Por Julián Mandriotti
La entrega de los premios Oscar’s 2022 del pasado 27 de marzo será recordada injustamente por el cachetazo que el galardonado actor Will Smith le propinó al conductor de la ceremonia Chris Rock cuando, en realidad, la velada estaba dedicada a consagrar la excelencia de los profesionales de la industria cinematográfica y a premiar a las mejores producciones del séptimo arte del año 2021.
Asimismo, en esta ocasión, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood había decidido, por unanimidad, homenajear al film “El Padrino” al cumplirse 50 años de su estreno en 1972 y que fuera premiado por el Oscar – en 1973 – a la mejor película; a Marlon Brando por el mejor actor y, conjuntamente, a Francis Ford Coppola y a Mario Puzo como los mejores guionistas.
En el mismo momento en que una voz en off anunció el esperado reconocimiento a la película que iba a ser homenajeada, el presentador invitó al escenario a tres de las figuras que habían sido estrellas rutilantes del film y el público invitado a la ceremonia se puso de pie y estalló en aplausos y en interminables y atronadores “¡Bravo!” que retumbaban en todo el amplio recinto del Dolby Theater de la ciudad de Los Ángeles.
Las figuras más esperadas de la noche, Francis Ford Coppola, Al Pacino y Robert De Niro, aparecieron tras abrirse el inmenso telón que dominaba el proscenio. Se detuvieron en el centro y, de inmediato, Francis Ford Coppola tomó un micrófono y expresó su “más profundo agradecimiento a las autoridades de la Academia y quiero reconocer en estos dos entrañables amigos a todos los que hicieron con pasión esta obra que perdurará por siempre”.
En el momento en que lo estaba escuchando a Coppola, se apoderó de mi mente un momento inolvidable que yo también viví gracias a Francis.
Fue en otro marzo, pero del 2008, cuando en una sala de recepción de Instituto Nacional de Artes Audiovisuales – INCAA -, me encontraba gestionando una audiencia con Jorge Alvarez, presidente de ese organismo. De repente se abrió la puerta del despacho y emergió un rostro que le hizo dar un brinco a mi corazón. “¡Es Francis Ford Coppola!”, pensé exultante.
Francis Ford Coppola y Julián Mandriotti cuando entran a ver a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Alvarez hizo una seña para que me acercara y, mágicamente, me encontraba saludando a Coppola en un apretón de manos. Hizo hincapié en mi apellido y me preguntó si yo era italiano, en un forzado idioma entre inglés e italiano. Le respondí que mi madre lo era y volvió a preguntarme dónde había nacido. Le dije que era del sur de la península de una región llamada Puglia. Los ojos de Francis casi se desorbitaron y me contó que su madre – cuyo apellido era Mamarella, según me dijo- también era del mismo lugar.
Después la charla derivó sobre nuestros orígenes y también sobre mis proyectos y aspiraciones cinematográficas. Le comenté que estaba presentando una solicitud de crédito para la realización de una película, basada en una novela que estaba escribiendo y que se titulaba “Y después fue El Che“, que trataba sobre aspectos desconocidos de la vida de Ernesto Guevara de la Serna, antes de ser el emblema de la rebeldía que todo ser humano alberga en su yo más profundo.
Por su parte Francis me contó de su película titulada “Tetro” que estaba filmando en Argentina.
Durante el imprevisto encuentro decidí preguntarle si aceptaba compartir una cena en un restaurante italiano, llamado Il Matterello, en el barrio de La Boca. “¡Certo! ¡En ese barrio estoy filmando mi película!”, me respondió y, tras indicarle la dirección del restaurante, nos saludamos y quedamos en vernos en el lugar a las 21 horas del día siguiente.
Cuando quedé a solas con el funcionario, me dijo sorprendido:
– ¡Qué bueno que te haya aceptado ir a cenar!
-Sí. -le contesté-. Todo un honor.
-Yo creo que tenés que llevarlo a la Casa de Gobierno porque a Cristina le va a encantar conocerlo, agregó Alvarez.
-Yo creo lo mismo, pero ¿cómo hago? No debe ser fácil-, le dije.
-Vení, vamos a mi despacho y hagamos el intento. Yo creo que puedo hablar con Oscar Parrilli que es el secretario general y también a él le va a gustar la idea.
Juntos ingresamos a la oficina y tomó el teléfono que estaba sobre su escritorio, marcó un número y cuando lo atendieron en Casa de Gobierno pidió hablar con el doctor Parrili y, tras presentarse, el secretario de la presidencia, atendió el llamado.
-Hola Oscar, te quiero pasar con un compañero que tiene una idea genial.
Sin cortar la comunicación me pasó el aparato.
-Hola Oscar: soy Julián Mandriotti, ¿cómo estás tanto tiempo?
Y después de un corto silencio que seguramente trató de ubicarme, respondió.
-Hola, Julián! Muy bien y vos? Es verdad, hace añares que no hablamos.
Con Oscar Parrilli nos habíamos conocido a principios de los ’90 cuando él era diputado nacional por la provincia de Neuquén y yo era director de prensa de la Cámara de Diputados. Además, Oscar había sido un enlace muy importante cuando compuse el tema “Compañero” y se lo hizo escuchar a Néstor Kirchner y que sirvió de apoyo musical en su campaña del año 2009 para diputado nacional.
