No es fácil jugar tenis. Mucho menos, entrenar y profesionalizarse en este deporte individualista. Te tiene que gustar mucho enfocarte en la raqueta, cuando a tu alrededor todos patean una pelota o tiran una al aro.

Eso es sólo el comienzo. Lo más complicado viene después. Mantenerte en el más alto nivel conlleva una gran erogación de dinero.

Hace 31 años, en Río Gallegos, nacía uno de los tenistas más destacados de Santa Cruz, Maximiliano Estévez. Hoy vive en Miami y, antes de la pandemia, viajaba constantemente a competir. Actualmente ocupa el puesto 484 del Ranking ATP, pero llegar adonde está le costó mucho. Muchísimo.

Su padre, comerciante, lo acompañó desde siempre. Allegados dicen que hasta se “endeudó” para que su hijo progresara y triunfara en el tenis. Con la banca de Héctor “Paddy” Estévez, pudo lucirse en sus primeras competencias.

 

En el 2013 dio una clinica en el Tennis Club de Río Gallegos. FOTO ARCHIVO

Superó obstáculos y burlas. De preadolescente se reían porque era “bajo y gordito”. Igualmente les ganaba a todos. Hoy mide casi dos metros y enfrenta a los mejores del mundo.

Tuvo que practicar en el piso flotante del CePARD, un terreno que nada tiene que ver con su deporte. Claro, en el Tennis Club le cobraban fortuna para entrenarse. (NdR: en el 2013 -ya consagrado- lo llamaron para hacer una clínica).

A los 14 años, ya con un nivel que daba para más, le llegó la chance de viajar al exterior. Era muy caro, pero le llegó el apoyo de otro riogalleguense: ni más ni menos que del presidente de la Nación, Néstor Carlos Kirchner.

Así, pudo convertirse en profesional. Actualmente, el hijo del ex intendente y gobernador santacruceño, el diputado nacional Máximo Kirchner, continúa dándole una mano. Estévez, instalado en Miami, recuerda y valora el apoyo incondicional de ambos para mantenerse en el ámbito competitivo, en una entrevista con

La Opinión Austral en la que habló de su actualidad y futuro.

 

Hace diez días volvió a Estados Unidos para retomar su preparación. “En Argentina (por la cuarentena) no podíamos hacer nada”.

Actualmente juega un torneo de exhibición en la ciudad de Tampa, en Florida, contra jugadores de diferentes países con el mismo objetivo: mantenerse activos.

“Estuve 5 meses parado, solamente me mantuve haciendo preparación física”, reveló. “Decidí venir a Estados Unidos para hacer una pre temporada y surgió la posibilidad de jugar una serie de partidos de exhibición que vinieron bien para entrenar un poco”.

En Miami la exigencia pasa por las condiciones climáticas. “Acá hay temperaturas de 40°”. Es un cambio muy brusco, pero hay que seguir. Me preparo para los torneos en Estados Unidos y en México”. dijo.

No está solo: “Tengo un equipo de trabajo con Lisandro Giraldi y Diego Domínguez, un preparador físico y entrenador. Ahora estoy en Tampa, jugando estas exhibiciones con mi preparador físico, pero tengo base en Miami”.

 

El resultado de tantos meses de inactividad no tuvo mayores consecuencias, al consultarle si subió de peso dijo: “Al principio un poquitito, pero después recuperé el estado normal. Era duro estar encerrado en un departamento”.

Sobre el proyecto que encara, manifestó: “Con 31 años, estoy nuevo. Me quedan entre 4 a 5 años de carrera para meterme en el Top 150”. Formar una familia no está en los planes: “Todavía no. Hasta que no me establezca en un lugar, no puedo. Estoy viajando constantemente y no da”.

Sobre visitar Río Gallegos, explicó: “Estuve hasta marzo allá. Tengo ganas de ir en diciembre, para pasar las fiestas. Quiero ver a mis viejos, mis hermanos”.

Su crecimiento y posibilidad fueron y son posibles gracias a un grupo reducido de personas que creyó y cree en él: “Agradezco el apoyo constante de Máximo que, al igual que su papá, confió y confían en mi. Lo mismo que Pablo González, hotel Posada los Álamos y farmacias La Sante”.

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