No tiene ese color verde de ese trozo de papel tan deseado en todo el mundo y especialmente en la Argentina. Tampoco brilla como el oro. No es ni un metal ni un billete.

Es un líquido incoloro que, a la distancia, parece un poquito de agua dentro de un frasquito. Sin embargo hoy ese líquido se ha convertido en el objeto más preciado y disputado por todos los países, los más poderosos y los pobres, por las personas más ricas y las de bien abajo.

Las vacunas contra el Covid-19 son el centro de disputa internacional, de un valor económico y geopolítico incalculable. Este líquido tiene hasta el poder de hacer tambalear gobiernos.

 

Hoy ese líquido se ha convertido en el objeto más preciado

 

 

Hoy mandan las vacunas. Ellas determinan cuánto se puede recuperar una economía destrozada por la pandemia, marcan de qué manera se puede volver al trabajo y hasta las costumbres más cotidianas en nuestras terrenales vidas.

Y hoy las vacunas son un bien escaso que se maneja por las condiciones y reglas que impone el sistema capitalista. ¿Es justo? Para algunos no, para otros sí. En definitiva, su reparto es tan justo como lo es el capitalismo. El que tiene más dinero acapara y distribuye a su antojo, mientras que la mayoría espera el tan promocionado “derrame”.

En la Argentina se nota esa escasez. Y mucho. Esta situación obligó al presidente Alberto Fernández a salir a dar un mensaje de alerta: se viene un rebrote fuerte, la sociedad y la economía no aguantan otro cierre estricto y  tenemos escasez de vacunas, así que hay que cuidarse mucho y evitar los viajes al exterior.

 

El que tiene más dinero acapara y distribuye a su antojo

 

Los rusos nos fallaron. Contratamos millones de vacunas, pero nos las envían en cuentagotas. El viernes llegó un cargamento de apenas 330.000, y hoy aterrizará otro en Ezeiza, con una cantidad similar. Pocas para lo que necesitamos. Pero, trascendió, que fue necesario un llamado de Cristina Fernández a Vladimir Putin para que los rusos empiecen a cumplir con lo que prometieron.

Hacia el fin de esta semana, se espera en la Casa Rosada, empezarán a llegar las tres millones de dosis de la vacuna china Sinopharm. Nadie lo quiere confirmar hasta que las vacunas no estén cargadas y el avión haya despegado. También se espera que la ANMAT reciba la documentación necesaria para permitir su uso para mayores de 60 años.

En ese sentido, se analiza la posibilidad de autorizar “el uso de emergencia” de las Sinopharm para los mayores de 60. Cabe aclarar que en China y otros países ya se están aplicando a este grupo etario. Por ahora, la ANMAT prefiere esperar la documentación.

Lo que sí, todo apunta a que se optará por aplicar la primera dosis a la mayor cantidad de personas posibles, lo que ya genera un porcentaje de inmunidad importante, y postergar la aplicación de la segunda. Esto ya ocurre en otros países que carecen de las dosis necesarias para toda la población.

Las vacunas suelen requerir años de investigación y pruebas antes de llegar al público de forma masiva, pero la rapidez con la que se extendió el coronavirus en el mundo necesitó que los años se convirtieran en meses, y se utilizaran de manera urgente sin estar completadas todas las fases de prueba.

 

Todo apunta a que se optará por aplicar la primera dosis a la mayor cantidad de personas posibles

 

Según la Organización Mundial de Salud hay 182 desarrollos contra la Covid-19 en fase preclínica, lo que significa por ejemplo que se están testeando en animales en lugar de humanos, y unos 80 en distintas fases de estudios clínicos, incluyendo los más avanzados que ya se están usando de forma masiva y que cuentan con la aprobación de urgencia de distintos entes reguladores.

La Argentina ya cuenta con casi 4,5 millones de dosis. Una cantidad menor de acuerdo a los contratos por 50 millones dosis ya firmados. Será clave que una cantidad importante llegue antes del invierno.

Como era de esperarse, en la Argentina las vacunas entraron en el juego político-electoral y la oposición utiliza su escasez para golpear al gobierno. No importa si este ataque los obliga a cambiar su discurso de manera casi impune.

No les importa haber dicho que la Sputnik V era un “veneno ruso” que sacrificaría a millones de argentinos por un negocio de Cristina con Putin. Sí, eso decían. Hasta Lilita Carrió presentó una denuncia judicial. No importa. Ahora despotrican porque vienen pocas dosis del “veneno ruso” que se ha demostrado es una de las vacunas más eficientes del mundo.

Esta variante del discurso se aplica también a los países que toman como ejemplo. Primero, la oposición hablaba de Gran Bretaña y Brasil como ejemplos a seguir para evitar las cuarentenas y mantener activa la economía. Con un país estallado que se ha convertido en un peligro mundial y con gente que se muere por falta de camas de terapia intensiva, ya no hablan de Brasil. Después fue el ejemplo uruguayo, hasta que debieron cerrar sus fronteras al turismo con pérdidas millonarias en dólares, dieron marcha atrás con las clases presenciales y fueron los últimos de la región en recibir vacunas.

 

Ahora despotrican porque vienen pocas dosis del “veneno ruso”

 

Ahora se deshacen en elogios con Chile. Efectivamente es el país de la región que está vacunando a ritmo más acelerado, pero la oposición obvia otros datos: tiene el 95 por ciento de sus camas de terapia intensivas ocupadas –están a un paso de la crisis sanitaria- y se usa masivamente otra vacuna china -Sinovac- que no tiene estudios de fase 3. ¿Se imaginan lo que dirían si el gobierno argentino comprara y aplicara vacunas de este tipo?

En tiempos extremadamente difíciles, cada país, cada ser humano sobre este planeta hace lo que puede. Con aciertos y con errores. Así como en el fútbol, el jugador que está en el banco de suplentes muchas veces para el hincha “es mejor” que quien está dentro de la cancha, en política quien no toma decisiones siempre dice tener la solución para lo que está haciendo mal quien gobierna.

Así es como se ve a un ex funcionario pasear por medios opositores dando consejos sobre el plan de vacunación, cuando acumuló 4 millones de vacunas vencidas en un frigorífico que descubrió y denunció la actual administración. Se trata de Adolfo Rubinstein, el mismo que no dijo nada cuando el macrismo desfinanció el Ministerio de Salud hasta convertirlo en una simple Secretaría.

Más allá de las especulaciones políticas, lo cierto es que la Argentina –y muchos países del mundo, incluso algunos europeos- no cuentan con las vacunas que esperaban. Y viene el frío. Y el coronavirus acecha. La lucha sigue y no hay que aflojar.

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