Your browser doesn’t support HTML5 audio
Este 17 de diciembre, el Club Deportivo Hispano Americano celebrará 100 años. En el marco de los festejos, en octubre, se presentó el libro “Hispano Americano-El Centenario”, un trabajo conjunto del periodista Pablo Beecher y la profesora Milagros Pierini que reúne testimonios y material fotográfico que documentan la historia de la institución.
Por pedido de la comisión directiva, Mario Fernández fue el encargado de escribir el prólogo del libro.
Con sencillas y emotivas palabras, el “profe Mario” le habla de manera directa a su club, como si fuese un amigo y lo que podría sonar extraño no lo es si se trata de Hispano Americano porque cada cancha, cada salón, cada oficina y por supuesto, cada tribuna, cobran vida.
En el prólogo, Fernández recorre los inicios del club, el rol que comenzaba a ocupar en la sociedad de Río Gallegos y el crecimiento de la institución, el natatorio Wenceslao Peisci, el gimnasio alternativo Fernando Casal, la cancha de fútbol Gustavo Soulés y lo que significa para él, ese amigo.
A continuación, el prólogo escrito por el “profe Mario”.
¿Escribir un libro? ¿Quién no lo soñó alguna vez? ¡Escribir el prólogo de un libro y que ese libro sea el del Aniversario de los 100 años del club donde viviste más de la mitad de tu vida, eso sí que es un sueño, que hoy se transforma en realidad y que reporta un inmenso honor…gracias Comisión Directiva por concedérmelo!!!.
Quiero, en este prólogo que tanto orgullo me provoca, hablarte a vos, mi querido Hispano. Sabes lo significativo que has sido en mi vida, como así en la de tantos apasionados por tus colores.

Sabes que durante más de 35 años disfruté de mi profesión, profesor en Educación Física, dentro de tus espacios, sin distinción de horarios, ni de feriados, ni fines de semana, porque ¿qué mejor que extender lo placentero y transmitirlo a los destinatarios de tu trabajo?
Llegaste un poquito después que naciera Río Gallegos, que estaba teniendo un importante crecimiento, la población buscaba lugares de esparcimiento y te convertiste rápidamente en un centro social y deportivo convocante y contenedor.
Sin dudas por esas épocas los juegos eran muy diferentes, no había celulares, tabletas, computadoras ni tv y la calle era un gran polideportivo, las diferencias entre los chicos se definían con un…” pan y queso” y en cualquier vereda, con una tiza, se inventaba una rayuela. Lo tuyo fue el fútbol, naciste futbolero, en tu deporte original gestaste destacados dirigentes.
El clima era mucho más frío y vos, a pesar de tu corta edad, ya dabas calor y movilizabas voluntades a favor de la actividad física, el altruismo, la amistad, los juegos atléticos y la vocación de servicio como se visualiza en tus “propósitos” originales.
“Lo tuyo fue el fútbol, naciste futbolero, en tu deporte original gestaste destacados dirigentes”.
Fuiste creciendo y en esas épocas donde el respeto por los mayores era palabra santa, ya proponías sanciones a quienes tuvieran actitudes ajenas a la moral o al comportamiento deportivo. Los sancionabas, los ponías en “penitencia”, hoy usamos la dinámica de reflexión ante un error o una falta a los valores.
Ya por entonces generabas reconocimiento y agradecimiento para aquellos que se comprometían en ayudarte a crecer sano y con valores, para quienes hubieran prestado un importante servicio a la institución, para designar como socios honorarios a expresidentes, para despedir al primero de ellos cuando se fue a vivir a España, o cuando en tus tiernos 25 años ya reconocías a deportistas y a quienes habían tenido responsabilidades en las comisiones directivas.
De tu seno surgieron destacados conductores públicos que con los valores de entonces se convirtieron en dirigentes políticos trasladando tus principios al servicio de la sociedad.
De a poco, fuiste incorporando otras disciplinas deportivas con las que te hiciste más fuerte, más importante, con muchos más socios, pero manteniendo inalterable la pasión celeste.
Ya de adulto con la llegada del natatorio al que le pusiste el apellido de un hombre cabal y destacado entre quienes te condujeron, pasaste a ser un gigante con un horizonte inconmensurable.
Luego, estando un poco gordo por la cantidad de alumnos en las diferentes disciplinas deportivas, cuando la demanda obligó a conformar listas de espera, logramos habilitar el gimnasio contiguo al principal, bautizándolo con el nombre de un gallego honesto, íntegro, honorable.
“No sos un negocio, no sos un comercio, sos un corazón abierto sosteniendo esos valores”.
¿Te acordás, ya más entradito en años, cuando pudimos, con tu espíritu guerrero y como siempre, a pulmón, tener la cancha de futbol con césped sintético, los vestuarios y el buffet? Otra de las instalaciones que recibió el nombre de un entrañable dirigente, honesto como pocos, esforzado y de palabra… como los de antes.
Los gestos de valoración a tus hijos, el compromiso de tus dirigentes, la honestidad, el servicio a la sociedad, la educación, la amistad, los esfuerzos compartidos, fueron, son y serán la columna vertebral de tu accionar y de tu existir, no sos un negocio, no sos un comercio, sos un corazón abierto sosteniendo esos valores.
Distinguir a socios vitalicios, colocar el nombre de notorios dirigentes a los espacios que fuiste pariendo, reconocer los logros deportivos como parte de tu política institucional son el sustento a uno de los valores que te destacan muy por encima de otros clubes… la pertenencia.
¡Mirá que sos grande eh!, porque también en otra de tus facetas valiosas, la social, ¿cuántas veces fuiste amparo, cobijo, para comprometidas situaciones?, como durante el conflicto con Chile, como en la guerra de Malvinas, como durante la pandemia del Covid, o como en las tareas conjuntas con tantas instituciones públicas y privadas. Ahí también, siempre tus puertas estuvieron abiertas, solidario, brindándote a la comunidad.
Llegué a ser parte efectiva de tu vida, si bien de chicos nos habíamos visto, cuando estabas con una leve enfermedad, cuando muchas de esas virtudes se estaban disipando, cuando se avizoraba una pérdida de personalidad, emigración de deportistas, falta de política deportiva, dificultad para encontrar dirigentes que se animaran a tomar la responsabilidad de acompañarte, aunque permanecían, con el amor de siempre, algunos de tus viejos conductores.

