Betiana Morrone y su pareja -Matías- son propietarios del bar Valhalla de Caleta Olivia, que estuvo cerrado más de siete meses por causa de la pandemia de Covid-19. La mujer visitó la oficina de La Opinión Zona Norte e hizo un repaso del año que vivieron. “Fue muy difícil e igual de feo”, contó.

 

Actualmente están trabajando con reducción de horario, pero tienen muchas deudas para afrontar.

 

 

El día que supieron del tema por primera vez estaban viendo la televisión y salió a noticia de que la población argentina iba a quedar encerrada. “Me acuerdo de ese día y no me gusta, fue re feo. El presidente dijo: Que Dios nos acompañe y fue catastrófico, yo abracé a mis hijas pensando en que íbamos a tener que cuidarnos”, recordó, notablemente conmovida.

 

 

“El único sustento en ese momento era Valhalla, encima ya veníamos medio golpeados y a los tiros cuando dijeron que estaríamos 14 días encerrados. Nos organizamos con los empleados porque pensamos que eran esos días solamente, pero después fueron siete meses se fueron sumando y se hicieron muy largos, ya no se podía pagar a los empleados y la verdad que ya no podía darles más plata porque no trabajamos”.

 

Ayuda

Entre gastronómicos de la ciudad de El Gorosito hicieron un grupo para buscar ayuda del Estado. “Nos encontramos con que estamos todos en la misma situación, recuerdo que nos encontramos en la Cámara de Comercio con Miriam Giorgia y empezamos a armar un grupo con la Municipalidad para ver cómo podíamos salir de ese momento”. De 11 empleados, sólo quedaron siete.

Tuvimos que adaptarnos a todo, nos dimos cuenta que el delivery no funcionaba para nuestro rubro, íbamos a pérdida y tuvimos que cerrar porque no teníamos ni para pagar al cocinero”. El local estuvo cerrado alrededor de siete meses. “Cuando empezaron a estar hasta las 23 horas, fuimos de a poco, después el 17 de diciembre se abrió del todo y ya son tres meses desde eso”, agregó.

Y agregó: “No tuvimos para comer, los chicos (sus empleados) tampoco, ahora estamos trabajando bien, la verdad que no podemos quejarnos, pero este fue un año que no se pudo pagar nada y tengo un choclo de deudas. Tenemos que trabajar para pagar el doble”. Vendió la mayoría de sus pertenencias para afrontar los gastos, pero aún le quedan deudas para cancelar.

La pasaron mal, pero Betiana destaca que en el camino conoció gente que la ayudó. “El Flaco de Roma fue una de las personas que me tendió una mano grandísima, el día que tenía que abrir no tenía nada, ni para comprar, él vino y me dijo: Andá (a su comercio) y busca lo que necesités. En la pandemia también conocés gente solidaria y siempre estoy re agradecida con él”.

 

“Es lucha”

Betiana se siente como “una guerrera vikinga que sale a luchar”. En su momento recordó que se sentía mal, depresiva y con escasas ganas de hacer, pero cuando se dio cuenta de que sus hijas no podían verla así, la pandemia la rebeló. “Me dije a mí misma: Tengo que salir a buscar alguna solución, pero no para mí sola, sino que para muchos que se quedan en la casa porque no saben cómo hacer”, destacó.

En ese momento se sintió como la voz que tenía que ir y hablar por el resto y ahora siente que con la pandemia de Covid-19 se trata de salir a luchar unidos. “Debemos cuidarnos a nosotros mismos y estar siempre unidos, eso es lo más importante. A mí no me queda otra, yo tengo que salir adelante porque todo lo que invertí en mi vida lo tengo ahí y no lo voy a perder, no voy a bajar los brazos, voy a seguir y voy a pagar hasta el último centavo que deba”, concluyó.

Leé más notas de La Opinión Zona Norte