En la memoria de Diego está cuando ingresó por primera vez al Tito Wilson. El encargado de llevarlo fue nada más ni nada menos que su padre, Fernando.

 

17 años pasaron de ese momento. 17 años de forjar día a día este amor, de esos que “no deben morir jamás”. De cebollita a la Liga Nacional. Dos ascensos con Hispano y un sinfín de viajes a competir desde que comenzó a dar sus primeros pasos en la institución.

 

En diálogo con La Opinión Austral, el actual alero U23 del Celeste expresó sus recuerdos de los primeros años, las amistades que le dieron el club y el deporte y la importancia del acompañamiento de sus padres en estos 17 años, en los cuales estuvieron presentes en cada paso que daba Diego.

 

Cada vez que se le pregunta, “¿Hace cuánto que pisás esta cancha?, responde “no me hagas acordar”, muchos años. Mucho tiempo para un joven de 23 años que desde los 5 pisa el parqué del Tito Wilson y se viste de Celeste.

 

2018, cuando fue elegido como el deportista del año en Hispano.

La actualidad, luego de haber jugado en el básquet rosarino, lo tiene en Hispano disputando la Liga Nacional con el Celeste en la burbuja sanitaria en Buenos Aires.

 

Hace menos de una semana regresaron a Río Gallegos y se lo observa a Diego contento de retornar a sus pagos.

 

“Mis viejos, contentos de poder verme, en esta temporada estoy teniendo más minutos e intento aprovecharlos lo más que puedo”, afirmó el alero.

 

17 años no son nada

En estos 17 años han pasado muchas cosas. Torneos, viajes, personas y compañeros que transitaron junto a Diego este camino.

 

“Mis primeros recuerdos son de que el club era diferente, cuando era chico te tomaban la presencia y te daban una tarjeta, ahí nos sentábamos con mis compañeros en la tribuna que llegaba hasta el piso y esperábamos a entrenar”, recordó Koch.

 

El riogalleguense pasó por todas las categorías en Hispano, la primera fue Cebollitas: “De chiquito me acuerdo que estaban Juan Manuel Cabezuelo y Matías Lugones, que fueron los que me enseñaron a jugar al básquet”, expresó.

 

Juan Manuel Cabezuelo y Matías Lugones me enseñaron a jugar al básquet

Con el tiempo, fue forjando amistades que perduraron en los años. Como en el caso de Matías Velásquez y Facundo Zalazar, quienes compartieron equipo con Diego durante años: “Con Facu siempre hacíamos dribbling, era muy divertido. Tanto él como Mati jugaron conmigo desde chicos, hasta que se fueron a estudiar los dos”, manifestó Diego

 

Otro de los entrenadores claves en el paso de Diego en el club fue Jose Luis Garcia, quien lo dirigió desde sus 13 años, y hasta acompañó a Bernardo Murphy en los dos ascensos: del Torneo Federal al TNA, y del TNA a la Liga.

El plantel que ascendió al TNA en 2014, en el que estuvo Diego.

8 de junio de 2016

Esta fecha está en el corazón de cada hispanista. Imposible para Diego olvidar este momento. El día en que el sueño se hizo realidad. Con su familia en la tribuna, su padre en el chulengo vendiendo comida, y su madre en el kiosko del club, Hispano logró el ascenso a la Liga Nacional ante Barrio Parque, en el Tito Wilson.

 

Lo mejor que viví en el club fue el ascenso a la liga, fue una locura

“Creo que el momento más importante y lo mejor que viví en el club fue el ascenso, fue una locura, por todo lo que pasó, perdimos el primer partido, el segundo lo ganamos, perdimos el cuarto y ganamos el quinto, se llenó la cancha, se cortó la luz y fue un día de mucha adrenalina, fue tremendo”, recordó con emoción el santacruceño.

 

Diego junto a sus padres: Fernando Koch y Nora Elizabeth Varela.

Sus padres, tanto Fernando como Nora, fueron importantes en el camino de Diego. “Ellos siempre fueron de ir a verme, si mi viejo no iba era porque trabajaba”, finalizó.

 

Un día llegará el momento en que Diego juegue en otro club, pero el Celeste estará presente siempre en sus recuerdos. Hoy transita su año número 17 en Hispano y va por muchos más.

 

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