El Juzgado Federal de Río Gallegos procesó y embargó en la suma de un millón de pesos a un teniente coronel del Ejército Argentino que estaba a cargo del Regimiento de Puerto Santa Cruz, por abusar sexualmente de una soldada voluntaria aprovechándose de la relación de autoridad, dependencia y poder que poseía sobre ella.

Los hechos denunciados sucedieron desde junio de 2018 a marzo del año 2019 en el Regimiento de Caballería de Tanques 11.

– ¿Así que te hiciste un tatuaje? ¿Dónde lo tenés?
– En la pierna… tengo una foto en el celular, mire.
– No, me lo tenés que mostrar en vivo… o esto te va a jugar en contra.

Mostrarle el tatuaje a su jefe significaba bajarse el pantalón y E no quiso. Fue esa la última vez que su jefe la llevaría bajo cualquier pretexto, siempre “obligatorio”, a un sitio a solas. De ahí se fue a contarlo todo a la Oficina de Género, que las Fuerzas Armadas crearon por Resolución 1.201 en 2009, para atender al personal femenino del Ejército, la Armada y Fuerza Aérea.

El coronel estuvo a cargo del Regimiento 11 de Puerto Santa Cruz hasta 2019

Su relato habla de un acoso sistemático: llamadas a cualquier hora para reunirse a solas, puertas que se cerraban con traba y luego de eso, preguntas íntimas, besos indeseados y las manos del militar en su cola. Y aunque contó que muchas veces le dijo que no y hasta intentaba no estar parada para evitar el roce, todo sucedía muy rápido, sucedía de todas formas y ella quedaba completamente paralizada por un miedo abrazador.

En su relato, E dijo que aguantó porque L, su abusador, oriundo de Tandil, provincia de Buenos Aires, “era el jefe del regimiento y yo una simple soldado”.

No fue la primera

Con su testimonio ante la oficial de Género se labró un acta y luego se radicó una denuncia en la Fiscalía.
Sin embargo, no era la primera vez que la responsable del área escuchaba rumores sobre el comportamiento del jefe y en sede judicial así lo declaró.

Las chicas que me hicieron los comentarios del jefe ya no trabajan en el Ejército, están dadas de baja, al cumplir los 28 años de edad el Ejército les da la baja, son chicas del norte que se volvieron a su lugar de origen, me comentaron que el jefe teniente coronel L las quería abrazar o dar un beso, cuando en el Ejercito no está permitido ese tipo de saludos; es muy verticalista el sistema y las chicas no quisieron hacer la denuncia formal, la única que se animó a hacer la denuncia fue E”.

Para la oficial de Género no fue gratis acompañar a E en su situación. Rápidamente fue desplazada del Ejército, pero antes de eso padeció maltrato del resto de la cofradía de varones de mayor rango y una situación de violencia psicológica oscura.

Fue cuando una mañana la oficial, que estaba haciendo un tratamiento para quedar embarazada, salió a la puerta de su casa y vio cómo la esposa del jefe denunciado le arrojaba una bolsa de ropa para bebé atada.

El caso muestra el lugar común en el que caen quienes aparecen en las Fuerzas Armadas por debajo de la línea imaginaria que establece la jerarquía. Y es que durante el tránsito de la denuncia en la Oficina de Género y luego en la Justicia ordinaria, la cúpula del regimiento mostró su absoluto respaldo al coronel.

En efecto, que la responsable de la oficina decidiera declarar luego que los rumores de acoso circulaban hacía mucho tiempo también habla de la naturalización de una práctica en espacios donde hasta hace no mucho las mujeres no tenían cabida y hoy representan apenas el 19,5 por ciento, aunque dentro de los cuerpos de comando todavía no se ha llegado a un 10 por ciento, según datos de la directora de Políticas de Género del Ministerio de Defensa, Laura Masson.

Luego de un tiempo, el caso contra el militar fue girado al juzgado de Claudio Vázquez y la Secretaría Penal Nº 2, a cargo de Carlos Cerezoli, en función del eventual compromiso al interés federal, y fue ahí donde fue procesado sin prisión preventiva y embargado en un millón de pesos.

Traslados y apercibimiento

En 2018 esta periodista siguió lo que sucedía en la Fuerza Aérea de Río Gallegos, luego de haberse entrevistado con cinco soldadas voluntarias que denunciaron al vicecomodoro por acoso sexual y abusos, para las cuales una negativa implicaba sanciones camufladas en asuntos de disciplina o la baja.

