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Un terreno valuado en 50 mil dólares, un revólver de grueso calibre y una víctima fatal. Ese fue el inicio, el nudo y el desenlace trágico de una disputa que terminó con un joven de 29 años muerto dentro de una concesionaria de Río Gallegos.
Desde el jueves de la semana pasada y hasta hoy, se llevó adelante el juicio por el crimen de Franco Cuevas, un joven que había llegado a una agencia de autos a reclamarle al propietario del lugar por el inminente desalojo que iba a sufrir su familia, sin imaginar que, en pocos minutos, terminaría sin vida en uno de los ingresos a un pasillo interno del establecimiento.
Por el caso se encuentra con prisión domiciliaria Roberto Neil, un hombre de 44 años que, durante los tres días de valoración de pruebas, reafirmó su inocencia y sostuvo que solo accionó un revólver calibre .38 al sentirse “acorralado”, luego de haber sido amedrentado por Cuevas.
El caso es seguido por La Opinión Austral desde el mediodía de aquel fatídico 2 de junio de 2023, cuando se conoció el crimen que sacudió y aún sacude a la localidad por las posturas enfrentadas en la comunidad: ¿fue un caso de legítima defensa o un homicidio?
Durante los últimos días, los jueces María Alejandra Vila, Jorge Yance y Yamila Borquez escucharon los testimonios propuestos por la Fiscalía y las partes, y este jueves llegó el momento de los alegatos y los potenciales pedidos de pena.
Fue cerca de las nueve y media de la mañana cuando comenzó el debate. A diferencia de los días anteriores, esta vez llamó la atención la ausencia de casi todos los seres queridos de Franco Cuevas: solo estuvo Rosa Zúñiga —madre de la víctima— y tres mujeres más. Los allegados a Roberto Neil fueron quienes ocuparon las sillas del público, que, impaciente y con algunos murmullos, comenzó a palpitar una jornada que se extendería hasta pasadas las 15 horas.
La ausencia de los familiares de Cuevas tenía una explicación: desde las nueve de la mañana habían organizado una junta de firmas en la esquina de las calles French y Congreso, para evitar el desalojo que había sido firmado por Marcelo Bersanelli, a cargo del Juzgado Civil N° 2, Secretaría N° 1, que ordenó el abandono del domicilio.
El audio
La jornada comenzó con una situación que fue calificada por Mariana Barbitta y Matías Gutiérrez, defensores de Neil, como “grave”. Fue Barbitta quien pidió la palabra apenas Vila abrió la audiencia y dio a conocer la existencia de una “prueba nueva”.
Se trataba de un audio, aparentemente de un integrante de la Fiscalía de Instrucción, en el que, según pudo saber La Opinión Austral, se afirmaba que “el arma no era de Cuevas, sino de un familiar suyo”.
“Estoy pálida, si esto es así, todo este juicio es nulo”, expresó Barbitta mientras se abanicaba. Solicitó al tribunal que el audio se escuchara en el recinto y adelantó que podría iniciar acciones legales contra los involucrados por incumplimiento de los deberes de funcionario público o prevaricato. “Es un horror, sentimos angustia”, agregó.
Fueron momentos de tensión; todos levantaron las cejas intentando establecer qué se debía hacer. Al tomar la palabra, la fiscal Verónica Zuvic manifestó que podría tratarse de un audio generado con inteligencia artificial y recordó que, hace unos meses, durante las elecciones en Buenos Aires, se difundió un video falso de Mauricio Macri en el que llamaba a votar por el candidato contrario al de su partido.
“Me opongo, puede instar a la acción penal; veo esto como malintencionado, lo entiendo como un p… un juego sucio”, expresó, pidiendo disculpas por el insulto. Mientras tanto, Neil miraba nervioso lo que ocurría; incluso se vio a Barbitta tensa, juntando las manos y mirando al cielo raso.
Luego de unos minutos de deliberación, el tribunal decidió hacer lugar parcialmente al pedido: escuchar el audio en la sala y luego evaluar.
Fue Neil quien se quitó un pendrive que guardaba con recelo en su cuello, posiblemente por miedo a que alguien se lo quitara y perdiera una información que él podría considerar clave, y se lo entregó a un técnico de la Cámara para que lo conectara a una computadora. Se trataba de un audio de unos 20 minutos, de los cuales solo se oyeron unos segundos con algo de interferencia, pero sin palabras audibles. Ante esto, Vila decidió interrumpir la reproducción, aunque el archivo se incorporaría a la causa y, en consecuencia, a las partes, para que luego pudieran escucharlo.
