Como si fuera poco, a Evita también la quisieron quemar a más de 1.000°C. A esa temperatura arde el hierro fundido, se derrite y pierde la forma. Otra forma de desaparecer. También la quisieron borrar a martillazos y cortafierros. Pero no fue suficiente.

Entre 1951 y 1956, los vagones que unían de oeste a este el sur de Santa Cruz tenían placas de hierro con la inscripción RFIEP, que querían decir Ramal Ferro Industrial Eva Perón, el nombre original de la línea que trasladaba el carbón de Río Turbio a Río Gallegos.


También los clavos de vía tenían grabadas la iniciales RFIEP del ramal, que había sido impulsado por el presidente Juan Domingo Perón en 1950, en conjunto con la central térmica San Nicolás, que tenía un bloque para generar 55 MW de energía eléctrica con carbón.

El mineral también iba a ser destinado a SOMISA, Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina, creada en 1947 y en planes de construcción, para que el Estado encabezara la producción de acero y se desarrollara la industria metalmecánica privada.


El carbón salía desde Río Turbio, del yacimiento que se llamaba Juan Domingo Perón, recorría 270 kilómetros hacia el este y finalizaba sobre el estuario de Río Gallegos, al costado de la actual avenida Almirante Brown. Allí volcaban los vagones en unos enormes cilindros de hierro y el mineral iba en un una cinta hasta los barcos que aguardaban en el puerto, para navegar 2.500 kilómetros hacia el interior del río Paraná. De este modo se evitaría comprar carbón a Gran Bretaña o tener que volver a quemar maíz y otros cereales, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial.

Los mineros de Santa Cruz reconocieron el impulso del peronismo a la empresa.

Era todo muy simbólico: la industrialización por sustitución de importaciones, el federalismo y el hecho de que el Yacimiento Juan Domingo Perón extraía el recurso y el Ramal Ferro Industrial Eva Perón lo distribuía hacia donde hacía falta.
Pero en septiembre del 55 ese proceso político y económico terminó con el golpe de la autodenominada “Revolución Libertadora”. El 9 de marzo de 1956, el dictador Pedro Aramburu sancionó el Decreto-Ley 4.161, que prohibió pronunciar los nombres de Perón y Eva y cualquier mención a la “ideología peronista”.

En Buenos Aires, entre las peores atrocidades, los militares se encargaron de eliminar los documentos oficiales del yacimiento de la Cuenca Carbonífera y del ramal ferroviario, que fue el más austral del planeta hasta 1994. En Santa Cruz ordenaron a los trabajadores ferroviarios borrar toda referencia a Evita.
“Había que sacar las placas y dejarlas en unos tambores de 200 litros para después llevarlas a Buenos Aires, a fundirlas de nuevo”, cuenta a La Opinión Austral Edgardo Gallardo, presidente de la Asociación Amigos del Tren, encargada del Museo Ferroviario “Roberto Galián”, quien continuó la tarea de su padre de recolectar la memoria colectiva de los jubilados del ramal.

La dictadura ordenó borrar las placas a golpe de martillo y cortafierros. FOTO: JOSÉ SILVA / LA OPINIÓN AUSTRA.

Pero entonces la empresa ya no era eficiente ni para eso. Como no llegaban a hacer placas para reemplazar las que decían RFIEP, los militares a cargo empezaron a pedir a los trabajadores que borraran las inscripciones a golpes de martillo y cortafierros.
“Son placas de fundición y es bastante fácil golpearlas y borrarlas, pero igual se ve lo que decían”, dice Gallardo mientras muestra en el museo un panel con las diferentes de placas que tuvo el ramal. Están ordenadas: primero la actual RFIRT, Ramal Ferro Industrial Río Turbio; luego la original RFIEP, Ramal Ferro Industrial Eva Perón, y por último la vandalizada, en donde todavía se adivinan las letras EP. “Lo pusimos así para mostrar también la parte política de nuestro país en esa época”, añade.

“Cuando los militares toman esta empresa, Perón era una mala palabra, y llegar a borrar a golpes de martillo con cortafierro porque no alcanzaron a hacer las suficientes placas para los vagones es todo un símbolo, aparte de lo que generó el ferrocarril en lo que es soberanía”, había dicho Gallardo en el documental “Un tren llamado soberanía”, que realizó la Fundación Sur Argentino, con producción de César y Roberto Arizmendi y dirección de Agustín Núñez.

