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“Si vas para Santa Cruz tenés que probar los helados de Tito”, suele escucharse de manera recurrente entre quienes suelen visitar la provincia patagónica. Las cremas heladas y los chocolates de la firma se convirtieron en una marca registrada de Santa Cruz en estas casi seis décadas desde su aparición.
La heladería -reconocida como entre las mejores cuatro del país– es una de las tantas pymes que decididamente apostó y apuesta al valor agregado santacruceño. La historia de “Helados Tito”, sin dudas, es una muestra de que la dedicación, el esmero y la profesionalización son las claves para alcanzar el éxito más allá de los desafíos que prepara el destino.
Con el transcurrir de los años, la pequeña empresa emplea alrededor de 50 personas entre El Calafate, Río Gallegos y Zona Franca.
Cecilia García, segunda generación de los dueños del imperio de helados artesanales santacruceños, relató a La Opinión Austral los desafíos pasados, presentes y futuros del emprendimiento que llevó el sabor a la mesa de los santacruceños en cada encuentro familiar y social.
Inicios
La historia relata que Helados Tito cuenta con una trayectoria que superó las cinco décadas. En 1965 fue inaugurada por Guillermo “Tito” García, en avenida Roca y Perito Moreno, luego fue trasladada a Perito Moreno 63, Río Gallegos.
En ese incipiente camino, Eduardo “Chiqui” García hermano de “Tito”- ya sumado en la iniciativa decidió adquirir la totalidad del emprendimiento gastronómico y junto a su esposa, Marta Castro de García, se pusieron al frente.

Zona Franca. La heladería artesanal está a cargo del patio de comidas en el recinto comercial. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL
Independientemente si fue suerte o fruto de la apuesta al crecimiento y desarrollo, el viernes 23 de noviembre de 1979 cambió el destino de la naciente empresa. “Con una rifa que papá ganó de la Sociedad Italiana, eran interesantes los premios, se compró la esquina de Zapiola y Corrientes. Se instaló la fábrica y la heladería”, recordó Cecilia a La Opinión Austral.
Las inversiones fueron una constante. Siempre apuntaron a actualizar la maquinaria, sería la herramienta clave para forjar el prestigio presente de la pyme santacruceña.
Tito elabora sus productos de forma artesanal, lo industrial no es una opción.
Por aquellos años, Río Gallegos era un pequeño poblado de la Patagonia sur argentina. Las heladerías no abundaban, todo lo contrario. Cecilia García recordó que la competencia en el rubro era prácticamente inexistente, por lo que el mercado ofrecía la posibilidad de ampliarlo.
“Papá instaló la tendencia para que la gente tome helado en invierno, hasta ese momento las heladerías permanecían cerradas”, precisó al ahondar en sus recuerdos.
El Calafate. Los turistas disfrutan de las cremas heladas.
Esa decisión permitió a la firma familiar ofrecer sus productos artesanales a lo largo de todo el año. Sin embargo, la forma del consumo en aquellos años iba a cambiar otra vez. “Se instaló el helado como postre, no estaba popularizado y la sociedad se acostumbró a consumirlo de esa manera también”, así las cremas heladas fueron ganado cada vez más terrenos hasta formar parte de la mesa de los reencuentros familiares y sociales que tenían lugar en la capital de Santa Cruz.
Familia
En el emprendimiento siempre estuvo involucrada toda la familia García. “Desde pequeños veníamos junto a mi hermano a la heladería, antes o después de ir a la escuela”, “recuerdo que se fabricaba hasta muy tarde y junto a mi hermano –Oscar García Castro– acompañábamos a papá y mamá”, contó Cecilia García.
Dulce de Leche, Crema Calafate, y Crema del Cielo, los sabores más demandados.
