La denuncia ingresó a la Justicia de Santiago del Estero a principios de 2020, pero los abusos habrían ocurrido doce años atrás, según la acusación de Florencia Gómez, víctima del cura Carlos Dorado, que en las últimas horas brindó su testimonio a Noticiero 7.

 

Tal como consignó El Liberal, la joven que al momento de los hechos ocurridos en el Instituto Secundario “Monseñor José Weimann” tenía 15 años, también hubo otras alumnas con las que el sacerdote en la Diócesis de Añatuya se habría propasado.

 

El pueblo de Bandera, ubicado a 270 kilómetros de la capital provincial, aún está conmocionado por el relato de Florencia que reveló que el hombre las citaba a solas y que había creado un grupo misionero invitando a todos los estudiantes. Siempre siguiendo el testimonio, se supo que el cura hablaba de sus problemas personales, que lloraba y que “comenzó a pedir abrazos y se fue haciendo progresivo y se puso peor”.

 

“Después de cada abuso, que duró todo el 2009, él decía que me tenía que confesar que yo también era culpable de lo que estaba pasando. Había otro sacerdote pero él no quería que me confiese con el otro porque se iba a enterar”, explicó entre lágrimas.

 

“La vergüenza era tanta porque nos hacían sentir que nosotras éramos las culpables, ni mis amigas lo sabían, ni quería que mis papás se enteren porque sentía que era culpa mía”, recordó notablemente afectada por el calvario.

 

La denuncia

“En el 2012 y 2013 me entero que a mis compañeras también les había pasado lo mismo. Hablamos con monseñor Adolfo Uriona que nos creyó en ese momento (obispo de la diócesis de Añatuya, desde marzo de 2004 hasta diciembre del 2014), nos dijo que iba a actuar”, expresó.

 

El religioso realizó un “proceso canónico” en vez de presentarse en la Justicia. Lo declararon culpable, pero lo perdonaron porque “Dios era misericordioso”.

 

“Pasó mucho tiempo y no nos dijeron nada. Insistimos y después de mucho insistir, nos dijeron que él era ‘culpable’ y que estaba ‘arrepentido’ y como Dios es misericordioso ‘lo perdonaron’. Lo trasladaron de un lugar a otro y le dieron una ‘penitencia’ que era no volver a Bandera, no confesar a niños y adolescentes, no podía estar en contacto con ellos, ni ser párroco ni estar en una comunidad por 10 años”, prosiguió.

 

Ahora, Florencia y otras víctimas piden que Carlos Dorado sea detenido  luego de que la fiscalía formalizara la acusación y la caratulara como “Abuso sexual agravado en concurso real de delitos”.

 

 

 

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