Me quiere lastimar, me quiere encontrar sola y lastimarme”, dice S sobre su exmarido, Leandro Villalba, a quien viene denunciando sistemáticamente hace un año y medio.

 

En las últimas horas, sus amigas decidieron hacer público el caso a través de las redes sociales. Hace meses que S duerme en diferentes casas junto a su hijo y su hija, ambos menores de edad, porque su expareja sigue ingresando a la casa que compartieron. La persigue, la hostiga con mensajes diarios y la llenó de pánico. “Ellas tienen miedo que me mate y yo también”, asegura.

Entró a la fuerza a mi casa y me pegó en la cara mientras yo tenía a la beba

Se conocieron hace cuatro años, se casaron y tuvieron una hija, pero él era celoso y le habría sido infiel en más de una oportunidad, razón por la cual ella finalmente le pidió que se fuera.
“Nos separamos, pero se metía en mi casa, en mi auto, cambié dos veces la cerradura. Me decía que no iba a poder sola, que tenía que estar con él, que me amaba y que lo de las infidelidades se me iba a pasar. Me hostigó durante todo este tiempo mandándome mensajes, fotos de los lugares adonde iba y diciéndome que si me encuentra con alguien, se termina todo”.

 

Cuando S inició los trámites para tener una cuota alimentaria para la hija en común, él renunció a la estación de servicio donde trabajaba. Esos trámites están en el Juzgado de Familia que conduce Antonio Andrade y, por ende, fue ahí donde uno tras otro se denunciaron los incumplimientos a las perimetrales.

Al acecho

En agosto del año pasado, S salió de su casa para ir a trabajar, pero cuando llegó al auto, Leandro estaba en el interior del coche. Ella supo que él no la iba a dejar tranquila y por eso fue a la OVD, donde se resolvió la restricción de acercamiento que nunca cumplió.
En mayo de este año, “entró a la fuerza a mi casa y me pegó una piña en la cara mientras yo ten+ia a la beba en brazos. Me sacó el teléfono, la llave del auto y me tuvo encerrada. Lo trataba de calmar y le decía que no iba a llamar a la Policía, pero me decía que no se iba a ir porque yo estaba muy nerviosa”. Cuando se fue, S lo denunció. Otra restricción, más incumplimientos.

 

Según registros de la OVD (Oficina de Violencia Doméstica), durante la pandemia se dictaron en esta ciudad más de 365 prohibiciones de acercamiento, sin contar con que todas las que estaban vigentes al 20 de marzo fueron prorrogadas automáticamente.
S no entiende por qué no pueden dejarlo preso o sancionarlo de alguna manera frente a cada incumplimiento que viene empobreciéndole la vida. Sin embargo, en el fuero de Familia tienen respuesta para eso: de esos asuntos se ocupa el Código Penal. Incluso así, el gris que se presenta está en cada vez que un juez o jueza plantea una restricción bajo “apercibimiento”. Las preguntas que se hacen S y su abogada son ¿cuándo habrá uno? y ¿cuáles son?

Mis amigas tienen miedo que me mate y yo también

Meses atrás, el juez Andrade envió a Villalba al taller para varones violentos “Habilidades para la Vida”, pero nunca se presentó.

 

“Pedimos que se le secuestre el celular porque me sigue mandando mensajes. Merodea mi casa. Cuando nos separamos, se mudó a dos cuadras, ahora a una cuadra de mi trabajo, siempre está en mi círculo, cerca. Va a mi casa de madrugada. El otro día quiso entrar con una pinza porque cambié las cerraduras. Ahora duermo en otro lado y él sigue yendo a mi casa, nunca tiene ni un día de arresto”, se quejó S.

 

En dos ocasiones, ella tuvo que sacar carpeta psicológica en su trabajo por el miedo que tenía de salir y encontrarlo escondido en el auto. Cada vez que llega a su casa, revisa debajo de las camas, detrás de las puertas y “hasta en la bañera me fijo si está”, cuenta, mientras llora y dice que hubo un tiempo en el que a su ex se le dio por “llevarse mi ropa interior”.

 

“Ninguna mujer ni mamá merece estar así, yendo de un lado para otro, pidiendo que te acompañen, mirando de un lado para otro. Él me quiere lastimar. No me explico por qué esa reincidencia en esa conducta de buscarme y buscarme”, dice.
Las denuncias por incumplimientos son más de quince. Incluso ayer volvió a la Comisaría de la Mujer.

 


Según dijo a La Opinión Austral, la secretaria de Violencia del juzgado donde tramita su caso, Cintia Segura, en las últimas horas ordenó la colocación de un dispositivo dual. Esto quiere decir que él deberá llevar una tobillera y ella tendrá un aparato parecido a un celular, que detectará el acercamiento del hostigador, enviando una señal al Centro de Monitoreo.
Estos dispositivos fueron anunciados meses atrás junto al Ministerio de Justicia de la Nación. Sólo en la última semana se solicitaron tres en Río Gallegos. “Siempre son porque hay riesgo y situaciones graves”, indicó Segura.

 

Para la abogada de S, que integra el equipo de la OAL (Oficina de Asistenta Letrada), hace falta que se ejecuten los apercibimientos.

 

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