La educación y el retorno a las aulas aun tienen signos de interrogación, por lo que pensar en 2021 significa “tantear a oscuras” al momento.
Los estudiantes atraviesan un periodo crítico, pero sobre todo aquellos que están en el último año del secundario.

Lara Felgueroso está en último año del Colegio Salesiano y en 2021 pensaba irse a estudiar a Córdoba. Su mamá, Tamara, la impulsa para que el panorama no la desanime y pueda seguir con lo proyectado.

Entre los vaivenes de la pandemia, el año comenzó difícil, pero promediando 2020 las expectativas habían subido. Todo fue cuesta arriba con el brote de casos positivos y volvió a frustrar una posible salida.

“Al principio lo primero que se me vino a la cabeza fue ya a va a pasar, después se fue alargando y cada vez era más agotador tener que hacer todo virtualmente”, contó Lara.

Cuando la situación “aflojó”, sus expectativas comenzaron a subir. “Pensaba en que ya iba a poder volver al colegio y vivir lo que nos tocaba como alumnos del último año. Cuando pensábamos que estábamos ahí, llegó el brote y cada vez fue peor”, relató.

Con todo el panorama en contra, debió mirar para adelante y planificar su paso universitario. Tiene planeado irse a estudiar a Córdoba para ser odontóloga y ya se está preparando para el ingreso a través de un instituto que da clases por Internet.

“Yo estaba con pocas ganas y desmotivada, mis papás me ayudaron un montón en pensar que siempre hay algo positivo a pesar de todo esto. Más allá de que haya perdido el último año, tengo lo principal que es la salud, si no la tengo no voy a poder seguir con mis objetivos a futuro”, dijo sin dudarlo.

 

Los estudiantes secundarios dejaron atrás los viajes de egresados y las fiestas de fin de año.

Por otro lado, Mía Müller, con 18 años, se anotó en la UBA XXI, el programa de educación a distancia de la Universidad de Buenos Aires para quienes cursan materias del Ciclo Básico Común, el primer paso académico.

“A mí me costó mucho encontrar un equilibro entre terminar la escuela y los estudios de la universidad”, describió. Mía dijo que en estos tiempos y en otro contexto, ya estaría buscando una pensión o dónde quedarse en la capital, algo que con la pandemia no se pudo dar.

“Ese es uno de mis proyectos que tuve que atrasar, me quedaré acá lo que sea necesario y una vez que todo esté estable, me adaptaré a la mudanza y toda esa etapa”, contó la estudiante. Por lo pronto, busca, al igual que Lara, adelantar proyectos universitarios.

Bruno Putruele tiene 26 años y estudia Ingeniería Electromecánica en la Universidad Tecnológica Nacional de Río Gallegos.

En términos universitarios, la pandemia atrasó a varios alumnos y algunas mesas de examen quedaron en suspenso. Sin embargo, el panorama no es tan complejo para los más grandes, que manejan tiempos muy distintos a los escolares.

“Yo terminé de cursar la carrera el año pasado y me quedaban siete finales, hace poco me puse las pilas para rendir materias y di un final, así que ahora me quedan seis”, contó Bruno.

“Había pensado estar recibido a principio del año que viene y, si se quiere, voy bien”, señaló el estudiante avanzado.

Entre las complejidades, adaptarse a la virtualidad no le fue fácil y, con esfuerzo, tuvo que acostumbrarse a no pisar la facultad. Mientras, los estudiantes planean desde casa y esperan volver a la normalidad lo antes posible.

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