Hubo allí también un acto de rebeldía. Los ferroviarios, que tenían que sacar las placas y colocarlas en los tambores para que se fundieran por encima de los 1.000 grados centígrados en Buenos Aires, empezaron a enterrar los pedazos con las inscripciones RFIEP en el predio donde tiraban la chatarra.

Las imágenes de Perón y Evita dentro de la mina de carbón de Río Turbio.

“Mucha gente con la que conversamos aquí nos contaba eso y empezamos a hacer ese trabajo de campo de revisar en la chatarra y encontramos muchas placas de Eva Perón. Entre esas, también encontramos borradas a golpes de martillo”, revela el presidente de Amigos del Tren.
Fue durante la época en que tomó la firma el empresario ítalo-argentino Sergio Taselli y el Yacimiento Juan Domingo Perón, como algunos jubilados lo recordaban y lo corroboran los primeros planos, ya había pasado de ser YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales) a YCRT (Yacimientos Carboníferos Río Turbio).

“El museo surgió en medio del desmantelamiento”, afirmó Gallardo. De hecho, en esos años dejó de llegar el tren a Río Gallegos. “El 96. La última locomotora que salió de acá fue, exacto, marzo o abril del 96. Ya de ahí no anduvo más”, recordó con emoción Nicolás Chaile, un exmaquinista que llegó a Santa Cruz desde Salta cuando apenas tenía 6 meses de vida porque su padre, José Manuel, empezó a trabajar en la terminación de las vías del nuevo ramal Eva Perón, en 1952. “Vivimos en los campamentos ferroviarios que estaban al costado de la vía hasta los 5 años, que nos vinimos a Río Gallegos para ir a la escuela”.

Locomotora a vapor recuperada, construida especialmente para el Ramal Ferro Industrial Eva Perón que tenía vías de trocha de 750 mm., denominada trocha “Económica”. FOTO: LEANDRO FRANCO / LA OPINIÓN AUSTRAL.

En 1968, José Manuel Chaile se acogió a un retiro voluntario impulsado por Frondizi y dos años más tarde ingresó a trabajar su hijo Nicolás, en la empresa que ya se llamaba YCF. Era aspirante a foguista -tenía que limpiar la máquina y arrimar el carbón al fuego- y se jubiló en 2010 como jefe de puerto de Punta Loyola, adonde se desvío el ramal para cargas en embarcaciones con mayor calado.

Nicolás Chaile: “Nunca se habló del Ferrocarril Eva Perón, nomás estaba en la historia de la empresa”. FOTO: LEANDRO FRANCO/LA OPINIÓN AUSTRAL

—Cuando empezó a trabajar en la empresa, ¿se nombraba al ferrocarril como Eva Perón?
Todo eso era historia, en esa época no se hablaba, porque estábamos bajo el régimen militar, así que no se hablaba nunca del Ferrocarril Eva Perón, nomás estaba en los libros y en la historia de la empresa, aseguró desde el sillón de su casa, que eligió porque estaba frente a la vías y podía llegar rápido desde la locomotora que conducía, y ahora esa decisión le dejó un vista privilegiada de la costanera.

Imagen realizada por ferroviarios en el taller de fundición del RFIRT en Río Gallegos. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

Tuvieron que pasar otros 20 años para que los jubilados que veían el desguace de la privatización empezaran a rescatar la historia. Después de las placas y de los clavos de vías -de los cuales sólo hay testimonios-, “empezaron a aparecer planos del Yacimiento Río Turbio que decían Yacimiento Juan Domingo Perón, y también planos de la vía que decían Ramal Ferro Industrial Eva Perón”, resaltó Gallardo.

Gallardo: “Los planos dicen Yacimiento Juan Domingo Perón”.

Gracias a Dios, nosotros tuvimos gente que vivió esa historia. La mayoría de los jubilados lo contaba, pero no lo podíamos certificar porque no había en ningún lado e inclusive en el Archivo Histórico de la Nación no aparecía. Tenemos el trabajo de poder lograr conseguir más documentación a nivel nacional, porque hemos intentado, pero nos han dicho que no hay ningún tipo de información en esos lugares. Yo creo que tiene que haber en algún lugar, tiene que haber algo escrito, algo dicho en papeles que diga el nombre”. Mientras tanto, están las placas fundidas a fuego, el fuego de Eva.

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