Los alegatos
Tras este contratiempo, fue el turno de Jorge Trevotich de dar a conocer sus fundamentos de pena. Cabe recordar que no pudo solicitar años, ya que, en esta causa, actúa como adherente.
“Para nosotros, el homicidio simple calificado por el uso de arma de fuego quedó corto; esto tendría que tener una calificación más grave, entendiendo que todo comenzó con la disputa de un terreno, por lo que debería entrar el agravante por codicia”, comenzó diciendo el letrado ante los presentes.
En el mismo sentido, cuestionó a la defensa de Neil, señalando que “trajeron todos testigos que tuvieron el mismo sentido: todos dijeron que Neil era una persona de bien”, dejando entrever que se trataría de algo armado.
Además, cargó contra un comisario propuesto por la defensa que había “declarado que había visto un arma cuando todos vimos que no era así”.
“Cuevas fue a insultar, no fue a matar. Nadie que va a matar va con un perrito en brazos”, sostuvo, recordando también el testimonio de peritos como Miguel Hidalgo, quien realizó las pruebas de deflagraciones de los disparos que impactaron en la humanidad de Cuevas.
Para Trevotich, “Cuevas nunca tuvo el arma en sus manos”, y expresó que la calificación también podría haber sido más gravosa por alevosía, ya que el disparo fue desde la axila derecha hacia la nuca. “Entonces, debe haber sido cuando Cuevas ya había caído o estaba cayendo. (Roxana) Contreras, quien hizo la autopsia, dijo que no había signos de forcejeo, tiró a zonas mortales”, indicó ante el tribunal, reforzando que “hubo un tiro de fusilamiento”. Esto fue reprobado por los seres queridos de Neil y sus defensores, que movían sus cabezas horizontalmente.
Fiscalía
Verónica Zuvic comenzó su alocución con un relato de los hechos y la materialidad delictiva, es decir, con el llamado de Neil a la Policía y las posteriores declaraciones de los agentes y de los allegados del acusado, que lo ubicaban en el interior de la concesionaria en tiempo y espacio.
Luego, empezó a desmenuzar lo planteado por la defensa, que sostenía que se trataba de un hecho de legítima defensa. Citando al jurista Daniel Rafecas, indicó que, para que un caso califique dentro de esa figura, es necesaria una agresión ilegítima, la racionalidad del medio empleado y la falta de provocación suficiente por parte del defensor.
“¿Cuevas agredió a Neil?”, preguntó retóricamente al tribunal y a los presentes, con vehemencia. “Son dos personas discutiendo, no hay violencia física, no atinó a tirar una trompada; incluso cuando se retira, la posible agresión ya termina”, dijo la representante del Ministerio Público Fiscal. En el público, los allegados a Neil movían sus rodillas insistentemente y una familiar llegó a comerse las uñas mientras escuchaba el alegato de Zuvic.
Siguiendo con lo expuesto por la fiscal, aseguró que no hubo una provocación suficiente por parte de Cuevas. Como se mencionó más arriba, si hubo una agresión, había terminado con la salida del joven de la agencia. “Fue Neil quien provocó a Cuevas para que volviera a entrar, cuando podría haber cerrado las puertas del local si tenía tanto miedo como indicó”.
Otro de los puntos relevantes de lo presentado por Zuvic fue que Neil debería haber optado por el camino más racional y “menos lesivo”.
“No se acreditó que Cuevas llevara un arma de fuego. ¿Saben qué tenía entre sus pertenencias Cuevas? Una banana, ropa, un atado de cigarrillos, una caja de balas, un encendedor y, además, otro encendedor”, dijo la fiscal, además de remarcar que Neil tenía una contextura mucho más grande que la del joven.
En el mismo sentido, Zuvic trató de ubicar a todos los presentes en ese escenario: “¿Era necesario? La diferencia de contextura, el perro, el pasillo angosto… podría haber hecho un montón de cosas más. Si tiene miedo, ¿va a ir a encerrarse en el lugar más recóndito del local, a merced de su agresor? ¿Y si en esas oficinas él tenía el arma?”, se preguntó la funcionaria.
Zuvic se apoyó en la evidencia científica y sostuvo que no hubo disparos a quemarropa, sino que se efectuaron a “una distancia muy superior. Lo dijo Hidalgo, lo dijo Sánchez (en referencia a los peritos oficiales). O Neil tenía los brazos muy largos o no hubo forcejeo. Ni una persona especializada como la perito Dahiana Ismach pudo hacer esa dinámica de disparo”, afirmó con firmeza.
