Mónica López busca intensamente a su familia biológica en Río Gallegos. Nació el 29 de julio de 1967 en la capital santacruceña y cuatro días después, su mamá adoptiva volvía con ella en brazos a Buenos Aires para nunca más volver.
La Opinión Austral y Radio LU12 dieron a conocer su historia cuando contó que buscaba reconstruir su historia.
Sus abuelos adoptivos tenían la administración del Club Río Gallegos y tenían relación con los dueños de la peluquería que había al lado en ese momento. Los dueños de la peluquería tenían un sobrino, estudiante de medicina, que habría embarazado a una de las empleadas del comercio.
“No me entran dudas respecto a mi mamá, el nudo es mi padre, ese es el problema”.
Un periodista de LU12 facilitó el nexo entre Mónica y la nieta de los dueños de la peluquería para que dialogaran. Sobre la comunicación, contó: “Hablé con Patricia, la nieta de Ignacio. Ella me dio el dato de un sobrino que tenía su abuelo, un médico que trabaja en el Hospital Italiano”.
Hasta ese momento, era la información que tenía Mónica respecto al paradero de su potencial padre. Sin embargo, ayer se comunicó con La Opinión Austral una mujer que dijo ser la tía de Mónica: “Si es ella, sería un regalo, una bendición”, describió.
En la comunicación entre ambas, Mónica detalló: “Mi madre parece que apareció, el problema acá es con mi papá. Ahora resulta que, a raíz de esto, me llaman desde Río Gallegos y me conectan con gente que vive en Río Grande, donde habría aparecido mi mamá y según sostiene la familia, yo sería hija de esa mamá que aparece”.
El obstáculo con la parte paterna aparece cuando a Mónica le indican desde Río Grande que el padre no sería médico y que, de hecho, habría fallecido.
“No me cierra”
Mónica sostuvo que a ella el relato no le “cierra” y detalló: “Yo voy a contactarme con el médico que me dijeron que trabajaba en el Hospital Italiano, a ver si sabe algo y a partir de ahí que surja lo que surja, se hará un ADN y listo”.
Asimismo, señaló: “Presiento que me están queriendo desviar, ojalá que no, es como que no sé, hay algo que no me cierra bien del todo. No me entran dudas respecto a mi mamá, el nudo es mi padre, ese es el problema que no entiendo”.
Una segunda versión llevó a Mónica a conocer que su padre podría no ser médico.
Explicó que su madre adoptiva le contó que era hija de un estudiante de medicina, “pero ahí quedó, después otras personas que se contactaron conmigo me dijeron que cuidaron al señor Ignacio antes de morir, el marido de la peluquera, y que siempre contaba de su sobrino médico que dejó embarazada a la empleada”.
En tanto, continuó, “mi papá en Bariloche me contaba lo mismo, que era la hija de la empleada con este chico estudiante de medicina, ahora me dicen que no era el médico y se da por hecho que soy hija de la empleada, pero con otro padre”.
Pese a las trabas, Mónica espera continuar con la búsqueda y poder dar, certeramente, con su familia biológica.
El relato
Acorde a su historia, Mónica sospechaba que no era parte del grupo familiar por la diferencia en el trato con su hermana.
En su familia adoptiva era “todo muy hermético”. Relató al respecto: “No querían contarme nada hasta que, finalmente y bajo presiones, mi papá me dijo que no era su hija biológica”.
Entre lo que describió Mónica, contó que sus padres adoptivos vivían en Ushuaia, perdieron un bebé y viajaron a Río Gallegos, donde se encontraban sus abuelos, quienes tenían la administración del Club Río Gallegos.
La conexión se da, posteriormente, con la peluquería que había en ese momento al lado del club. El comercio, llamado “Marion”, era atendido por Margarita Fernández, quien tenía un sobrino que vivía con ellos y era estudiante de medicina.
Hoy Mónica sigue dudas y trata de descubrir el nexo familiar.
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