-Contame- ,me dijo.
-Mirá Oscar, yo mañana ceno con Francis Ford Coppola y me gustaría invitarlo a que conozca a Cristina cuando la agenda lo permita
-¿Con Coppola? -me preguntó sorprendido.
-Con Francis Ford Coppola, el director de El Padrino -, le reafirmé.
-¡Ah, sí! Me fui para otro lado-, aceptó con una carcajada-. A ver, esperá…
Tras un silencio corto retomó la conversación.
La audiencia fue para el miércoles 26 de marzo a las 19 horas. “Te pido por favor que no sean más de 15 minutos porque pegado a esta tengo otra entrevista.”
– No te preocupes, Oscar. Así será.
Al día siguiente nos encontramos con Francis en el restaurante de La Boca a la hora convenida y durante la cena le comenté de la visita programada a la casa de Gobierno.
– A las 18:45 horas del miércoles 26 nos encontramos ahí.
Recuerdo que ese día me afinqué estoicamente a las 18:45 en la explanada a la espera de Francis y rogando que no fallara.
En estos casos, las dudas nos carcomen la mente.
Y faltando cinco minutos para las 7 de la tarde, vi que se acercaba un auto y, tras presentarse, le abrían la barrera de ingreso al sector presidencial. El vehículo se detuvo frente a la hilera de automóviles de los funcionarios.
Cuando se abrió la puerta, ví descender a Francis. Vestía un impecable traje blanco de hilo, con una camisa “celeste tornasolada”. La misma ropa con la que había estado un rato antes con el elenco de la película y había posado junto a los actores Alden Ehrenreich, Leticia Bredice, Sofía Gala, Vincent Gallo, Silvia Pérez, Maribel Verdú, Rodrigo de la Serna y Jean Francois Casanovas en el club sirio libanés de Buenos Aires.
Francis Ford Coppola con el elenco de “Tetro”: Alden Ehrenreich, Leticia Bredice, Sofía Gala, Vincent Gallo, Silvia Pérez, Maribel Verdú, Rodrigo de la Serna y Jean Francois Casanovas en el club sirio libanés de Buenos Aires.
Nos saludamos y de inmediato nos dirigimos hacia el sector presidencial donde esperaba el personal de ceremonial.
Al llegar al área de la secretaría privada un asistente nos dio la bienvenida.
Nos acompañó hasta el despacho de la presidenta y cuando abrió la puerta e ingresamos.
Cristina se levantó de su sillón, caminó decididamente hacia nosotros y Victor Bugge, el fotógrafo presidencial, comenzó a seguirla y a disparar su Nikon con tanta velocidad y precisión que parecía una ametralladora.
Ella vestía un pantalón, una chaqueta y una camisola de color rosa fuerte que hacía resaltar el color de su cabellera y estaba estética y magistralmente maquillada.
Cuando estuvo cerca de nosotros, exclamó:
-¡Maestro! Un gran placer conocerlo.
Yo se lo traduje al italiano y Francis le agradeció en inglés que el intérprete de la presidenta lo hizo de inmediato.
Cristina nos invitó a pasar al interior del despacho y nos ubicó en una amplia mesa cercana a su escritorio.
La presidenta se interesó sobre la presencia de Francis en la Argentina. Él le comentó que estaba filmando una historia de un inmigrante argentino que había intentado cambiar su vida en los Estados Unidos pero la suerte le había sido adversa y decidió regresar al país.
– Le digo, maestro, que me pone muy contenta que usted esté filmando en mi país porque esto significa nuestra presencia en el mundo que es muy importante.
La presidenta, de repente, giró su cabeza y se dirigió a mí.
– ¿Y usted, cómo conoce a Coppola?
Le recordé la anécdota del encuentro en el INCAA y que lo llamamos al señor Parrilli para gestionar la entrevista.
– Hizo muy bien Oscar.
Cristina, siguió con su admiración.
– Maestro, le confieso una cosa: soy amante del cine y vi como 10 veces su película El Padrino.
Francis Ford Coppola lanzó una expresión de satisfacción, le dijo que su familia se lo agradece y sus hijos, más, y ambos rieron casi al mismo tiempo.
Francis Ford Coppola y Cristina Fernández de Kirchner en su encuentro en 2008.
Y mientras la presidenta mostraba sus conocimientos cinematográficos que sorprendían al mismísimo Francis Ford Coppola fue transcurriendo la charla.
Cuando salimos del despacho varias personas se acercaron a Francis para pedirle autógrafos. Accedió con gusto y con una humildad que pocas veces vi en un personaje de verdadera fama mundial.
Cuando arribamos al automóvil que lo estaba aguardando en la explanada, me puso una mano en el hombro, me clavó su mirada penetrante y me dijo:
– Vuoi siete sbagliato con questa donna, perche questa donna non e una politica. È una star di Hollywood.
(Ustedes están equivocados con esta mujer, porque esta mujer no es una política. Es una star de Hollywood).
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