Por Sebastián Premici

La inflación mensual de abril fue del 6 por ciento y si se anualiza, ya llega al 58 % según las estimaciones del Indec. Cuando termine el año, estará por encima de los 60 puntos. En el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se había fijado un parámetro que iba del 38 al 48 %. Tal como se sostuvo desde La Opinión Austral, el memorándum de entendimiento con el organismo multilateral de crédito nació viejo. Si bien el mes pasado las fuertes subas estuvieron marcadas por calzado e indumentaria, los alimentos toman la delantera en la medición anualizada: 62,1 %.

En este contexto, la región patagónica registró una variación de precios del 5,9 %, pero es una de las más altas junto al Gran Buenos Aires al medir los últimos 12 meses: 59 puntos porcentuales.

Con estos guarismos sobre la mesa, es lógico que el conjunto de los trabajadores y trabajadoras sindicalizados busquen cerrar paritarias entorno al 60 %. No es recomposición salarial ni puja distributiva. Es mera supervivencia del poder adquisitivo de un salario que todavía sigue perdiendo peso, sobre todo en los sectores informales de la economía.

La carne, otro de los productos donde la Patagonia paga precios más altos.

El Gobierno insiste en que los haberes le ganarán a la inflación pero sigue centrado en la economía formal, más allá del bono paliativo de 18.000 pesos en dos cuotas para trabajadores informales y monotributistas. Y lo cierto es que el empleo formal crece muy lento.

Necesitan de una alta inflación para que no caigan los niveles de recaudación

“Más allá de la evolución del índice, la relación con el PBI estaría dando cuenta de una menor proporción de esta categoría de trabajo en la economía y, por lo tanto, un proceso de recuperación económica que decrece en términos de oportunidades de empleo. Se sigue verificando un cambio en la composición del empleo a favor de las categorías del autoempleo (mayormente de subsistencia e informales) y una mayor incidencia de puestos de trabajo en el sector público en el marco de una caída de los empleos formales en el sector privado”, sostuvo Claudio Lozano, director del Banco Nación.

Hay un proceso de recuperación económica que decrece

El salario sigue corriendo por detrás, mientras el ministro de Economía, Martín Guzmán, trata de seducir al círculo rojo del Poder Económico con la solvencia de un plan acordado con el FMI que no es tal. Pero los empresarios decidieron bancar al ministro en la puja interna por eso la virulencia contra el secretario de Comercio interior, Roberto Feletti-, aún a sabiendas de que el plan que defienden esté lejos de resolver la cuestión inflacionaria. ¿Por qué? Porque el acuerdo con el FMI es inflacionario.

Seguir con lo mismo

Tanto el Gobierno Nacional como el FMI necesitan de una alta inflación para que no caigan los niveles de recaudación dentro del actual esquema tributario. El acuerdo sólo aporta la novedad del revalúo inmobiliario, que podría incrementar los ingresos en un 0,1 % del PBI. El Aporte Solidario a las Grandes Fortunas permitió recursos extras equivalentes al 0,5 % del PBI. Pero se sabe, este año no habrá nada por el estilo. Y el proyecto para gravar la renta inesperada todavía es incierto.

Secretario R. Feletti.

Además del cogobierno explícito, el acuerdo propone un programa que busca elevar las tasas de interés, tal como se está apreciando por estos días, situación que podría impactar en mayores costos para la producción. Por otro lado, con el objetivo de reducir los subsidios al sector energéticos, se volverán a subir las tarifas de luz y gas. Todo impactará en la evolución de los precios.

Para el investigador Nicolás Zeolla, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), los incrementos previstos en el acuerdo “te ponen una inflación del 6 por ciento en meses”. El nuevo incremento todavía no sucedió y la inflación ya está en el 6 por ciento mensual.