– Tome señor, acá le dejo la bebida que me pidió.
– Vení, vení, ¿no me la querés chupar?
– Disculpe señor, ¿cómo dijo?
– Dale, si no nos ve nadie
.

Hoy ninguna de ellas pertenece a la Fuerza Aérea y tres debieron someterse a tratamiento psicológico. El vicecomodoro fue trasladado a otro destino con una sanción simple, equivalente a tener la camisa desabrochada, y las denuncias quedaron archivadas en manos del jefe de unidad.

Depurar este tipo de prácticas de las FFAA no es tarea sencilla, pero en la última década se produjeron cambios, acelerados por la entonces ministra de Defensa, Nilda Garré, que impulsó la nueva Ley de Justicia Militar (26.394), que considera una falta grave y razón de destitución que un militar “efectuare un requerimiento de carácter sexual, para sí o para un tercero, bajo la amenaza de causar a la víctima un daño relacionado con el servicio o su carrera”.

Las chicas que me hicieron comentarios del jefe están de baja

Luego llegaría el Plan Integral de Género y la creación de Departamentos de Política de Género en la gestión de Jorge Taiana, llevando el número de esas oficinas a 20 en todo el territorio.

Tampoco es un asunto intrínseco de nuestro país. Recientemente Joe Biden, presidente de Estados Unidos, donde el acoso sexual afecta al 25% de las mujeres de la fuerzas, firmó un decreto para que se lo considere delito militar.

Por eso, para el juez federal de Río Gallegos los actos cometidos por el teniente coronel se dan “no sólo en el marco de la histórica desigualdad estructural entre varones y mujeres, sino que se agravan por la relación jerárquica del agresor, en conductas especialmente graves por atentar no sólo la integridad sexual de la víctima, sino por, además, pertenecer a una institución del Estado Argentino, obligado en todos sus poderes a asegurar el cumplimiento de las exigencias internacionales en materia de Derechos Humanos de las mujeres”, se lee.

Opresión de un género sobre otro por una relación de desigualdad

Mirando la verticalidad que existe en las Fuerzas Armadas y especialmente en el Ejército, Vázquez destacó en su fallo contra el militar que “juzgar con enfoque de género implica un esfuerzo intelectual por superar los sesgos y/o estereotipos que culturalmente se adquieren desde temprana edad y comprender la complejidad histórica, social, cultural y política que existe entre mujeres y hombres, para visualizar allí las situaciones de opresión de un género sobre otro basadas en una relación de desigualdad”.

Claudio Vázquez, juez federal de Río Gallegos.

A esto debe sumarse la especial verticalidad que existe en las Fuerzas Armadas y especialmente en el Ejército.
El magistrado de la capital provincial tuvo en cuenta que el relato de E coincidía con los testimonios recolectados en el expediente, en los que integrantes del Ejército comentaron que el jefe del regimiento les había pedido que alteraran su versión de los hechos, es decir, que dijeran que no habían visto a E entrar a su despacho ni a él cerrar la puerta, entre otras situaciones.

El militar “les requirió a sus subordinados que cambiaran el contenido de su declaración para evitar que se supiera que estuvo a solas con E”, añade el juez en el auto de procesamiento.

El procesamiento fue por abuso sexual reiterado e incluye un embargo por un millón de pesos

El teniente coronel fue procesado por el delito de abuso sexual simple reiterado (arts. 45, 55 y 119 primer párrafo del Código Penal) porque “queda claro que la conducta de tocamientos en los glúteos se inserta dentro del abuso sexual”, que demanda “una acción sobre el cuerpo de la víctima, sin su consentimiento y con contenido sexual, que resulte objetiva y subjetivamente impúdica (es decir, que se aprecie externamente como lujuriosa y que, al mismo tiempo, exista un propósito del autor de menoscabar la reserva sexual de la víctima)”, se lee en el fallo que días atrás fue ratificado por la Cámara de Apelaciones Comodoro Rivadavia.

Lo cierto es que en este caso, E logró romper el cerco de amenazas de quedarse sin trabajo y entendió que existía otra alternativa, la denuncia. Así, el miedo, que definió en su relato como “paralizante” por los actos de los que fue víctima, se convirtió en un peso con el que carga el coronel, que ahora es quien no tiene más opciones que esperar el juicio.

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