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En un pueblo de Chubut donde el silencio suele ser cómplice, un hombre de 74 años sobrevivió a meses de torturas, humillaciones y privación de libertad. La sobrina de la víctima, de Santa Cruz, intentó rescatarlo, pero el miedo y la manipulación de sus captores lo mantuvieron atrapado hasta que un policía lo encontró encapuchado, desnutrido y con fracturas.
Carlos Valero, oficial de la Comisaría de Paso de Indios, no olvidará el día en que vio a José (nombre reservado), un anciano de 1,45 metros, arrastrarse por las calles del pueblo con una capucha que intentaba ocultar su rostro magullado. “Me van a castigar si no vuelvo“, balbuceó. Tras insistirle, el hombre —pesaba apenas 40 kilos— confesó entre lágrimas: “Si me promete que no me hace volver más, yo cuento todo”.
Según indicó el diario Jornada, las fotos de su cuerpo —orejas deformadas por golpes, mandíbula fracturada, quemaduras en las rodillas por horas arrodillado en pedregullo— fueron la prueba irrefutable del calvario que padeció bajo el dominio de Marta Caucamán y su hijo Juan Ovejero. Lo obligaban a trabajos brutales. Si se negaba, el castigo era peor.

Meses antes del rescate, una sobrina de José viajó desde Santa Cruz tras enterarse de que su tío estaba en peligro. Al llegar a su casa familiar, una vecina le soltó la bomba: “Tu casa la vendieron, y tu tío está con Marta”. Fue a la Comisaría, pero los Caucamán lo “entregaron” solo tras presión policial. Ella solo pudo verlo tres veces, escondido, antes de partir con la angustia de saber que algo andaba mal.
Marta Caucamán, tejía su poder con engaños y violencia. Primero estafó a José vendiéndole un auto que nunca le entregó. Luego lo convenció de ir a un chequeo médico en Esquel, donde lo forzó a sacar un préstamo. De vuelta en el pueblo, descubrió que su casa ya no era suya: la habían vendido. Lo “alojaron” en una pieza del patio, pero era una celda. Le robaron hasta la tarjeta del PAMI y su jubilación: usaban el dinero para comprar celulares y televisores.
Con Caucamán y Ovejero tras las rejas, la Justicia investiga otros si hubo más víctimas. Los vecinos callaban, pero ahora hablan de las “conductas” de la mujer. José, recuperándose en Santa Cruz, sueña con volver a su pueblo y recuperar su casa
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