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Este miércoles 6 de agosto, el Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz resolvió no hacer lugar al recurso de casación interpuesto por la defensa de Karla Orellano, quien cumple prisión perpetua por el brutal crimen de su hija Abigail Tortello, ocurrido en agosto de 2014. A once años del hecho que estremeció a Río Gallegos, la Justicia ratificó la responsabilidad penal de la madre y mantuvo su condena firme.

La decisión fue notificada formalmente a las partes, sin traslado de los imputados al tribunal. En la resolución también se rechazaron los planteos de nulidad e inconstitucionalidad presentados por la defensa de Carlos Tortello, padre de la beba y también condenado.

Confirmaron la perpetua: Karla Orellano seguirá detenida.

Un fallo contundente: violencia reiterada y dolo eventual

En su sentencia, el Tribunal —integrado por Carlos Arenillas, Jorge Yance, Eduardo López, Nelson Sánchez y presidido por Fernando Basanta— consideró que ambos progenitores actuaron con dolo eventual. Es decir, sabían que sus conductas violentas podían provocar la muerte de su hija y, aun así, continuaron con ellas.

“Los imputados, ante la contundencia de sus actos y la extrema vulnerabilidad de la víctima, no podían desconocer el grave riesgo para la vida de su hija”, sostuvo el fallo. La Justicia remarcó que Abigail vivía en estado permanente de indefensión, en un hogar signado por el maltrato físico sistemático desde su nacimiento.

Karla Orellano en el juicio por el asesinato a su hija, Abigail Tortello. FOTO: ARCHIVO LA OPINIÓN AUSTRAL.

La resolución descarta así la posibilidad de que se haya tratado de un caso de mera imprudencia o negligencia, y ratifica que los hechos probados encuadran en la figura de homicidio agravado por el vínculo en concurso real con lesiones graves reiteradas calificadas, lo que justifica la pena máxima.

Violencia de género: el tribunal rechazó la exculpación

Uno de los ejes principales de la estrategia de defensa de Karla Orellano fue demostrar que era víctima de violencia de género por parte de Carlos Tortello, desde su embarazo y durante toda la convivencia. Si bien el tribunal reconoció que hubo testimonios y pruebas que daban cuenta de situaciones violentas, determinó que eso no alcanzaba para eximirla de su responsabilidad penal.

A Carlos Tortello también le ratificaron la condena. FOTO: ARCHIVO LA OPINIÓN AUSTRAL.

“Para que se configure un contexto de violencia de género que afecte la responsabilidad penal, debe demostrarse una relación de subordinación y sometimiento. En este caso, ambos progenitores ejercían el cuidado personal de la menor y convivían en un marco compartido de crianza”, explicaron los jueces.

El fallo advierte que no todas las mujeres imputadas pueden ser consideradas automáticamente vulnerables por el solo hecho de haber estado en una relación violenta. Además, señala que Karla toleró, ocultó o ejerció maltrato físico contra su hija, y que hubo múltiples episodios previos que no fueron denunciados ni evitados.

Abigail Tortello murió en 2014 en manos de sus propios padres.

Estereotipos, revictimización y contexto: el límite de la Justicia

La defensa de Orellano sostuvo también que su clienta fue revictimizada institucionalmente, al ser juzgada con estereotipos de género. Cuestionaron que no se haya valorado de manera suficiente el entorno de violencia sistemática y asimetría de poder, y que se la haya tratado como “cómplice” sin considerar el miedo, la dependencia emocional y la dominación psicológica.

La casa del horror. El domicilio donde vivía Abigail Tortello con sus padres. FOTO: ARCHIVO LA OPINÓN AUSTRAL.

No obstante, el tribunal advirtió que el análisis del contexto no puede forzarse ni convertirse en un atenuante automático, y subrayó que “cristalizar estereotipos de manera generalizada también resulta perjudicial para el proceso penal”.

En definitiva, la Justicia concluyó que ambos progenitores compartieron la responsabilidad, ya sea por acción directa o por omisión dolosa, y que la gravedad de las lesiones sufridas por Abigail —sumadas a su corta edad— obligan a adoptar un enfoque jurídico centrado en el interés superior de la víctima.

Un caso que marcó a Santa Cruz para siempre

El crimen de Abigail Tortello, una beba de apenas siete meses, ocurrió en una precaria vivienda del barrio Belgrano de Río Gallegos. La pequeña ingresó al Hospital Regional en estado crítico tras ser brutalmente golpeada. Falleció cinco días después, el 25 de agosto de 2014.

Año 2014. Vecinos de Río Gallegos escracharon la casa de KarlA Orellano y Carlos Tortello, padres de Abigail. FOTO: ARCHIVO LA OPINIÓN AUSTRAL.

Desde entonces, la causa reveló múltiples fallas del sistema de protección estatal, que había intervenido en la familia desde meses antes. Operadoras de Niñez habían sido asignadas a la vivienda, pero no lograron prevenir el desenlace fatal.

En noviembre de 2015, ambos padres fueron condenados a perpetua. Carlos Tortello nunca apeló la sentencia y, años después, se declaró culpable. Karla Orellano, en cambio, sostuvo su inocencia desde el primer día, y luego de años de apelaciones, la Corte Suprema anuló su condena, ordenando un nuevo juicio con perspectiva de género. Ahora, esa posibilidad se agotó: el Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz ratificó su responsabilidad y su pena.

¿Fin del camino judicial?

En su punto final, el fallo del Tribunal confirma la sentencia dictada por la Cámara en lo Criminal de la Primera Circunscripción Judicial, entendiendo que la misma es “racional, proporcional al hecho y respetuosa de los principios constitucionales”.

Además, se deja constancia de la reserva del caso federal por parte de los defensores, lo que abre la posibilidad de que el caso llegue nuevamente ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Mientras tanto, Karla Orellano continuará detenida en el Anexo 3 de la Alcaidía de Río Gallegos, y su historia seguirá siendo una herida abierta para una sociedad que aún se pregunta cómo una beba como Abigail terminó atrapada en un círculo de violencia que nadie supo —o pudo— detener.

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