Marilena Bossio siempre quiso venir al sur. Así comenzó contando Débora, hermana de una amiga de la joven veterinaria cordobesa, que luego terminó siendo su amiga también. “Quería estar con mi hermana y acompañarla en el embarazo”, por lo que tomó coraje y el 30 de enero llegó a Gobernador Gregores, buscando un cambio de vida.

 

En Córdoba, Marilena estaba trabajando en un criadero de chanchos, renunció con anticipación y emprendió viaje. En Gregores ya había repartido currículum, y mientras tanto, sus amigas la llevaban a conocer los paisajes santacruceños más cercanos.

Marilena disfrutaba de su profesión de veterinaria. Foto: La Opinión Austral

Disfrutó de un mes en Santa Cruz, hasta que ocurrió la tragedia. Junto a un grupo de amigas decidieron ir ese 27 de febrero al lago Cardiel, ya que según el pronóstico, iba a ser un día lindo. Alquilaron kayaks y llevaron otros dos, uno para tres personas y otro sólo para uno.

 

“Estaba muy lindo, salían en kayak a cada rato, y en un momento se empezó a desatar todo, esto fue cuando se empezó a levantar un poquito de viento”, relató Débora a Radio Cadena 3.

Siempre será recordada en Gregores como una heroína en medio de la tragedia.

“En el lago no hay ningún cartel que diga que está prohibido usar kayak, pero los que somos de acá sabemos que si se levanta un poco de viento, te lleva para adentro”, detalló.

 

Cuando empezó a sentirse el temporal, “estábamos todas en la orilla, y a unos 50 metros habían otras personas, de las cuales dos andaban en kayak, y cuando empezó a salir viento, seguían andando”.

 

Leer más: El profundo dolor de la mamá de Marilena Bossio: “Tienen una heroína, yo tengo cenizas”

 

Para el lado izquierdo, estaba la familia Barría, con los tres hermanos (Claudio, Daniel y Javier) y entre los que también estaba el pequeño Mateo, de 8 años. Éste último “agarró una tabla y se metió al agua, y empezó a decir ‘me lleva, me lleva, me voy’”. Por momentos, parecía que calmaba el viento, pero las ráfagas empezaban a salir más fuerte.

Marilena y su mamá, en sus días en Río Tercero.

Los primeros que reaccionan fueron un joven que estaba pescando, quien se tira nadando para alcanzar a Mateo, y luego Marilena, que agarra el kayak de una persona y se va. Otra amiga le alcanza a tirar un salvavidas, pero no logró agarrar el segundo. “Le salió instintivamente”, contó Débora.

 

Marilena alcanza a llegar hasta el nene, “le pone el salvavidas, lo ata al kayak, mientras el tío del nene (Claudio Barría) también se había tirado en una tabla y remando con los brazos para llegar”.

Durante los últimos días, continúa la búsqueda de Javier Barría, quien sigue desaparecido en el lago Cardiel.

Mientras tanto, “la pareja de mi prima sacó al pescador acalambrado”, contó y agregó: “Estaba a diez metros de la orilla y no podía llegar por el viento que se había largado”. La única forma que encontraron fue atar sogas y lanzarlas desde la orilla.

 

Marilena, por su parte, se había quedado sola, y estaba cada vez más adentro del lago. En la orilla “estaban Javier y Daniel viendo qué hacían, le dimos el kayak nuestro, les pusimos los salvavidas” y salieron en busca de los náufragos.

“De repente se levantó una tormenta, se empezó a oscurecer todo, de lluvia y granizo, el viento levantaba la arena de la playita y te pegaba, empezaron a correr todos”, siguió relatando Débora, ya con la voz quebrada.

 

En ese momento, “empezamos a ver que se empezaban a dar vuelta los kayak, mi hermana que es la amiga de Marilena tenía la panza durísima y empezó a llorar, tenía contracciones y no se quería ir del lugar hasta que apareciera”, contó la joven, ya rompiendo en llanto. Ella, en tanto, sufrió un ataque de pánico y también tuvo que irse del lugar.

 

A Marilena la encontraron a la orilla, apenas unos minutos después de que sus amigas se retiraran del lugar. Los fines de semana en el lago Cardiel, jamás serán los mismos.

Leé más notas de La Opinión Austral