Según un monitoreo realizado por Greenpeace, actualmente hay 470 buques, coreanos, españoles y, en su mayoría chinos, que se encuentran en el Mar Argentino frente a la región de la Patagonia, y que utilizan métodos de explotación no sustentables, que destruyen la fauna y flora local.

 

Los barcos se encuentran en el denominado Agujero Azul, un oasis de biodiversidad oceánica localizado en las aguas argentinas, de donde actualmente se extraen calamares y otras especies en apenas 5.000 kilómetros cuadrados. Está ubicado donde termina la plataforma continental argentina y comienza el talud. Como allí están las profundidades más grandes, la zona es considerada como un gran “vivero” marino.

 

La cantidad de estos barcos pesqueros supera el volumen autorizado por la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, pero en esa zona ya no hay ley nacional ni global que pueda combatir esta depredación, lo que deja un vacío legal para los extranjeros.

Incontable cantidad de buques.

La mayor preocupación que genera la presencia de estos buques es que utilizan técnicas de pesca altamente cuestionables, como por ejemplo la denominada “pesca de arrastre“, que consiste en utilizar grandes redes del tamaño de estadios de fútbol atadas a cadenas. Estas llegan hasta el fondo y se llevan todo lo que encuentran a su paso, sin respetar la evolución del recurso, la presencia de especies protegidas y el bosque subacuático.

 

Por otra parte, el dato que más alarma a Greenpeace es que los barcos extranjeros están acompañados por cuatro buques petroleros y ocho buques frigoríficos, que reciben las capturas directamente de los pesqueros para transportarlas al país de destino final, sin pasar por ningún control.

 

Referentes de la organización ambientalista detallaron al diario Clarín que eso les permite operar las 24 horas: se pueden abastecer de combustible y entregar lo que se pesca en alta mar.

 

Otro de los aspectos cuestionables es el trato de las empresas y los estados hacia los trabajadores en alta mar, al haber un agujero legal en el que muchas veces se denuncian abusos a los derechos humanos.

El rol del Gobierno

En los últimos meses, el Gobierno nacional hizo una demostración de presencia en las aguas nacionales y reforzó las multas para la pesca ilegal.

 

Tanto el Ministerio de Seguridad como el de Defensa anunciaron además mayores controles. En el caso de la cartera dirigida por Agustín Rossi, también se acaba de crear un Comando Marítimo para combatir los ilícitos.

 

Además, en la Cámara de Diputados hay un proyecto de ley que busca la posibilidad de legislar y proteger la plataforma continental extendida recientemente por Naciones Unidas, pero deberá conjuntar con los intereses y los acuerdos que se firmen con países fuertes como China.

“Complementario con este tratado, el cual Argentina ha estado impulsando y liderando en este sentido a los países de la región, existe un proyecto de ley para la Creación de un Área Marina Protegida Bentónica en el Agujero Azul, la cual sería una primera medida para asegurar la protección del Mar Argentino, su rica biodiversidad y sus ecosistemas. La sanción de esta ley está pura y exclusivamente en manos de nuestros legisladores”, afirmó Luisina Vueso, coordinadora de la campaña por la protección del Mar Argentino de Greenpeace.

 

Vueso comentó que hace varios años las organizaciones ambientales impulsan un Tratado Global por los Océanos en la Organización de Naciones Unidas (ONU), que en agosto próximo tendrá su última reunión de negociación. El tratado permitiría la creación de santuarios marinos en aguas internacionales para proteger estos ecosistemas vulnerables que han sido devastados por la sobreexplotación.

 

China encabeza la lista de países depredadores, con una flotilla de entre 300 y 600 barcos, acusados de arrasar con los recursos ictícolas, sin permisos ni control de ningún tipo, desde México hasta Chile, pasando por las Islas Galápagos, las costas peruanas y el Mar Argentino, ubicado al este de la Patagonia.

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