Creada por el profesor Germán Juárez, la Escuela de Básquetbol del Club Social y Deportivo Independiente forma con fundamentos básicos y con valores. Las familias son un pilar esencial para cumplir los objetivos y son las que hacen que, a 12 años de su creación, el Rojo sea el segundo de hogar de diablitas y diablitos. 

Por Belén Manquepi Gómez

Hace 12 años, Darío Lacaze, dirigente del Club Social y Deportivo Independiente de Río Gallegos, le propuso al profesor Germán Juárez crear la Escuela de Básquetbol. Con pasado como jugador profesional, el nicoleño había dado clases en el Club Belgrano, el Club San Martín y el San Nicolás, pero esta propuesta implicaba algo más: partir de cero.

“Hicimos un relevamiento, no teníamos nada, tuvimos que empezar con mucho sacrificio para conseguir los balones, la indumentaria para que puedan entrenar y a su vez puedan participar de los partidos contra otros equipos. Fue la ayuda de los papás lo que posibilitó que pudieran vivenciar dentro de la cancha lo que queríamos proponer nosotros desde afuera”, recuerda a La Opinión Austral.

La Mini LiBaR

Hace algunos años, la pujante Liga de Básquet Riogalleguense generó la Mini LiBaR, un calendario que cada 15 días cita a las categorías más pequeñas a las canchas de la capital santacruceña.

La atención de los organizadores y la predisposición de las escuelas es lo que hoy posibilita el juego. “Durante los otros 15 días, si queremos, podemos viajar a otra competencia, a una capacitación o evaluar cómo están los chicos, eso hace que estemos más organizados”, comenta. 

Enseñar un deporte es tratar con niños y niñas que en cada entrenamiento ponen todo su esfuerzo para superarse y que enfrentan sus errores y aciertos y los sentimientos que estos conllevan. En este sentido, por parte del profesor hay una atención especial a la hora de enseñar. “Trabajo con una misma línea en el club, trabajamos los valores, son el pilar fundamental para toda persona para moverse dentro y fuera de la cancha. Trato con personas, así que debo tratar de formarlos como tales para desenvolverse en los ámbitos de la vida, siempre les doy ejemplos del básquet y la vida para que puedan comparar y vean el sacrificio que uno hace y que los papás hacen para que estén disfrutando de este deporte”.

Señala además que “no todos somos iguales, por eso sobre algunos hay que trabajar un poquito más, pero la línea es la misma para todos, entre todos tenemos que trabajar como equipo para que podamos estar de la mejor manera”.

La escuela tiene entrenamientos los martes, jueves y sábados, por lo que los compromisos de la Mini LiBaR muchas veces se superponen con los entrenamientos.

“Con el correr del año, ese entrenamiento se nota, si sumás que cada 15 días tenemos un entrenamiento menos, pero eso tratamos de suplirlo con distintas actividades, cuando tenemos la posibilidad de tener un entrenamiento extra y cuando tenemos una capacitación. Sirvió de mucho cuando el año pasado llevamos al campus a Eduardo Nieva con el levantamiento olímpico de pesas, sirvió para que esos chicos empiecen y tomen en cuenta la importancia de la parte física, del cuidado del cuerpo. Este año entre U13 y U15 tengo más de diez chicos que ya están iniciados en la preparación física”, cuenta.

Por otra parte, una de las principales dificultades es la situación económica que no es la más propicia para el desarrollo de actividades, por lo que sostener una escuela tampoco es fácil. En ese contexto, señala que “la situación no es la mejor, pero siempre tratamos de hacer actividades para que los chicos tengan sus cosas, no dejamos de darle su regalo para el Día del Niño, para el Día del Padre, Día de la Madre. Trabajamos para que los chicos tengan su remera, sus materiales para poder entrenar, hacemos todo lo posible para que estén muy cómodos dentro y fuera de la cancha”.

Proyectos 2019

Este año, la Escuela de Básquetbol está participando de la Mini LiBaR y con U13 en las Formativas de la Liga de Básquet Riogalleguense. Además aguarda por el primer compromiso en Liga Centro, donde juegan sus representativos U13 y U15. 

Pensando en los próximos meses, hay más proyectos, por ejemplo en junio se realizará el Coach Vecchio Basketball Camp. “Viene una figura internacional que es creador de la Generación Dorada, son eventos que no se dan tanto en la localidad, esperamos que salga de la mejor manera posible”, manifiesta Juárez.

A fines de octubre será el 52° aniversario del Rojo y, como lo hacen cada año, programarán un evento a tal efecto. “El año pasado hicimos un encuentro de Mini, trajimos a Rosco, este año queremos hacer algo especial con los Cebollitas. Hemos incorporado a los Pulguitas (4 años) y queremos hacer una actividad especial, ya ronda por mi cabeza, pero le estamos dando forma”, adelanta. 

La familia del Rojo

En el Rojo hay una clave, la familia, la del profesor Germán Juárez y la de cada diablito y diablita, que dice presente en cada actividad que se convoca, brindando su tiempo y mostrando que cada logro es el resultado del esfuerzo en conjunto. 

“El año pasado se nos fue una familia de la localidad, está en la provincia y en una foto que subimos de un partido puso que extrañaba la familia del Club Independiente, creo que hay que apuntar a formar una familia, a que tengan el mejor recuerdo de donde están, de donde pertenecieron, donde estuvieron jugando y de los grandes momentos que han pasado. Cuando un chico se nos va, queda un espacio que hay que tratar de cubrir, pero siempre va a estar presente”. 

Lo que hoy se plasma en la Escuela de Básquetbol es un eco de lo que Juárez tiene marcado en su historia familiar. “Cuando era jugador tenía a mi papá que me seguía a todos lados, había un grupo de padres que nos seguía a todos lados y era muy importante tener la presencia de los padres, si algo no salía, ellos estaban presentes siempre, para mí es fundamental que acompañen los entrenamientos, es muy lindo verlos en la tribuna, conversando, haciendo grupos de amigos y sobre todo que cuando el chico levante la vista, los vea sentados ahí, es fundamental. El trabajo de los padres en el club es fundamental también, porque trabajan incansablemente en el kiosco, arreglando los aros, hacen muchísimas cosas que hacen que sea su segunda casa, el club vaya mejorando, creo que es una forma de ser y pertenecer al club y quererlo, que sea algo más que un club”.

La cantera de los “Diablitos”

En el gimnasio Gumercindo Pacheco, los chicos aprenden los fundamentos del básquet y forman sus primeros lazos de amistad. En cada entrenamiento la clave es compartir y en cada partido, aprender mucho más. En la cantera de los “Diablitos” lo que importa es formarse con valores en un espacio que, más que club, es su segundo hogar.

(Fotos: Mirta Velásquez)

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