En septiembre de 2020, Sofía denunció a su pareja por violencia de género. Fue luego de que su hermana, que vive en el mismo predio, llamara a la policía al escuchar sus gritos de auxilio. Un patrullero llegó y la llevó a la comisaría, donde le sacaron fotos y constataron sus lesiones.

 

 

“Voy a llamar a la policía, cuando mi hermana te dice que te vas, te vas!“, le dijo entonces la hermana de Sofía a Padrón que poco después le respondió: “Ya está, ya nos amigamos”. Diálogo como este se habrían repetido a lo largo de la violenta relación.

 

Vacaciones de terror en Puerto Madryn

Durante el verano pasado, la joven fue a Puerto Madryn con su pareja, pero debió ser rescatada por un amigo, luego de una pelea. Esa noche, el conserje del hotel donde se hospedaban le dio una habitación aparte y al día siguiente ella se escapó con lo puesto, sin celular y 50 pesos en el bolsillo.

 

Ahí conoció a una bartender que le prestó algo de dinero y el teléfono para que pidiera a alguien que la busque. “Estoy viva”, posteó sugestivamente a la vuelta de Madryn. “La vi súper golpeada pobrecita. Estaba cortada y tenía huevos en la cabeza. Por suerte se pudo escapar”, contó la chica del bar, que prestó declaración testimonial en la causa.

 

El testimonio de la tía de Sofía

Su tía contó a LOA que “se está usando la tragedia de lo que pasó con Sofía para justificar la vida de otros. Yo estuve preparada siempre para que me llamaran y me dijeran que ella había aparecido muerta”.

 

Hacía un año que Sofía evitaba verla y cada tanto le mandaba mensajes pidiéndole perdón, diciéndole que la quería. Desde hacía un tiempo, por su consumo problemático, el papá de Sofía había logrado que asistiera a Cetripco, donde estaba en tratamiento y le indicaron tres medicamentos para el manejo de la ansiedad.

 

La noche del asesinato

La noche del asesinato estaba en Nautilus, cuando ella pierde el conocimiento. No sabe cómo llegó a su casa, aunque hay testigos que los cruzaron en el camino. No consta en el expediente que ella hubiese estado debajo del cadáver, tal como dijo el parte policial.

 

Ni eso ni que la vieran caminando afuera de la casa. Lo que sí consta, es la certificación de los golpes que ella tenía en la cara, cabeza, brazos y piernas. Lo anterior son flashes, una nebulosa cargada de estrés, pastillas, alcohol, drogas y flashes frenéticos en donde siente que la arrastran de los pelos y no puede respirar.

 

Se sabe que la herida mortal fue un cuchillo en la aorta y la defensa cree que el puñal ingresó cuando ella intentó librarse de él cuando la habría tomado por detrás.

 

“Los mismos que dicen que se pudra adentro son los que la pudrieron afuera. El cambio de ella en el último año fue rotundo” dijo Susana, segura de que Sofía no la quiso ver más para preservarla, al igual que a su hijo.

 

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