Las consecuencias del COVID-19 no cesan. El consumo de petróleo cae a niveles que no reconocen precedentes. El acuerdo histórico para reducir la producción, por parte de la OPEP+, no alcanzó. Hoy la capacidad de almacenamiento de petróleo disponible en todo el mundo se está agotando a igual ritmo de que la demanda se desmorona.
La realidad es que el mundo está usando cada vez menos petróleo y los productores sienten cómo se traduce esto en los precios”, dijo Bjornar Tonhaugen, de Rystad Energy.
Así, el pronóstico de la Agencia Internacional de la Enegía (AIE) en su informe del miércoles pasado se afianza. El 2020 será el peor año para el petróleo. Sin compradores, no hay precio bajo que valga. Y los recortes se convierten en paliativos poco eficaces. No hay autos, ni micros en las rutas. Tampoco aviones en el cielo. Las fábricas que siguen activas lo hacen al mínimo. Esto implica que el requerimiento de combustible es ínfimo.
A futuro, la incertidumbre es grande y en los contratos que se pactan eso se refleja. La falta de demanda se replica en Argentina. El consumo del combustible cayó en un 80%. Eso provoca que las refinadoras estén funcionando en su mínima expresión y el crudo se acumula en las plantas de almacenaje de la Argentina. En particular en Santa Cruz, ya se anticipa el peligro de colapso de las plantas de almacenaje, tanto en la Cuenca Austral como en la Cuenca del Golfo San Jorge.
En picada
Con esta realidad y ante la incertidumbre de cuándo podría volver a pensarse en una reactivación, a nivel mundial, el petróleo volvió a vivir un lunes negro, tanto en Estados Unidos como en Londres.
Los futuros del barril en USA mostraron su valor más bajo en la historia. El West Texas Intermediate (WTI) tocó mínimos de los que no se tienen registros desde que abrió el mercado de futuros en 1983. (Ver aparte)
La caída del Brent, de referencia en Argentina, no fue tan abrupta. En el mercado para junio el barril de Brent, bajó un 6% y cotizó en torno a los USD 26. Un tercio de lo que llegó a valer en enero y menos de la mitad que antes de la crisis de la pandemia.
Pérdida cuantiosa
Esto deja al barril del crudo santacruceño promediando los 19 dólares. Un precio que hace totalmente inviable los yacimientos y que es un tiro al corazón de las arcas provinciales.
De mantenerse este valor, las regalías hidrocarburíferas caerían drásticamente. El Gobierno de Santa Cruz ya estima que la pérdida en mayo llegaría a los $ 600 millones.
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