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“Mi corazón no es de piedra ni madera” es el título de la obra de teatro que estrenó hace dos semanas el dramaturgo y director teatral santacruceño Martín Marcou.
“La obra, como todo lo que vengo escribiendo en estos últimos años, ubica su relato en la Patagonia Austral. Ese es el escenario donde se cuenta la historia de una mujer trans que se cruza con algunos hombres que van transformando su vida; a la par, ella transforma la de estos varones. Es una obra de encuentros, de cruces y triangulaciones, de amoríos pasados de cumbia y viento, de preguntas en torno al carácter de lo transitorio en nuestras existencias. ‘Mi corazón no es de piedra ni madera’ habla sobre los que nacen y mueren en un mismo lugar, sobre los que vienen un rato a los pueblos de la Patagonia y sobre esos que están de paso, pero dejan huella”, explica Martín Marcou a La Opinión Austral.
El texto de la obra fue escrito en el marco de la carrera de dramaturgia que cursó en la Escuela Metropolitana de Arte dramático (EMAD). “Lo ensayamos alrededor de un año y medio. El proceso fue muy rico. Me interesa mucho el espacio de ensayo como campo de prueba. Los actores de la obra aportaron trabajo, entrega y compromiso para la configuración del universo”, valoró.
Morena Yfrán, Facundo Tomás y Cris Bernal Niño protagonizan la obra y esta es la primera que trabajan con Marcou. “Parte del equipo también es nuevo en mis obras, exceptuando la productora general Bibiana Glait, con quien estoy desarrollando mi segunda experiencia; ‘Caro’ Curci, quien es mi compañera de escenario en ‘Hijo del Campo’, y Gonzalo Pérez, quien viene ayudando a producir mis obras desde hace un tiempo. También tengo que decir que Vanina Moreno (diseño gráfico) y Leandro Martínez (fotografía) son amigos que acompañan hace muchos años mis procesos creativos”, detalla.
Una búsqueda
Marcou nació en Tres Lagos, vivió su adolescencia en Comandante Luis Piedra Buena y durante un tiempo en Río Gallegos, aunque hace más de dos décadas reside en Buenos Aires.
El año pasado, en una entrevista al suplemento Arte y Cultura, había expresado: “Necesito volver a la Patagonia y estar a través de mis obras, quizás tal vez hay una cuestión de añoranzas, de nostalgia, algo de homenaje, pero también es proceso de investigación, para crear lenguaje. Siento que no se agotó lo que tengo para decir en cuanto a mi relación con la Patagonia y lo que la Patagonia le expresa a mi poética”.
Queda claro que sus textos son atravesados por el sur, pero ¿qué busca que le suceda al público con su obra?
“Me interesa el ejercicio de relocalización que implica traer un ecosistema tan singular como es la vida de pueblo en la Patagonia Austral a los escenarios de la ciudad. Plantear problemas y preguntas para la escena. Recuperar el valor del relato, las historias, la composición actoral, el encuentro de los cuerpos en un escenario”, señala.
“El otro día, en una radio, un periodista que fue a ver la obra me dijo: ‘Al ver la obra, tuve la sensación de que se me permitía espiar la vida de estas personas a través de la mirilla de una puerta, pude entrar en esa casa un rato’. Esa idea me resuena, porque la obra propone ese viaje. Fue una buena síntesis”.
Cerrando, reconoce: “Poder estrenar una obra de teatro es un privilegio en este contexto donde todo cuesta el doble, donde los salarios no alcanzan para vivir y donde no se recupera la inversión que realizás. Te salva la grupalidad, los procesos asociativos, el encontrarse con otros que tienen ganas de hacer cosas desde la creatividad y que además aman el teatro. El teatro, una vez más, es refugio y trinchera“.
“Mi corazón no es de piedra ni madera” se está presentando los sábados a las 21:00 en Espacio Tole Tole, en Pasteur 683 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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