Con ese diagnóstico y con la voluntad de recuperar tu identidad y regresar a los valores fundacionales, iniciamos el camino que se extendió durante hermosos 35 años, la mitad de mi vida y más de la tercera parte de la tuya. Así vos y yo, nos fuimos haciendo amigos y en el tránsito de esa amistad y en nuestros años juntos, avanzamos en la tarea. ¡Pucha que lo pasamos lindo transmitiendo la pasión por tus colores!
Logramos que los empleados fueran parte de los objetivos del club, comprometiéndose más allá de lo estrictamente laboral, incorporamos padres para que acompañaran a sus hijos haciendo que valoren el placer que siente un niño cuando ve que su papá disfruta de sus intereses, alentándolo desde la tribuna, sonriendo ante un acierto, consolando ante un yerro, aplaudiendo, sufriendo… siendo parte de los proyectos para que sus hijos puedan viajar, competir, tener vestimenta, integrar una subcomisión, atender un kiosco, entender el valor de los esfuerzos compartidos, fuimos gestando amistades que perdurarán para toda la vida e hicimos que los chicos sintieran el placer de tu contención, de tu cariño, de tu calor, que tus lugares fueran donde encontrarse, donde estar y convivir.

Consolidamos una familia, la Celeste, y ahí fuimos creciendo con cosas buenas; saber que uno de tus hijos se destacaba deportivamente a nivel nacional o internacional, que otro completaba sus estudios terciarios, que la familia se agrandaba porque alguien iba a ser papá y algunas no tan buenas, como que en un accidente perdimos una parte de los nuestros.
Y así fue como de a poquito logramos, juntos, aquello que ondea uno de nuestros trapos… “Hispano, un sentimiento inexplicable” o como dice otro…”si no se siente, no se entiende”.
Y qué lindo como recuperamos la tradición de colocar el nombre de destacados dirigentes y/o empleados a tus espacios. ¿Ah y sabes qué?, conmigo fuiste muy generoso porque tuviste la osadía de bautizar a la Escuela de Básquet “Profe Mario” Fernández, generándome una enorme satisfacción y orgullo.
Ah, y viste que también aparecieron los Torneos homenaje, las Colonias de Vacaciones, los Campus de fútbol, la Ludoteca, las Jornadas de Capacitación e instalamos, como algo institucional la Fiesta Anual de Reconocimiento, eligiendo a los deportistas destacados de cada disciplina, mencionando la fidelidad de los socios vitalicios, premiando a empleados por su permanencia y antigüedad, destacando a los egresados y seleccionando al Deportista del Año.
Así, vos lo sabes, tu columna vertebral se fortaleció nuevamente, tu salud se recuperó y como fue desde tus orígenes, por tus espacios, por tus pasillos, entre tus viejas paredes, volvieron a transitar cientos de chicos, creciendo, educándose y amándote, adquiriendo ese sentimiento de pertenencia, esa pasión celeste que los induce, ya de grandes, a volver para involucrarse en alguna Subcomisión, en la Comisión Directiva, en algún grupo de adultos, llevando a sus hijos o a sus nietos, contándoles sus vivencias y ansiando que las vivan con el mismo placer y ¡vos siempre con los brazos abiertos para recibirlos!
Y ahora que cumpliste apenas un siglo de vida, que sos recién un adulto que empieza su camino, y que tenés una dimensión incalculable, miramos el horizonte y soñamos y anhelamos que muchos más encuentren en tu seno, en tus próximos siglos, la felicidad que brindas.
Pasaron cosas, como pasa en cualquier familia, pero nada pudo borrar el más fuerte de los sentimientos que inculcaste en cada uno de nosotros, porque el tema es seguir siendo celeste y eso mi querido Hispano, vos lo generas, ¿sabes por qué?, porque es tu esencia y es tu destino.
Mi amado club, cuantas cosas compartimos, me recibiste, nos hicimos amigos, pasamos muchos momentos alegres y algunos tristes, crecimos juntos, reímos, lloramos; por todo eso simplemente quiero decirte…Hispano, ¡te quiero!
¡Por más que te digan “¡Empresa!”, vos seguí siendo un club de barrio, porque ese concepto encierra tu valor, es tu identidad, seguí siendo, …un lugar para querer!!!
“Profe Mario” Fernández
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario