Este lunes por la tarde, el edificio Sur Uno, ubicado en la intersección de las calles Alberdi y 9 de Julio de Río Gallegos, fue epicentro de un gran operativo policial que incluyó evacuación, francotiradores y presencia del grupo antibombas. La alarma se desató ante la posibilidad de que un hombre estuviera atrincherado con un artefacto explosivo. Este miércoles, el protagonista de ese episodio decidió romper el silencio en una entrevista exclusiva con LU12 AM680 donde desmintió versiones difundidas y explicó su accionar: “Nunca quise hacerle daño a nadie. Solo quería hablar con mi esposa”.
Por razones de privacidad, el entrevistado fue identificado con el seudónimo “José”. “Quiero pedir disculpas a todos los vecinos que se movilizaron en el momento en que todo esto sucedió. No fue mi intención entorpecer la vida cotidiana de nadie”, comenzó diciendo en un tono calmo pero visiblemente afectado. “Mi única intención, desde el primer momento, era hablar con mi esposa para salvar mi matrimonio”.


Según relató, la situación se desencadenó tras un prolongado distanciamiento con su pareja y una profunda crisis matrimonial motivada, según él, por un malentendido sobre una supuesta tercera persona en discordia. “No había tenido la posibilidad de hablar con mi esposa en todo un mes… Quería aclararle que no había tenido ningún tipo de intimidad con esa persona y poder explicar mi versión de los hechos”, sostuvo.
José y su esposa compartían una inmobiliaria —el lugar donde se atrincheró— y aunque aseguró que su intención no era generar conflicto por lo laboral, reconoció que la situación personal se volvió insostenible tras el pedido de divorcio de la mujer.
Una de las versiones más fuertes que circularon fue que José habría intentado abrir una llave de gas, cosa que desmintió categóricamente: “Eso es imposible. El cuarto de máquinas está dentro del corazón del edificio y sólo tiene acceso el encargado y personal de mantenimiento. Esa posibilidad nunca existió”. Y agregó: “No tenía ningún tipo de explosivo, no contaba con ningún arma y en ningún momento intenté hacerle daño a nadie”.
Durante la entrevista, José explicó que su desesperación fue malinterpretada. “A uno de mis amigos le dije: ‘Hoy o termino de resolver todas las cosas o esto estalla’. Y por ahí vino el malentendido. Él la llamó a mi esposa y le dijo que yo estaba encerrado con una bomba. Después le dije: ‘¿Cómo vas a decir eso? Eso no es lo que dije’”.
El operativo incluyó la presencia de fuerzas especiales, francotiradores y evacuación del edificio. “La verdad, no era mi intención desplegar todo un operativo. Nunca fue mi intención generar miedo”, subrayó José. “Pido disculpas a todos los vecinos, a las personas que evacuaron el edificio, a quienes vieron afectadas sus actividades comerciales. No fue mi intención”.
Consultado sobre si existía alguna medida de restricción previa entre él y su esposa, respondió con claridad: “No existía ninguna restricción de acercamiento antes de esto. Nunca le quise levantar la mano a mi esposa, jamás lastimé a ella ni a su hijo ni a nadie de su entorno. Cualquier persona que me conoce sabe que no soy violento”.
José también detalló cómo se dio el momento final del encierro: “Me retiré voluntariamente. Pude hablar con mi esposa, aunque brevemente. Me dijo que después íbamos a poder charlar, tomar un café y tratar de resolver esto”. Durante la negociación, pidió una única cosa: “Le dije al negociador que sólo quería que nadie me hiciera daño, porque yo no le hice daño a nadie”.
Además, José expresó su malestar por su detención posterior: “Salí tranquilo, me llevaron al hospital para un chequeo. Me atendieron bien, me ofrecieron agua porque llevaba muchas horas ahí. Después llegaron efectivos policiales y me informaron que iba a quedar detenido. Me retuvieron el celular y otros objetos personales. Me sentí peor que antes”.
Respecto de su situación actual, afirmó: “Hoy fui al juzgado a pedir las llaves de mi lugar de trabajo, que necesito para cumplir con los compromisos que tengo. Me las negaron. Sólo me entregaron las del departamento”.
“Desde que entré a la oficina hasta que salí de la comisaría me mantuve sereno. Me sentía angustiado, sí, pero en ningún momento hubo violencia, agresiones ni insultos. Sólo quise ser escuchado”, cerró.
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