El 29 y 30 de noviembre de 2018, en el marco del IV Seminario de Formación y Especialización en Alcoholismo organizado por el equipo de Coordinación GIA perteneciente al servicio de SETRIPCO del Hospital Regional de Río Gallegos, el psicoanalista Luis Darío Salamone dio una conferencia titulada “La Solución de las Drogas”.

Ante un auditorio colmado de profesionales y equipos técnicos interesados en la problemática de las toxicomanías, se refirió a que el consumo de drogas, incluido el alcohol, ha existido desde siempre, lo que cambia son las particularidades de cada época, hoy marcada por una clara tendencia y empuje a “ser feliz”, evitando el sufrimiento.

Freud planteó que el plan de la creación no incluye que el hombre sea feliz. Es más sencillo sentirse desgraciado que feliz, de modo tal que las drogas aparecen como solución a las encrucijadas subjetivas. Ante esta inclinación natural al sufrimiento gobernada por la decadencia del propio cuerpo, las presiones del mundo exterior y el malentendido de los hablantes, los seres humanos rebajan las pretensiones de felicidad, intentando al menos evitar el displacer.

Unos de los modos de evitar el displacer es el aislamiento, otro la intoxicación, que además de evitar dicho displacer genera satisfacción. Este último método, el de la intoxicación, es una solución tan efectiva como cruda para evitar el malestar, al menos por instantes, generando efectos en el organismo similares a los de la manía.

La manía es la forma extrema de evitar el sufrimiento. Toxicomanía es una práctica que tiene que ver con los excesos y la pulsión de muerte puesta en juego, es decir, lo que llamamos goce. Como contracara tendríamos el entusiasmo. El entusiasmo se alimenta del deseo, que es la esencia del Sujeto. Sobre este punto, Luis Salamone advierte sobre los fallidos intentos de prevención con modos estandarizados, generalizados, destacando que lo único preventivo para alguien es el deseo.

Además de estos fragmentos extraídos de la interesantísima conferencia de Salamone, es importante señalar que nuestra psiquis no es tan simple. En nuestro interior conviven dos energías psíquicas constantes, Freud las llamó pulsión de vida (Eros) y pulsión de muerte (Tánatos). Por tal razón vivimos en permanentes contradicciones, repitiendo justamente eso que evitamos: “quiero dejar de tomar porque me hace mal, pensé que si tomaba sólo una copa no me iba a hacer nada”; “sé que esta relación no me conviene, pero no puedo vivir sin eso”; “quiero ser con mis hijos diferente a mi mamá y al final soy igual”, etc. Todos gozamos, nos satisfacemos tanto por Eros como por Tánatos, aunque resulte difícil de comprender, pero es así como funciona nuestro inconsciente. Hoy hay un empuje al goce, a la satisfacción gobernada principalmente por la pulsión de muerte y es importante estar advertidos para encontrar un límite posible a eso. El “sin límite” y el “sin medida” pueden llevarnos a lo peor.

Un tratamiento posible, de orientación psicoanalítica, en el campo de las toxicomanías apunta a generar cambios en relación con la satisfacción que provee determinada conducta o hábito y no sólo se dirige al control de ese goce, que siempre es difícil de domesticar y, por lo tanto, los cambios no se sostienen por largo tiempo.

En definitiva, para quienes trabajamos en esta problemática se hace necesario generar un espacio y un tiempo para pensar, trabajar, debatir sobre lo que nos concierne en el campo de las toxicomanías. Por eso, este encuentro nos permitió fortalecer lazos y sostener una transferencia de trabajo sobre una temática que nos interpela a todos, renovando el entusiasmo indispensable para nuestra labor cotidiana.

Saber hacer con otros es un modo de no quedar en la impotencia o ser aplastado por las reglas institucionales, sus normas, la burocracia administrativa y la rutina cotidiana.

Con este IV Seminario de Formación intentamos hacer un paréntesis, que dio lugar a la conversación y al encuentro de algo nuevo.

La formación profesional es uno de los modos que requiere cada tiempo que se habita, para estar a la altura de nuestra civilización, como decía Lacan: “mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”.

Lic. Natalia Pelizzetti

Equipo de Coordinación GIA – HRRG

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