Siempre en ese mismo equilibrio, la apuesta fue muy grande para que “Helados Tito” se reconvirtiera en un negocio sostenible. “Eran pocos los empleados por aquellos años, comenzaron a enseñarnos la atención al público y el manejo de la caja. La infancia y adolescencia fue dentro del negocio con una fuerte apuesta al trabajo”.
¿Cuáles fueron los grandes desafíos?, preguntó La Opinión Austral. “Hubo épocas muy difíciles que gracias a Dios se lograron superar, pero costaron sangre, sudor y lágrimas”, relató la máxima responsable de la pyme.
Visita. Cristina Kirchner, Cecilia García, Oscar García, Alicia Kirchner, Marta Castro, y Eduardo García, en la tradicional heladería.
La última -sin dudas- fue la llegada del coronavirus. Desde 2016 “Helados Tito” llevó adelante un proceso de inversión con un hito comercial que tiene lugar en Río Gallegos: Zona Franca minorista.
“Se hizo una inversión muy grande desde el 2016 para la apertura del local en Zona Franca y presentó sus desafíos económicos. Las idas y vueltas no permitieron abrir en el tiempo planificado, pasaron cinco años sin recuperar lo que se había invertido”, recalcó.
Además, de la misma manera que ocurrió en cada sector productivo, la pandemia modificó lo planes pautados. Así fue que la nueva generación de la familia comenzó a dar los primeros pasos. “Con la llegada de la pandemia tuve que hacerme cargo del todo del negocio, papá de a poco está volviendo y estamos a la par. Sumamos la tercera generación, mi hijo Lucca Slamovits, que también comienza a aprender”, manifestó Cecilia.
Provincia
Sin bien la heladería inició en Río Gallegos, el interior santacruceño históricamente fue un mercado oportuno para ser conquistado. En los primeros años, Eduardo “Chiqui” García, tomó la decisión de visitar distintas ciudades: Puerto Deseado, Piedra Buena, El Calafate, El Chaltén y Río Turbio.
Comenzó a trabajar en la pyme, la tercera generación de santacruceños.
La villa turística tuvo una gran aceptación por lo que los esfuerzos se enfocaron en ese destino. “En una primera época se llevaban los helados desde Río Gallegos, luego montamos el local propio y la distribuidora. Tuvimos dos locales, finalmente se abrió un solo local grande que es heladería y confitería”.
Como lo fue desde un inicio, la filosofía de la empresa es marcar presencia en toda Santa Cruz, pero la logística impone sus propios desafíos. Quizás sea el próximo paso empresarial a dar.
A futuro
La apuesta a la Zona Franca minorista de Río Gallegos marca el futuro inmediato de la heladería artesanal. “El predio se va a agrandar”, se esperanza Cecilia García acerca de la última unidad de negocio de Tito. “Hay muy buenas proyecciones”, ratificó a La Opinión Austral.
En esta sintonía, la empresaria dijo que “Zona Franca cumplió las expectativas de todos, hubo unas demoras con Aduana en algún momento y eso generó algunas dificultades con el stock, pero la gente fue a pasear y a conocer el lugar”.
Desde la pyme santacruceña confesaron que “no queríamos lamentarnos de no estar desde el inicio, la inversión fue un riesgo, pero siempre buscamos avanzar y generar nuevas unidades de negocios”, “viene mucha gente del interior que quizás no nos conoce y tienen la posibilidad de probar nuestros productos”.
En esta revisión de la historia de una pyme pujante de Santa Cruz, los emprendedores dieron cuenta a La Opinión Austral que continuarán enfocándose en los productos elaborados artesanalmente, “ésa es nuestra marca distintiva. Además, nuestros clientes son fieles y siguen acompañándonos. Es gratificante la relación que construimos”, concluyó Cecilia García.
“Helados Tito” se constituye hoy como un modelo empresarial familiar que apuesta a la calidad y excelencia como la clave del éxito, más allá de los desafíos que deban enfrentar quienes tomen la decisión de concretar su propio emprendimiento. El valor agregado santacruceño es posible.
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