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Por Alicia Barrios (Diario Crónica)
Verdadero: Javier Milei irá al Vaticano. Se va a encontrar con Francisco. Será el 11 de febrero, donde participará de la canonización de Mamá Antula. Ella tiene el auspicio, de singular calidad, de ser la primera santa argentina.
Cierto: es habitual que los presidentes asistan a las ceremonias de las santificaciones de sus compatriotas. Por ejemplo, Mauricio Macri, junto a Juliana Awada, la pequeña Antonia, y dos hijas de cada una de las ex parejas del matrimonio, asistieron a la canonización del Cura Brochero.
Coincide con el viaje que Milei, tiene previsto hacer para encontrarse con Netanyahu. El primer ministro lo invitó a Jerusalén porque lo considera “un buen amigo del pueblo judío”, aunque rehúso, gentilmente, a la idea de Milei de mudar a Jerusalén, la embajada argentina en Israel. Aún no hay nada confirmado.
Es posible que desconozcan el método. Es el presidente el que pide la audiencia para ver al Papá, no es su Santidad, quien lo invita y le manda decir: “ya que usted va para allá, porque no pasa por acá y nos vemos un rato”. De ninguna manera, Milei tiene que cumplir una formalidad. Se trata de informar a la secretaria de Estado de la Santa Sede, su intención de asistir a un encuentro con El Papá y a la celebración de la santificación. Recién ahí responden si es posible o en qué fecha es más factible.
Falso: que haya trascendido de qué van a hablar. Una mentira, un disparate sin precedentes. Al terminar la reunión, es al mandatario, de acuerdo a estrictas normas de protocolo, a quien le corresponde informar acerca de la conversación en conferencia de prensa. Tiene que ser muy audaz porque no todo se puede decir. Por su parte, Bergoglio, a nadie le va indicar que diga esto o no diga lo otro. No es una tarea sencilla. Bergoglio, como buen jesuita, mide todo el tiempo cada palabra. Encima las conoce todas, porque fue profesor de letras y sabe la Biblia de memoria. Al tiempo que entre los tres temas que Dios no sabe es que piensa un jesuita. Sencillo, no es.
Mal que les pese a muchos, la carta de invitación a la Argentina que le hizo llegar Milei a Bergoglio, es impecable. Estuvo asesorado, por un exfuncionario de altísimo rango, muy vinculado a Bergoglio, a quien conoce con hermandad Bergogliana. Esto sí no está confirmado. Si el 11 tiene la canonización, está sobre marzo, que es Semana Santa, con las previas de Domingo de Ramos y otros eventos, al que se suma el aniversario número 11 de su pontificado, en el cual el Papa siempre hace un retiro espiritual. No suele quedarse en Roma. Es rigurosamente cierto, que tiene ganas y decisión de venir en este año. Hay que saber que no es fácil mover a un Papa se necesita un trabajo de logística intenso de seis meses previos. Todo confidencial. No van a llamar a los periodistas para hacer una conferencia de prensa. Ahí se anuncia el viaje. Es fundamental saber, que no existe en el protocolo papal, llamar a los presidentes que ganan elecciones. En todo su papado, Bergoglio llamó a Joe Biden, de quien es amigo personal de trato frecuente y a Javier Milei. Lo demás siempre fue silencio. No me pregunten más por qué a aquel no, a este tampoco. Desconozco la razón. No se olviden que menos averigua Dios y perdona.
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