Your browser doesn’t support HTML5 audio

En la noche del jueves, la Parroquia San José de Las Heras se llenó de fieles, agentes pastorales y referentes sociales que participaron de la charla brindada por Héctor Silva, coordinador de la obra del Hogar de Cristo en Río Gallegos, una obra inspirada en el carisma del padre “Pepe” Di Paola y el impulso del papa Francisco.

Silva compartió su experiencia de vida pastoral, forjada en años de trabajo territorial, y su aprendizaje al acompañar a personas en situación de vulnerabilidad. Desde ese camino explicó que el problema de las adicciones no puede verse solo desde la lógica de la salud, porque —según afirmó— “la persona necesita un abrazo, un lugar donde sentirse mirada sin condena. La parroquia puede y debe ser ese espacio de encuentro”.

El coordinador destacó que la mirada cambia todo y que cuando se observa al otro como un problema “el acompañamiento se convierte en castigo”. En cambio, cuando la mirada es fraterna, la relación se transforma. “La relación tiene que ser sujeto a sujeto. Si miro al otro como un hermano, lo abrazo; y cuando abrazo el dolor del otro, también estoy sanando el mío”, reflexionó.

“Una persona no pide ayuda cuando tiene miedo, sino cuando se siente amada. La prevención empieza mucho antes del consumo, empieza en el encuentro humano”, sostuvo Silva.

En ese sentido, subrayó que el Hogar de Cristo no es un edificio ni un programa, sino “una familia que acompaña la vida tal como viene, con sus heridas y esperanzas”. Contó que en el barrio San Cayetano de Río Gallegos funcionan espacios de escucha, talleres de oficio y acompañamiento comunitario, donde las personas encuentran una mesa, un mate y un oído dispuesto a escuchar. “No hay protocolos, hay vínculos”, resumió.

Para Silva, la parroquia debe recuperar su dimensión comunitaria y territorial. “La fe se vuelve concreta cuando sale a la calle. La parroquia no termina en el templo: empieza en el barrio, donde se vive y se padece”.

Durante la charla, insistió en que la prevención verdadera no consiste en campañas o programas, sino en la construcción de vínculos de confianza. “Una persona no pide ayuda cuando tiene miedo, sino cuando se siente amada. La prevención empieza mucho antes del consumo, empieza en el encuentro humano”, afirmó, generando un profundo silencio entre los presentes.

Para Silva, la parroquia debe recuperar su dimensión comunitaria y territorial: “La fe se vuelve concreta cuando sale a la calle”.

Citando una frase que define el espíritu de los Hogares de Cristo, sostuvo que “la vida siempre es más”. Explicó que acompañar no significa resolverle la vida a nadie, sino caminar al lado. “La esperanza nace cuando alguien se siente mirado, no juzgado”, señaló.

También cuestionó la fragmentación con que las instituciones suelen abordar los problemas sociales. “Las respuestas fragmentadas no alcanzan. La Iglesia tiene que mirar la vida entera, no por partes. Si ayudamos a una madre pero no vemos a sus hijos, no entendemos el todo. Hay que mirar la vida entera, como la mira Dios”, expresó.

En su paso por la localidad petrolera, Silva convocó a abrazar al más vulnerable, al que se encuentra solo, y a reconstruir los lazos comunitarios desde la fe. “El problema no es la droga, es la soledad. La parroquia tiene que volver a ser ese lugar donde nadie se sienta solo, donde todos puedan sentirse en casa”, expresó, generando una profunda emoción entre los presentes y cerrando con un mensaje que interpela a toda la sociedad: volver a mirar al otro con ternura y esperanza.

Leé más notas de La Opinión Austral