En plena pandemia, Paula Carrillo, quien es personal administrativo de la División Despacho, estuvo afectada a tareas de calle, dependiendo de la Unidad Regional Sur de la Policía de Santa Cruz.

Comenzó a sentir puntadas en el pecho, pero no le dio importancia. “Como soy media brutita para los dolores, la vieja siguió”, recuerda a La Opinión Austral. Los controles vehiculares que se realizaban le exigían otras tareas y pensó que tal vez sólo era por el cambio de rutina.

Cerca de fin de mes, sintió una protuberancia en la axila y dedujo que era un vello encarnado. Su hija mayor, Belén, le sacó turno con el médico.

Paula fue a la consulta médica y le hicieron una ecografía y una mamografía. También sentía que tenía un pezón distinto, “pensé que era normal porque tengo una nena que en ese momento tenía 6 años y seguía amamantando, uno toma decisiones diciendo: ‘Puede ser esto’”.

El 4 de julio le confirmaron que su diagnóstico era de cáncer en etapa 4. “Fue un cáncer abrasivo, inflamatorio, no tuve ni quistes, ni tumores, se reventó en la mama, se hizo como la raíz de un árbol en el pecho”, cuenta.

Así llegarían las sesiones de quimioterapia, radioterapia y la extracción de la mama.

Hacer frente al diagnóstico, señala, “no fue tan difícil. Pensaba en mi hija Thiziana, pensaba en ella más que en mí porque era su teta, le costó, lloró, lloramos, pero la llevamos, bien sabe que era para que mamá estuviera mejor”.

“Ahora estoy con tratamiento por seis años. No cambié, sigo más firme que nunca. Los que me conocen ya saben que soy chispita”, dice entre risas y agradece el apoyo que tuvo de sus afectos, de los profesionales médicos y de todos los que rezaron por ella.

Lo duro de su relato no hace que su alegría se apague.

“Soy de las personas que piensan que el cáncer lo tenemos todos hasta que se despierta, en mi caso le gustó despertarse en plena pandemia, lo afrontamos lo mejor posible con mis hijas”, sostiene.

Cultivar la paciencia es una práctica que a las pacientes oncológicas se les hace necesaria. El cáncer no se termina de un día para el otro. “No es que no tengo más cáncer, los médicos no te pueden decir que no tenés más hasta que completás todo el proceso, después de seis años haciendo controles cada seis meses u ocho, pueden llegar a decir que lo erradiqué, mientras tanto no se puede”, explica.

Desde su experiencia, expresa que es importante “no encerrarse en la enfermedad, es bueno buscar a alguien con quien conversar, si te cerrás y lo dejás ahí es como que te derrumba por dentro”.

Su proceso implicó que también su mamá, quien estaba en etapa 1, fuera diagnosticada.

Recuerda que “a los controles podés hacerlos antes de los 40, no es necesario llegar a esa edad. Podés pedir una ecografía mamaria y ahí puede llegar a diagnosticarse”.

Cerrando, afirma que “tengo que decir que la vida ahora la vivo de otra manera. Vivo el día día, agradezco despertar y doy todo lo mejor posible de mí”.

ESTUDIOS DE DIAGNÓSTICO: ¿QUÉ ES UNA MAMOGRAFÍA?

La mamografía consiste en realizar una radiografía de las mamas. Con este estudio es posible detectar el cáncer de mama en su fase temprana, cuando todavía no presenta síntomas, es decir, cuando la lesión no es palpable. De este modo es posible recurrir a mejores posibilidades de cura, con tratamientos menos agresivos que los que se realizan cuando el cáncer está más avanzado.

El cáncer de mama tiene mayor incidencia a partir de los 50 años, por eso se recomienda que todas las mujeres a partir de esa edad se realicen un estudio mamográfico cada dos años junto a un examen físico anual de las mamas por parte de un profesional de la salud. Eso no quiere decir que mujeres más jóvenes no deban realizarse mamografías. La decisión debe ser personalizada y de acuerdo a los antecedentes familiares de la enfermedad y factores de riesgo de cada mujer.

Hay otros métodos de diagnóstico por imágenes, como la ecografía, la cual se usa en forma complementaria al estudio mamográfico, y la resonancia magnética, que se emplea básicamente en mujeres con fuertes antecedentes familiares y mutaciones genéticas.

Ante la presencia de un nódulo, el médico puede realizar una biopsia, que consiste en la extracción (por medio de una aguja o bisturí) de una pequeña porción de tejido de la mama a fin de ver si se presentan células cancerosas y, en tal caso, definir el tipo de cáncer presente. Las biopsias pueden ser obtenidas mediante cirugías en quirófano donde se extrae toda la lesión o parte de ella, o con agujas a través de la piel. (Fuente: Instituto Nacional del Cáncer)

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En el marco de la campaña iniciada por el Grupo La Opinión Austral, cada lunes y jueves de octubre, Mes de la Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, se publicará una nueva entrevista en la edición impresa de La Opinión Austral, en laopinionaustral.com.ar y en redes sociales.

El próximo jueves no te pierdas la entrevista a la santacruceña Marina Villarroel.

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