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“Vengan, estoy cansado. No quiero irme sin despedirme”. Ese fue el mensaje que Leandro Haro le envió a sus padres, José Haro y Úrsula Amalia Llancao, mientras permanecía internado en Buenos Aires en un cuadro crítico. El relato fue compartido por su padre en diálogo con La Opinión Austral.

Ante ese pedido, sus padres apresuraron el viaje desde Las Heras y llegaron a Buenos Aires dos días antes de que apareciera un corazón compatible. En paralelo, la familia organizó en la localidad una venta de pollos para reunir fondos y afrontar los gastos de estadía, alimentación y traslados.

“El corazón está llegando”

El domingo 2 de junio de 2024, cerca de las 12:30, la espera se quebró. Úrsula Amalia Llancao publicó en sus redes un mensaje breve que condensó semanas de angustia:
“Mi hijo está camino al quirófano, el corazón está llegando”.

Horas después, Leandro ingresó a cirugía en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, donde recibió el trasplante que le salvó la vida.

La representación de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta la cruz, organizada por el Ministerio Internacional Casa de reconciliación en Las Heras

Dos meses en coma y un cuerpo al límite

La operación no marcó el final del riesgo. Tras el trasplante, Leandro sufrió una descompensación general que comprometió distintos órganos. Según relató su madre a La Opinión Austral, permaneció dos meses en coma, en estado crítico, con un pronóstico reservado durante semanas.

Recién a principios de agosto de 2024, logró despertar y comenzar lentamente un proceso de recuperación que sorprendió incluso al equipo médico.

“Volví cuando ya no había promesas”

En entrevista con La Opinión Austral, Leandro habló de ese tiempo como un límite difícil de explicar. Dijo haber estado en un lugar oscuro. Dijo también que despertar no fue solo volver a respirar, sino volver a elegir.

“Fue un milagro”, afirmó. No como consigna, sino como experiencia. Desde entonces, su fe se volvió más consciente y más silenciosa. No como discurso, sino como agradecimiento.

Úrsula Amalia Llancao, madre de Leandro, en uno de sus viajes entre Buenos Aires y Las Heras durante la internación de su hijo. “de acá volvemos los tres a casa”, había dicho entonces

El ciego que volvió a ver

En la representación realizada este sábado, en la Plaza San Martín, Leandro interpretó a un ciego. El rol no fue casual: “Yo era alguien que, teniendo visión, no quería ver”, reflexionó. En la escena, el personaje recupera la vista frente a Jesús.

En la vida real, Leandro volvía a ponerse de pie después de haber estado al borde de la muerte. La escena y la historia se tocaron sin necesidad de explicaciones.

La puesta y sus protagonistas

La representación fue organizada por el Ministerio Internacional Casa de Reconciliación – Sede Las Heras, una iglesia evangélica de la localidad. La puesta no se limitó al pesebre tradicional, sino que recorrió distintos pasajes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz, a través de escenas breves, música y alabanzas.
En ese recorrido se inscribió la participación de Leandro, quien interpretó a un ciego sanado por Jesús, una escena que dialogó de manera directa con su propia historia personal.

Leandro junto a su madre, Úrsula, tras haber sido dado de alta luego de una extensa internación iniciada en 2024.

Navidad como vida que vuelve

La historia de Leandro se integró a la representación navideña no como un agregado, sino como sentido. En el relato cristiano, la Navidad no habla de un recuerdo lejano, sino de vida que irrumpe cuando no hay lugar, cuando todo parece perdido. De cuerpos frágiles que se levantan. De ojos que vuelven a ver.

Su presencia en escena fue una historia contemporánea puesta al lado del pesebre. Una vida que volvió cuando ya no había promesas. Como tantos relatos del Evangelio que hablan de salvación no como idea, sino como experiencia concreta.

La escena que cerró la representación

La puesta avanzó entre escenas breves, música y cantos. Pero hubo un momento en que dejó de ser solo teatral. Cuando Leandro atravesó la escena, el clima cambió. No fue un aplauso lo que siguió, sino un silencio atento. Su presencia, marcada por un cuerpo que había estado al límite, convirtió la representación en testimonio. No hizo falta explicar nada más: la historia estaba ahí, visible, viva, delante de todos.

Leandro junto a integrantes del ministerio de música, con quienes volvió a compartir esenario tras meses de recuperación.

El presente: trabajo, música y recuperación

Hoy, Leandro continúa en etapa de recuperación, pero ya logró retomar su trabajo y volver a integrarse a la música, formando parte nuevamente del ministerio musical.
Hace apenas una semana, viajó a Buenos Aires para realizar controles médicos de rutina. Allí, según confirmaron sus familiares a La Opinión Austral, los profesionales le redujeron gran parte de la medicación, una señal concreta de evolución favorable.

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