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La historia de Alan Márquez, camillero del Hospital Regional de Río Gallegos, ha conmovido a la comunidad. Alan fue el joven que cayó de uno de los edificios en la zona de los 400 departamentos y hoy libra una dura batalla por su vida y su recuperación en un sanatorio de Córdoba. Su madre, Julia López, se encuentra a su lado en esta difícil travesía, y en una entrevista brindada a LU12 AM680, compartió el desgarrador panorama que enfrenta: por un lado, la compleja situación de salud de su hijo y, por otro, la frustración ante una investigación que, a su entender, avanza “a paso de tortuga” en Santa Cruz.
Alan, de apenas 30 años, sufrió una caída de una altura considerable, un hecho del que, según los médicos, es un milagro que haya sobrevivido. Tras el incidente, fue inicialmente intervenido para la colocación de tutores. Sin embargo, la gravedad de sus lesiones, particularmente en la pelvis, requirió una cirugía de altísima complejidad que no podía realizarse en Río Gallegos.

Alan se encuentra estable en la unidad de terapia intensiva del sanatorio cordobés.

Por tal motivo, Alan fue trasladado a Córdoba, reconocida por contar con médicos de gran prestigio para este tipo de intervenciones. La operación, realizada días después de la caída, duró nueve horas y fue definida por los médicos como muy compleja y riesgosa. Consistió en fijar y alinear la pelvis de Alan, ya que una parte estaba desplazada y verticalmente más alta que la otra. El Dr. Santori, uno de los cirujanos, explicó que les costó dos horas forzar la alineación de la pelvis. La dificultad radicó, en parte, en que al ser joven, Alan tiene huesos fuertes que se reconstruyen con firmeza.

 El lugar donde cayó Alan Márquez. (FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL) El lugar donde cayó Alan Márquez. (FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL)
El lugar donde cayó Alan Márquez. (FOTO: JUAN PALACIOS/LA OPINIÓN AUSTRAL)

Actualmente, Alan se encuentra estable en la unidad de terapia intensiva del sanatorio cordobés. Su madre, Julia, lo acompaña incondicionalmente, junto a su hija Ilen, quien llegó hace una semana para darle apoyo. Julia describe el hecho de que su hijo esté con vida como un “milagro doblemente”: primero por sobrevivir a la caída, y luego por superar la crítica operación que lo mantuvo “entre la vida y la muerte”.
Sin embargo, la lucha de Alan no termina con esta cirugía. Julia informó que se espera una nueva intervención quirúrgica de magnitud similar en la columna vertebral sacra en aproximadamente dos semanas, dependiendo de su evolución y el diagnóstico médico. El proceso de recuperación será largo, lo que implica una estadía prolongada en Córdoba. Julia ya está investigando centros de rehabilitación de prestigio en la provincia para asegurar la recuperación total de su hijo. “Yo como madre voy a llegar hasta el final con él. Acompañándole en todo lo que sea”, afirmó emocionada.

Julia López insiste en la hipótesis de que su hijo no se cayó, sino que lo tiraron.

Paralelamente a la preocupación por la salud de Alan, Julia ha manifestado una profunda decepción con el curso de la investigación sobre lo sucedido aquella noche en los 400 departamentos. Desde que llegó a Córdoba, se ha enfocado exclusivamente en la salud de su hijo y los trámites necesarios. No obstante, ha denunciado públicamente lo que considera una “poca capacidad de investigación” por parte de los organismos pertinentes en Río Gallegos, mencionando a la Comisaría Segunda y la DDI. Relató que ella y sus hijas se dedicaron a investigar por su cuenta, recolectando “mucha información” y “evidencias” que entregaron a la policía, pero hasta el momento “nada sale a la luz”.
La impotencia de Julia es palpable al describir la lentitud con la que, según ella, se maneja la justicia. “Se mueven muy lento, muy lento”, expresó, dirigiéndose incluso a los jóvenes investigadores: “Por favor, hagan su trabajo”. Su frustración llegó a un punto extremo cuando, casi una semana después de la caída, tuvo que ser ella misma quien llevara la ropa de Alan con sangre y otras evidencias a la comisaría en un Uber, porque “ni siquiera fueron capaces de ir a buscar la ropa”. Julia se pregunta cómo es posible que se manejen de esa manera.
La madre de Alan es categórica al afirmar que su hijo “no se tiró“. Está convencida de que no intentó atentar contra su vida. “No fue un accidente”, sentenció, aunque admite no saber qué pasó esa noche.

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