en realidad esos sectores siguen sin digerirla por más que puedan ver una película, una obra en Broadway, o una serie nueva; pero no toleran lo que Ella representó como lo que hoy Cristina también representa”.
“Santa Evita”
A pocos días del estreno de “Santa Evita”, protagonizado por Natalia Oreiro, la actual ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires aclara que al venir del ámbito cultural, siempre separa el arte y todas las producciones que acerca de Evita se generaron luego de su muerte, de la historia.
“No podemos pedirle al arte rigor histórico, ni a la historia pedirle arte”, menciona al tiempo que remarca que “las expresiones de los artistas que vuelven a producir sobre Ella, como ahora Santa Evita, que no es otra cosa que una ficción, que no narra la historia real, que habla de una atrocidad que nos pasó a los argentinos que fue el secuestro, profanación y entierro con nombre falso de Evita durante 17 años sin que mi bisabuela, su madre y sus hermanas, supieran dónde estaba”.
Evita “no era una mujer digerible para todos, generaba amor y odio”
Cristina larga una frase que cala hasta los huesos: “A Ella le tuvieron tanto miedo viva como muerta” y dice que había que ser muy cobardes para hacerle eso a un cuerpo de una persona que había fallecido. “Hay que ser también muy siniestro”, pero Evita “también inspira grandes producciones con rigor histórico e invito a leer quién realmente fue esa mujer como sí la narró Rodolfo Walsh en Esa Mujer, que después Tomás Eloy Martínez levanta con algunas distorsiones”. Y sobre este tema dice que Evita descansa en el cementerio de la Recoleta porque cuando Jorge Rafael Videla toma el mando en el 76, Ella estaba aún en la capilla de Olivos.
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“Videla no se atreve a entrar allí con Evita”, dice, y que le recomendaron a la familia “una bóveda de seguridad porque tenían miedo que se secuestrara su cuerpo, justamente ellos, los que ya lo habían hecho; qué ironía. Son cosas muy dolorosas; vi sufrir en mi casa a mi bisabuela, a mi abuela, mi padre, mis tíos”.
Alicia y el legado
Cristina Álvarez Rodríguez y Alicia Kirchner se conocen hace muchos años. Este sábado encabezaron una jornada denominada “Evita Inspira”. “Tengo una profunda admiración por Alicia y afecto personal; siento que es una de las mujeres de Argentina que más conoce de políticas sociales. Creo que cuando ocupó el enorme lugar de ministra de Desarrollo Social en los gobiernos de Néstor (Kirchner) o de Cristina, hizo una tarea enorme en todo el país”, manifiesta.
Recuerda -en principio- el programa “Ellas Hacen”, llevado adelante por la hoy gobernadora de Santa Cruz. “Como a Alicia le gusta decir, son programas, no planes”, sostiene. “Ese es el diferencial que hoy Argentina necesita, y esa pelea por los derechos universales, federales, una luchadora desde su formación de trabajadora social, pero sobre todas las cosas muy formada en un área que hoy el país necesita mucho” y “con los avances que ha traído para Santa Cruz, con la generación de este ministerio que nos representa a todas y que va a permitir que los géneros puedan tener una bandera y políticas activas, un lugar donde generar más herramientas de inclusión y desarrollo para todes”.
“Alicia es una de las mujeres de Argentina que más conoce de políticas sociales”
Pero -incluso- manifiesta que en términos políticos, tanto Evita, como Alicia, Néstor o Cristina “pusieron el ojo en un lugar que son las urgencias” y añade: “El asistencialismo es una palabra para denigrar a la justicia; si hay gente que tiene hambre, que necesita trabajar, niños que tienen derecho a ser felices, amas de casa que tienen derecho a la jubilación… hay una urgencia en esas personas y en esos derechos vulnerados. Los gobiernos de Néstor y Cristina, ahora de Alicia en Santa Cruz, vuelven a poner ese ojo amoroso, solidario y justo sobre el sector que necesita”.
Eso “no es asistencialismo, es justicia, justicia social como busca el peronismo”, afirma.
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