“Así como me hiciste sufrir, vas a sufrir también. Vas a sentir todo el mal que tengo acá adentro, toda esta m… que tengo atravesada que tengo”, le gritaba un joven a su pareja mientras no la dejaba descender del auto tras una discusión, en El Calafate.

El hombre que vociferaba la amenaza es Enzo O., que tiene 22 años, es de Tucumán, pero que desde los 9 reside junto a su familia en la ciudad turística.
Por otro lado, la persona que era intimidada es Sheila, una chica de 23 años que tiene dos hijos (uno de cinco años y una beba de 9 meses; esta última fruto de la relación con Enzo).

“Tenía a mi hija en brazos cuando me golpeó, casi se da contra un vidrio”.

Ese video fue grabado por la misma Sheila y data de diciembre de 2019, cuando ellos estaban de novios, pero el lunes pasado ambos protagonizaron un hecho de violencia inusitada en la casa de ella que conmocionó a la ciudad.

Este diario pudo conocer detalles sobre cómo se registró el caso dentro de la casa del barrio 67 Viviendas, gracias al testimonio de la sobreviviente. Sheila eligió a La Opinión Austral para contar lo que le tocó vivir.

“En noviembre del año pasado decidimos cortar, pero después de un mes, para que él tuviera contacto con la beba, estaba 20 minutos con ella y después me la devolvía”, comenzó diciendo la joven, que se había anotado como aspirante a Policía en diciembre.

En ningún momento se le cruzó por la cabeza a Sheila volver con Enzo. “Eso quería él, pero yo nunca le di lugar a que pensara eso, yo lo hacía por la beba”, aseguró la joven.

La relación de ahora amistad entre Enzo y Sheila había ido creciendo con el pasar de los días. El domingo pasado jugaba Independiente, el club del que es hincha él, y acordaron hacer un asado para aprovechar la noche.

Enzo fue detenido por la Policía apenas a una cuadra antes de llegar a la casa de sus padres.

De sobremesa hubo fernet y truco. “Él se hizo cuatro o cinco vasos de los grandes”, aseguró Sheila sobre la cantidad de alcohol que Enzo había tomado.
Las partidas del juego de cartas fueron pasando. Cerca de las tres de la madrugada, la joven hizo un boomerang con la cámara frontal de su celular y la subió a las historias de Instagram, desconociendo lo que vendría después.

Mientras seguían jugando, alguien le contestó la historia a Sheila y esto incomodó a Enzo, haciendo que el clima en el ambiente se tensara. “No te tengo que dar explicaciones, si no somos nada”, dijo ella. “No tenés nada que decirme tampoco”, retrucó él, quien diez minutos después anunció que se iría de la casa.
“¿Adónde vás, gordo?”, fue la pregunta que le hizo Sheila a su expareja mientras iba a buscar la llave para ir a abrirle la puerta. Esto desató la ira del violento, que le respondió: “¿Qué te importa y que tenés que saber?” y le pegó una trompada en el ojo.

Sheila gritó e hizo despertar a la beba. “¿Qué hiciste, enfermo? Le dijo la joven que, de inmediato, fue a buscar a su hija.

“Ahí salió atrás mío, agarró a la beba, la dejó en la cama y me siguió pegando piñas y patadas. En un momento se me cae un espejo en la espalda y ahora tengo un corte en la espalda, a la altura del hombro, por eso”, explicó la joven madre sobre el ataque.

La agresión no terminaba. “¡Te vas, te vas!, le gritó a ella en un momento que pudo hacer upa a la beba, para que el ataque terminara.

No contento con lo que había hecho, ya en la cocina, Enzo agarró a Sheila del cuello, con su hija en brazos, y le dio la cabeza contra la puerta vidriada. “Yo tenía a mi hija a upa y lo único que atiné fue a correrla, para que no diera contra el vidrio”, aseguró la joven.


Eran las 06 de la mañana. Enzo agarró el Corsa gris de su madre y se fue de la casa, que ya parecía una carnicería debido a la cantidad de sangre que había perdido Sheila. “Llamé a todos mis conocidos, pero estaban todos durmiendo. Hasta lo llamé a él diciéndole que si volvía yo no le contaba a nadie, no sabía qué hacer, por poco casi me mata”, dijo la joven.

“Casi me mata, llamé a todos mis conocidos, pero estaban todos durmiendo”.

“¿Amor, qué te pasó?”, le dijo Enzo a Sheila. Ella quedó anonadada, él había sido el que la había golpeado hasta el cansancio. El amigo del violento vio claro lo que estaba pasando y, con los dientes apretados y los ojos llenos de furia, amenazó al agresor: “Tomatelás ya de acá”.

Enzo escapó en el Corsa al ver las sirenas de la Policía. Casi choca contra una pared en la esquina de la cuadra. Minutos después fue atrapado en Inés Saldivia al 3000, apenas a una cuadra de la casa de sus padres, ubicada en Blanca Muñoz.

La sobreviviente terminó con cortes en la cabeza y las secuelas de las trompadas y patadas en su cara y cuerpo. Una Policía la llevó al SAMIC y ahí estuvieron esperando dos horas. “No me atendían y estaba sangrando un montón, la chica (por la efectivo) fue diez veces a pedir que me atendieran, pero nada”, dijo Sheila, que luego fue llevada a la Comisaría Primera y fue revisada por el médico policial que le certificó “lesiones leves”.

 

No es la primera vez

La violencia que ejercía Enzo sobre Sheila fue sistemática mientras estaban de novios. Según pudo contabilizar la joven, hubo al menos cuatro hechos violentos que recordaba durante el año pasado.

“En noviembre me pegó y me certificaron un traumatismo de tórax”, contó la joven madre mostrando el certificado que daba cuenta de las heridas.

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