“Pudo haber hecho otra cosa y no lo hizo, y casualmente nos dijo mil veces que recuerda todo menos los disparos”, expresó, cargando contra el acusado por la cantidad de veces que dio su versión de los hechos durante el debate de valoración de pruebas.
En el mismo sentido, y antes de indicar la cantidad de años que debería recibir el comerciante, manifestó que “quisieron criminalizar a la víctima, pero él no tenía ninguna condena. Y ¡por favor!, ¿va a llevar balas de un calibre que no funcionan en el revólver?”, dijo tajante ante el tribunal.
Zuvic pidió una pena de once años de prisión contra Neil y aprovechó para nombrar a Evelyn y Alanis, hijas de Cuevas, que “ahora van a crecer sin un padre; acá la única víctima es Cuevas”, mientras las allegadas al joven rompían en llanto.
La defensa
Tras el tenso momento vivido durante la intervención de Zuvic, hubo un cuarto intermedio para que todos los presentes pudieran descansar y refrescarse del sofocante calor que se sentía dentro de la sala.
Finalmente, llegó el turno de la defensa. Desde el mediodía y hasta pasadas las tres de la tarde, Gutiérrez y Barbitta intercambiaron turnos para exponer sus fundamentos.
Neil llegó momentos después, se quitó la campera y se sentó al lado de sus defensores para escucharlos atentamente.
Barbitta, docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), lo demostró con su pedagogía al comenzar su alocución, entregando un índice a las partes intervinientes con los temas que iba a abordar.
Ella adelantó que solicitaría la absolución de su cliente por legítima defensa y que no habría un exceso de legítima defensa. Mientras, del otro lado de la sala, Zuvic la observaba con el puño apoyado en el mentón.
Barbitta comenzó criticando el sistema procesal de la provincia, ya que no es acusatorio como en la mayoría de las jurisdicciones del país, y remarcó que Neil se defendió dentro de su domicilio privado laboral y que “el hecho tuvo lugar en un pasillo al que ni siquiera llegaban los clientes”.
La defensa argumentó que la discusión duró 20 minutos y estuvo lejos de ser una simple charla, citando 14 golpes de puño a vehículos y ademanes agresivos por parte de Cuevas, quien además había salido de su domicilio intencionalmente con dirección a la concesionaria de Neil.
El núcleo del alegato de la defensa se centró en que Roberto Neil actuó en legítima defensa frente a una agresión ilegítima e inminente, sosteniendo que Cuevas demostró un “dominio absoluto del hecho” y una posición dominante durante todo el encuentro; Neil percibió miedo y su personalidad fue descripta como evitativa, lo que explicaría por qué se “paralizó” y no confrontó ni reaccionó durante los primeros 20 minutos de la agresión.
Por otro lado, Gutiérrez remarcó que Cuevas presentaba una alta concentración de alcohol en sangre (1.34 g) y presencia de drogas de abuso, concretamente cocaína. También cuestionó la pericia interdisciplinaria y la Prueba de Walker, insistiendo en que la distancia del primer disparo no pudo ser de un metro, sino de entre 20 y 60 centímetros, dada la trayectoria y el ancho del pasillo (1,11 m).
Para la defensa, Neil mostró una actitud colaborativa inmediata, realizando de 9 a 11 llamadas al 101 en menos de tres minutos, mencionando “cinco veces por favor” en una conversación de 30 segundos, y fue constatado con una lesión en la mano.
Para concluir, la defensa solicitó la absolución de Roberto Neil por legítima defensa y planteó, de manera subsidiaria, la aplicación del exceso en la legítima defensa (art. 35) y la inconstitucionalidad del agravante del artículo 41 bis.
Las últimas palabras
Antes de que el tribunal comience a deliberar y dar a conocer la sentencia el próximo jueves al mediodía en las instalaciones de la Cámara, Roberto Neil tuvo la oportunidad de pronunciar sus últimas palabras: “Lo único que quiero que sepan es que yo ese día me levanté, fui a trabajar, nunca me imaginé que iba a pasar lo que pasó y jamás tuve deseo ni intención de matar a nadie. Esto me ocurrió porque fue una persona a insistir, a quererme matar. Yo me defendí solamente, no me quedó otra. Jamás agrediría a nadie, y eso de que el arma era mía, no era mía, quiero dejarlo bien en claro”.
De esta manera, la semana que viene, en Malaspina 41, se conocerá el fallo que tiene al comerciante imputado por la muerte del joven.
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