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La industria del langostino congelado a bordo en Argentina atraviesa una profunda crisis que ha llevado a que más de treinta empresas nacionales e internacionales hayan decidido mantener sus barcos en puerto, sin salir a pescar, en espera de un acuerdo con los gremios. La decisión fue tomada en una reunión en Barcelona, previa a la Seafood Expo Global, donde los empresarios coincidieron en que las condiciones actuales son insostenibles y presentarán una propuesta formal al Ministerio de Trabajo para renegociar los términos del convenio colectivo.

El sector pide una reducción del 30%
Durante dos horas, los dueños y CEOs analizaron la situación crítica del negocio, que desde hace más de cuatro años enfrenta una crisis sostenida. La propuesta de los empresarios contempla una baja del 30% en los valores de producción establecidos por convenio, con el objetivo de recomponer el equilibrio económico del sector, que actualmente presenta una rentabilidad negativa estimada en un 15%.
Agustín de la Fuente, presidente de CAPIP, afirmó que “el sector no tiene más margen” y que “las condiciones no cambian y siguen siendo inviables para operar con rentabilidad en el congelado a bordo”. Fernando Álvarez Castellanos, de Conarpesa, resaltó la importancia de unificar criterios para presentar una postura sólida ante las autoridades y los gremios marítimos. Por su parte, Antonio Solimeno, confirmó que la intención es presentar formalmente la propuesta ante el Ministerio de Trabajo para iniciar una negociación que contemple la realidad económica del sector.

Flota paralizada y sin operaciones
Como consecuencia de la falta de rentabilidad, la flota pesquera permanece totalmente inactiva. Los barcos permanecen amarrados en puerto y no saldrán a pescar mientras no se modifiquen los valores vigentes de pago por tonelada y producción.
Gustavo Casanova, del Grupo Arbumasa, advirtió que, aunque el sector ha intentado subsidiar las pérdidas con otras especies, ya no hay recursos disponibles y la situación es crítica, con riesgo de desaparición en el corto plazo si no se ajustan los esquemas actuales.
Rechazo y fracaso de la paritaria
El Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) rechazó por completo la oferta salarial presentada por las cámaras empresariales, declarando la libertad de acción tras considerar insuficiente la propuesta. En una audiencia realizada en la Secretaría de Trabajo, el gremio argumentó que la rebaja del 30% en el premio por productividad y la oferta de aumentos escalonados no corresponden a las características de la actividad y representan una estrategia de presión para reducir los ingresos de los trabajadores.
El gremio también denunció que la propuesta empresarial no responde a la realidad del sector y que la medida busca forzar a los marineros a aceptar menores salarios. Juan Navarro, secretario nacional de pesca del SOMU, afirmó: “Nosotros no vamos a permitir tal rebaja. La pesca de langostino no es rentable, pero esta es una medida extorsiva y no la vamos a aceptar”.

Futuro incierto y búsqueda de soluciones
A pesar de la negativa del SOMU, algunos empresarios mantienen la esperanza de que el diálogo pueda destrabar el conflicto. Se están evaluando alternativas, como anexar el básico al rendimiento o plantear pagos mixtos, pero la idea central sigue siendo reducir los valores de referencia que definen los pagos por producción en los convenios actuales.
El Ministerio de Trabajo será,una vez más, el escenario para discutir la propuesta empresarial, que incluirá argumentos económicos y proyecciones ante la posibilidad de un acuerdo o la continuidad del inactividad de la flota. La tensión entre empresarios y gremios refleja la gravedad de una crisis que no solo afecta a las empresas, sino también a toda la cadena productiva y a las comunidades pesqueras.
Perspectivas y desafíos
El sector pesquero argentino enfrenta una encrucijada sin precedentes. La presión por ajustar los valores de producción y reducir costos se intensifica frente a los precios bajos en el mercado internacional y una estructura de costos rígida. La situación exige decisiones urgentes para evitar que el negocio del langostino desaparezca en el corto plazo.
Mientras tanto, los barcos permanecen amarrados y la actividad pesquera en la región está en suspenso, en espera de una solución que permita garantizar la sostenibilidad económica y social del sector. La negociación entre empresarios, gremios y el Estado será clave para definir el rumbo del sector en los próximos meses.
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