En los primeros cuatro meses de este año, los subsidios energéticos alcanzaron los 427.102 millones de pesos, lo que implica un crecimiento del 166% respecto del mismo período del año pasado. De este total, un 84,9 por ciento se destinó al sector eléctrico y un 15,1% al sector gasífero. El Gobierno se comprometió ante el FMI a reducir las transferencias hacia el sector en torno al 0,6% del PBI. Lo más probable es que este año aumenten básicamente por las necesidades de importación.

Ministro Martín Guzmán.

Dentro de la cuenta acordada con el organismo multilateral, se pactó aplicar un esquema de segmentación para “mejorar la eficiencia” en la distribución de recursos. De aplicarse la reducción de subsidios, el ahorro para el Estado será de tan solo el 0,06% del PBI.

Con estos guarismos sobre la segmentación, cabe la siguiente pregunta: ¿el aumento de tarifas no representará para el Gobierno un mayor costo político en comparación con lo que se pueda ganar en ahorro fiscal? Desde el Poder Ejecutivo no creen que vayan a tener un costo político. En parte esto se lo deberán a que desde hace varios años se habla de los subsidios como “transferencias para ricos”. Ese era el discurso de Juan José Aranguren y es lo que repite Guzmán.

En el acuerdo no hay ninguna señal a la baja para la inflación, ni ancla cambiaria ni ancla tarifaria como en 2021 y con salarios que buscan ganarle a los precios. Es decir, no se ven razones para que la inflación baje a partir del acuerdo con una inercia tan consolidada. ¿Alcanzará con seducir a los empresarios del círculo rojo para generar una confianza mágica que haga cambiar la tendencia? La respuesta se cae de maduro.

“El Gobierno debería dar respaldo a un programa, consistente con políticas sistemáticas coherentes en lo fiscal, monetario, externo, precios, producción, etc. y generar mecanismos de gestión que limiten el internismo, den coherencia a la gestión y fortalezcan los niveles de decisión y ejecución”, sostuvo Alejandro Vanoli, extitular del Banco Central, desde su consultora Synthesis.

Para este economista, sin la adopción de medidas heterodoxas no se puede, pero “sólo con heterodoxia no alcanza”. “El ejemplo del acuerdo de 20182019 que, con emisión cero y ajuste fiscal dejó la inflación en 50% en ambos años, ilustra claramente la problemática. Esta mirada holística debería reunir al oficialismo combinando medidas heterodoxas y ortodoxas para implementar un programa exitoso que evite la stagflación (estancamiento de la actividad e inflación)”, agregó.

Veredicto

En los próximos días se conocerá el resultado de la auditoría del FMI sobre las metas fijadas en el acuerdo con la Argentina. Más tarde que temprano, distintos analistas afirman que se deberá solicitar un waiver (perdón o exención) ya que varias de las metas no lograrán cumplirse.

Las importaciones de abril volvieron a ubicarse en los USD 7000 millones, un 50 % más que en el mismo mes del año pasado, según los datos del Banco Central. Este escenario pegará de lleno en el cumplimiento de la meta con el FMI, que estipuló una acumulación anual de 5800 millones. A su vez, hubo menos exportaciones de granos que las previstas porque los productores están guardando soja.

Las compañías de venta de combustibles actualizaron esta semana sus precios.

La cámara de la industria aceitera y exportadora (CIARA CEC), que nuclea a las 10 compañías que se quedan con el 80 % de las ventas al exterior, publicó esta semana un informe sectorial con un dato clave: para abril del año pasado, se habían vendido 27 millones de toneladas de soja, mientras que para el mismo período, pero de la actual campaña, el ritmo de comercialización descendió a las 13 millones de toneladas. Es decir, hubo 14 millones de toneladas menos, valuadas en casi 9000 millones de dólares.

Tanto la meta de la acumulación de reservas como la reducción del déficit fiscal, producto de las mayores erogaciones por la importación de energía, y la política de ingresos que debe desplegarse ante una inflación del 60 %, ponen en jaque lo estipulado con el organismo. La pregunta que todavía no tiene respuesta es si en la recalibración de objetivos, el FMI será más indulgente o apuntará a reformas estructurales para garantizarse el repago de la nueva deuda.

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