El 18 de mayo se cumplieron diez meses de que el cuerpo de Zulma Malvar fuera encontrado por su hijo, tirado en el patio de su casa y semidesnudo.

Con el correr de las primeras semanas, la idea de un crimen familiar se fue diluyendo por la ausencia de pruebas o, mejor dicho, porque los exámenes descartaron a las personas de su entorno más íntimo, que luego se constituyeron en querellantes.

 

Los pedidos de justicia no cesaron.

 

Meses atrás, este diario supo que el juez Ludovico Pío Pala tenía un as bajo la manga, con la detección de un pelo que no había sido identificado como de Zulma y que apareció sobre el cadáver.

Ese material genético fue encontrado por especialistas del Laboratorio Regional Forense, que le sugirieron a Pala que ordenase el estudio mitocondrial en la Universidad de Buenos Aires.

Fueron 20 muestras giradas a la UBA, que recientemente trajeron un resultado ensombrecedor, porque el pelo le pertenecía a la víctima y no a quien la tomó del cuello por detrás para asfixiarla.

No se descarta la posibilidad de ofrecer una recompensa por datos sobre el femicidio

Zulma había nacido en San Juan, tenía 63 años y era una médica respetada, tenía amistades, vida social y muchas personas aportaron testimonios que la libraron de cualquier embrollo o circunstancia que la pusiera en peligro.

Al menos eso sostienen los testigos del caso, pero para los investigadores quien la mató tenía problemas previos con ella porque no fue un ataque al azar, no fue un robo. Hasta su billetera estaba a la vista y no la tocaron. El crimen fue personal.

El examen mitocondrial determinó que el pelo encontrado en la escena era de Zulma Malvar

Los investigadores no creen eso de que nadie tenía problemas con ella. Alguien debió tenerlos y todavía sostienen que el golpe pudo venir del lado de su trabajo en el Servicio de Ginecología del Hospital “Miguel Lombardich” o la Clínica Nuestra Señora del Valle. ¿Venganza?

En el expediente, que sumó cerca de diez cuerpos, todavía están pendientes nuevas testimoniales, dos pericias que quedan por agregar y algo todavía más importante: ADN de un varón. Sin embargo, no pierden las esperanzas de que eventualmente aparezca un nuevo testigo o se ofrezca recompensa, aunque eso sería “tirar la toalla”, dijeron a este diario.

Leé más notas de Sara Delgado