Por Juan I. Martínez Dodda

Ya hace un tiempo que los productos de la oveja dejaron de ser simplemente lana y carne. Si se quiere, dejaron de ser commodities para ser especialidades muy especiales (aunque parezca redundante). Hoy, decir lana de calidad no sólo se refiere a la finura o el largo de mecha, es un atributo que también tiene que ver con lo que comió esa oveja (orgánica), cómo se la trató (bienestar animal) y lo que le costó al planeta producir dicho producto (la huella ambiental).

Alejandro Cimadevilla es productor ganadero, tiene una linda historia familiar rural, y desde que empezó a hacerse cargo del campo ha tenido la motivación de innovar permanentemente. “El campo lo pobló mi abuelo, Baldomero Cimadevilla, a comienzos de siglo pasado, vino de Asturias, España, primero estuvo alambrando en la zona de Tierra del Fuego, juntando plata, después se vino a Gallegos, compró tropilla de caballos y hacienda y se vino para la zona de Puerto Deseado, donde compró junto con un hermano y otra familia la Estancia El Moscoso, que es donde hoy estoy”, relató Cimadevilla en diálogo con Santa Cruz Produce.

Una vez allí, Baldomero conoció a la que sería su mujer y madre de sus hijos: “Mi abuela había venido de visita, era sobrina de unos vecinos del campo, se conocieron, después se empezaron a cartear y así llegaron al casamiento, tuvieron cinco hijos, uno de ellos, mi padre, Baldomero Florentino”, contó Cimadevilla.

Y prosiguió: “En ese momento, en Deseado no había secundaria, menos universidad, por eso mi padre se fue a estudiar, primero de agrimensor a La Plata y después ingeniería civil”.

“A mi padre le gustaba mucho el campo y nos enseñó de chicos, a mí y a mis 4 hermanos, a quererlo, con todas las costumbres españolas, a pesar de que mi madre era de sangre inglesa, de chico nos enseñaron todas las labores”, expuso Cimadevilla, que cuando tuvo edad, se fue a Buenos Aires a estudiar ingeniería civil “pero siempre me gustó el campo”. De hecho, es el único de los hermanos que sigue allí.

El campo y lo que hacen

“El Moscoso” está pegado a la localidad de Jaramillo, unos 120 kilómetros al oeste de Puerto Deseado. Es una zona con una media de 150 milímetros por año, mitad de suelos tipo Golfo San Jorge, “que es más vegetación de monte y malaspina” y la otra mitad meseta central.

Es un régimen seco, que cuando nieva te da un respiro porque la nieve se va derritiendo de a poco entrando en la primavera y mantiene la humedad, pero lo cierto es que los últimos veranos han sido cada vez más calurosos, hemos tenido 35 grados algunas semanas y ahí se torna peligroso porque bajan las napas y hay que estar muy atentos”, contó Cimadevilla, quien reconoce que el nivel de nevadas ha bajado los últimos inviernos.

Sin embargo, este otoño-invierno arrancó llovedor”, y desde enero ya llevan acumulados unos 150 mm de base. “No nos podemos quejar este año con el clima”, aseguró. “Porque hay muchas variables que entran en juego en este negocio, pero el clima es el número uno, porque con buena lluvias vos tenés producción y si tenés kilos y lana tenés con qué defenderte”, sentenció el productor.

Evolución

Alejandro se hizo cargo de la estancia en 1994, hace casi tres décadas, cuando falleció su padre. “Yo siempre quise innovar y empecé a buscar alternativas, hasta hice cría de avestruces en un momento en el que la lana valía muy poco”, comentó Cimadevilla. Por aquellos años se pagaba 1,50 dólar. Hoy ronda los 4,5 dólares.

Más tarde, hace unos 15 años, descubrió el Merino Multipropósito o MPM. “Me gustó esa innovación, un animal más rústico, con mejores índices de señalada, buena carne, prolificidad y lana fina”, contó Cimadevilla. Y agregó: “Acá, con los pastos duros, uno de los problemas es que en 6-7 años se les gasta la dentadura a las ovejas por eso, si no tenés una buena señalada te quedás sin reposición y sin negocio de a poco”.

Por eso, una señalada de equilibrio está en 55-60% (o sea, algo más de un cordero cada dos ovejas) para poder ir reponiendo el 25% de las hembras (recordemos que la mitad de la descendencia será macho y la mitad hembra). Cimadevilla está en un promedio de 80% de señalada con algunos años, “cuando acompaña el clima y vienen bien los pastos”, de 85-90%.

Hacen inseminación, también hace 15 años empezó a producir orgánico con certificación RWS (Estándar de Lana Responsable), a clasificar la hacienda y hace tres años se convirtió en cabaña. “Durante 7-8 años exportamos a Uruguay hasta que todo se complicó con legislaciones para exportar y no convino más”, lamentó Cimadevilla.

Certificaciones de producción sustentable es “lo que se viene” en la producción

Inquieto, también se animó a “procesar lo que produce”. “También soy matarife, por eso buscándole la vuelta al negocio, hace unos años empecé a faenar lo mío y lo de otros productores y a venderlo en la zona de Puerto Deseado, la idea es mejorar de punta a punta”, contó Cimadevilla.

También, desde hace unos años hace ecografías a las ovejas y, junto a otros productores, tratan de unirse para hacer la compra de insumos y recortar costos.

Desde que tomó las riendas del campo, no ha cambiado mucho el volumen de la majada, pero sí la productividad y la calidad. Hoy tiene entre 5.500 y 6.000 animales.

Hay que ser equilibrados, porque la energía entra por la boca de la oveja y vos decidís si volcás mucho a la producción carnicera descuidás la lana, y viceversa, es un delicado equilibrio”, apuntó Cimadevilla. Y contó: “Lo ideal es tener una lana fina, buen desarrollo de mecha, buen vellón y también tener buena señalada, entonces, tu vellón vale y podés destetar buenos corderos y vender bien, hoy el 40% de mi negocio es la carne y el 60% de lana”.

El negocio hoy

Vivimos en Argentina, y yo soy muy práctico en esto, no estamos ni en Suiza ni en Estados Unidos, entonces, vos tenés lo que hay, y en un negocio como este, que te lleva 2-3 años hacer un animal, tenés que ir buscándole la vuelta”, expuso Cimadevilla, con un alto grado de practicidad.

Un productor de 2.500/3.000 animales se tiene que buscar otro ingreso

El productor contó que “en la zona, muchos productores de 2.500-3.000 animales, se tienen que buscar otro ingreso porque con eso no alcanza, pero el ganadero como yo, va a seguir siempre en esto, al que le gusta esto le pone garra, hay de todo, pero la mayor cantidad de la gente le gusta de alma, entonces trata de sobrevivir como sea, aguantar los malos momentos y seguir, porque amamos esto”, explicó Cimadevilla. Aunque aclaró: “Pero hay que hacerlos sustentable, eso sí, porque si no te vas quedando afuera”.

“Somos argentinos y estamos acostumbrados a la adversidad, pero creo que la lana es sustentable en el tiempo y el cordero siempre va a tener mercado, hay que adaptarse a las certificaciones y lo que demanda el mercado, pero vamos a seguir”, dijo Cimadevilla. Y selló: “Lo que viene es la huella de carbono, hay que prepararse”.

Leé más notas de Juan I. Martínez Dodda