“Sin hijos, ni mascotas”, con este título La Opinión Austral expuso en un informe, apenas una punta del problema y las trabas que tienen las personas a la hora de buscar un alquiler donde vivir en Río Gallegos. El escenario es aún más complejo para sectores vulnerables, que vivencian múltiples dificultades para acceder a un lugar que cubra las necesidades básicas.

A la hora de alquilar, las familias buscan un hogar en base a las necesidades que tengan que cubrir; que van desde la ubicación, según donde trabaje la persona, si tiene hijos y a qué escuelas van, el máximo que puede pagar por una vivienda y las comodidades de la misma, dependiendo de si es una persona sola o un matrimonio con hijos.

Entre todos estos factores, los valores del alquiler varían considerablemente. En términos de ubicación, los más costosos son las propiedades céntricas, mientras que el precio va bajando a medida que uno se aleja del casco urbano.

Muchas personas optan por evitar inmobiliarias, que suelen tener procesos de ingreso a viviendas muy engorrosos y que incluyen además montos muy altos.

Sólo en Río Gallegos, para ingresar a una vivienda de dos habitaciones las inmobiliarias y particulares piden, por lo menos, 40 mil pesos por mes, a los que se les suman los requisitos del pago de la comisión y un depósito que puede abonarse financiado. Las garantías, en tanto, se suman a la lista de requisitos.

Además, se suma el sellado que generalmente no se paga, es decir, el dinero termina por quedar en manos de las inmobiliarias y la certificación de firmas, de la que después, por lo general, el inquilino no recibe nunca su copia.

¿Dónde alquilar?

La ubicación del alquiler es sumamente estratégica a la hora de buscar un espacio. Los barrios más caros se limitan a zonas como la costanera, el barrio Jardín o el casco céntrico. Sus valores, acorde a la información a la que accedió La Opinión Austral, oscilan entre los 45 mil y 60 mil pesos, dependiendo de si son de una o dos habitaciones. Sin embargo, el valor puede aumentar considerablemente.

Los monoambientes, por ejemplo, no bajan de los 30 mil pesos e incluso pueden superar los 40, si se trata de un edificio relativamente nuevo o a estrenar.

Por ejemplo, en Kirchner al 900 un departamento de tres habitaciones y dos baños, en un edificio de antigüedad, cuesta unos 53 mil pesos. Otro departamento en la calle Corrientes, compuesto por dos habitaciones, cocina, baño y estacionamiento, costará unos 47 mil pesos.

Para alquilar un lugar de 30 mil pesos por mes
se necesitará, sólo para ingresar, unos 90 mil pesos

En barrios más alejados, en tanto, los precios varían un poco, pero no están muy alejados. En Pasteur, una casa de tres habitaciones cuesta unos 65 mil pesos por mes.

En espacios más reducidos, por ejemplo, el costo es, lógicamente, menor. En la zona del frigorífico, el barrio YPF, en la calle Ramírez los alquileres de una habitación oscilan entre los 20 y 33 mil pesos. Por ejemplo, en la calle Progreso Mata, a pocas cuadras del estuario del río Gallegos, un departamento de una habitación vale unos 53 mil pesos.

En el barrio CODEPRO 3, en tanto, una casa de un dormitorio, baño y cocina cuesta unos 18.900 pesos, y una casa de las mismas características en el barrio Fátima, para una persona o dos, cuesta 32 mil pesos por mes.

En primera persona

Marcos tiene 35 años y alquila hace más de siete. Vive con su esposa y sus dos hijos y ya pasó por varias inmobiliarias, contó a La Opinión Austral. Actualmente, detalló, alquila una casa en el barrio APAP de la capital provincial. La pareja tiene trabajo fijo y paga, por mes, 55 mil pesos.

Fuera del ejido urbano, en barrios periféricos, los alquileres bajan, pero su ubicación no es estratégica

“Es muy difícil encontrar, lo que suele pasar siempre es que cuando te vas de alquilar te llegan cartas documento, me pasó con dos inmobiliarias, o te demandan y exigen cosas que no estaban en contratos, me pasó más de una vez, por ejemplo, ahora puntualmente tengo un lío legal con una inmobiliaria por eso”, describió.

Para Marcos, alquilar es una situación muy difícil y poder dar con un lugar es bastante complejo. Actualmente alquila a través de una inmobiliaria, pero sin contrato para poder bajar el valor de la vivienda. “El tema es que al hacer eso, también hay cosas que si querés exigir no podés, porque el contrato no es por ley”, agregó.

Para él, como para tantos otros, las familias terminan accediendo a lo que pueden encontrar. “Uno alquila lo que hay, lo que encuentra y lo que puede, alquilando rápido con entradas de una fortuna. Mi señora tenía trabajos esporádicos y tuvo que salir a buscar algo fijo porque se complicó”, reveló.

Si uno no quiere vivir mal, agregó, “un monoambiente no baja de 25 mil pesos, yo estoy pagando 55 mil pesos, pero la casa tiene un montón de cosas, tiene problemas eléctricos que tuve que cambiarlos yo porque la inmobiliaria no los reconoce. Lamentablemente hay un descuido muy grande”.

¿La vivienda propia? “Es imposible”, respondió Marcos. “Tenía un terreno hace unos años otorgado por el Estado de los terrenos del barrio San Benito y Bicentenario, fui adjudicado, pero me endeudé, me costó pagar cosas y ahí quedás descalificado de los planes, entonces un Procrear es muy difícil y hacer una casa es imposible, hablás de millones de pesos”, sostuvo.

Sólo para ingresar al alquiler tuvo que pagar cerca de 160 mil pesos. “Es muchísimo dinero”, sostuvo para cerrar.
Yasna, por su parte, tiene 29 años y no puede dar con un alquiler. “Yo ando buscando algo de dos dormitorios, somos mi pareja, un adolescente y una mascota, pero no me aceptan hijos ni mascotas”, contó.

Actualmente vive con su mamá, pero sabe, como todos, que “no es lo mismo”. Contó que trabaja de administrativa en la provincia, “pero no me alcanza hoy en día económicamente, puedo pagar 15 mil pesos y no es suficiente”, mencionó a La Opinión Austral.
Gabriela, por su parte, tiene 23 años y alquila por inmobiliaria.

“Tuve varios inconvenientes, la casa vino con la grifería de la ducha rota, había que cerrar la llave de paso y si no lo hacíamos, se llenaba de hongos, puse plata de mi bolsillo para cambiarla”, detalló.

Hoy vive en la avenida Gregores, cerca de la estación de servicio. Hace un año empezó a alquilar y el valor es de 15 mil pesos, con una sola habitación donde vive junto a su hijo y su marido. Cuando entró a alquilar estaba embarazada, por lo que sabe que si proyecta alquilar otro espacio, el costo se ampliará mucho más.

Con 15 mil pesos no puedo entrar a ninguno y es lo que puedo pagar

“Se me va a complicar el día que me vaya por el tema de la plata y porque no aceptan”, relató.
Con una inflación que cada vez golpea más y más, los vecinos y vecinas de Río Gallegos que no cuentan con una vivienda propia y deben alquilar la tienen cada vez más complicada.

A la dificultad de encontrar un buen lugar, accesible al bolsillo y requerimientos y que reúna las necesidades de una familia, se suma que constantemente los precios aumentan en las góndolas, por lo que alquilar y vivir bien bien parece tornarse en todo un sueño.

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