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En Argentina, diferentes organizaciones de la sociedad civil piden al Gobierno de Javier Milei que ratifique el Tratado de Alta Mar, un acuerdo global vinculante que establece una serie de medidas y pautas tendientes a la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en aguas internacionales. Se trata de una zona marítima que las flotas internacionales desarrolla pesca de recursos de manera indiscriminada.
Desde el Programa Océanos del Círculo de Políticas Ambientales se precisó que “el mecanismo para hacerlo es que la Cancillería Argentina envíe al Congreso de la Nación un proyecto de ley, para que sea tratado en los recintos y avancen en su aprobación”.
En esta línea, en un informe que presentaron las organizaciones explicaron los “alcances del Tratado y la importancia para nuestro país de formar parte del acuerdo”, “los principales puntos son: acceso a los recursos genéticos marinos; mecanismos de gestión por zonas, incluidas las áreas marinas protegidas; evaluación de Impacto Ambiental y capacitación y transferencia de tecnología marina”.
“Es fundamental que Argentina ratifique el Tratado de Alta Mar, no sólo porque apunta a la conservación del mar y promueve el desarrollo de la ciencia y el aprovechamiento responsable de los recursos genéticos marinos; sino también porque no podemos quedarnos fuera de la mesa de negociaciones donde se decide el futuro del océano“, aseguró por su parte, Milko Schvartzman, responsable del Programa Océanos del Círculo de Políticas Ambientales.
Se indicó que “los océanos se ven amenazados por actividades humanas como el cambio climático, que produce alteraciones de la temperatura, acidificación e impactos en los recursos pesqueros y también la contaminación, la destrucción de hábitats y la sobreexplotación pesquera”.
Extensión
Las zonas fuera de la jurisdicción nacional representan cerca de dos tercios del océano y son un bien global común -pertenecen a todos y a nadie al mismo tiempo- al igual que las aguas jurisdiccionales son áreas sometidas a crecientes presiones con impactos cada vez más significativos en lo ambiental, económico, social y cultural.
Asimismo, se informó que “el Tratado aborda la pérdida de diversidad biológica y la degradación de los océanos, debido en particular a los impactos del cambio climático en los ecosistemas marinos como el aumento de la temperatura, la desoxigenación y a la acidificación de los océanos, la contaminación y al incremento de la extensión de las superficies explotadas y acumulación de actividades humanas“.
Además se “promueve la investigación científica a nivel mundial y garantizar el acceso justo y equitativo de las naciones a los beneficios monetarios y no monetarios resultantes del aprovechamiento de los organismos vivos”.
El Tratado es “un paso histórico y de enorme relevancia que, a partir de su entrada en vigor, impulsará a las naciones del mundo a conservar y gestionarla diversidad biológica marina en aguas internacionales. Consta de un preámbulo, 12 partes, 76 artículos y 2 anexos; y es el resultado de dos décadas de colaboración internacional entre diferentes actores”.
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