A una semana de la última protesta que terminó con insultos y amenazas contra el intendente Pablo Grasso, decenas de manifestantes de la UTA plantaron una carpa en la puerta de ingreso al municipio de Río Gallegos para reclamar nuevamente por el pago de salarios atrasados a choferes de la empresa de colectivos Maxia.

La semana pasada el reclamo de afiliados a la Unión Tranviaria Automotor (UTA) finalizó con una violenta escena que derivó en un allanamiento a la sede del gremio luego de que el jefe comunal presentara una denuncia ante la Justicia.

FOTO: JOSÉ SILVA / LA OPINIÓN AUSTRAL

 

“Te voy a arruinar, gato de m…”

El martes pasado, Grasso salió a la puerta del palacio municipal que da a la avenida San Martín para dar respuesta al gremio sobre el conflicto de la empresa de transporte. Lo que comenzó como un simple diálogo terminó con fuertes frases, extorsiones y amenazas contra el jefe comunal que en todo momento fue rodeado por integrantes del gremio. “Pagale a la gente porque tiene hambre”, gritó uno y encendió la furia.

“¿A dónde está la plata? Explicales a dónde está”, insistio otro, al tiempo que un tercero increpó con insultos ¿Qué te creés que no tenemos cuentas nosotros, boludo?”.

En el video exclusivo de La Opinión Austral casi no se alcanzó a escuchar la voz de Pablo Grasso que inútilmente intentaba dar explicaciones sobre el atraso de salarios.

 

 

La violencia verbal había escalado al punto que nadie estaba dispuesto a escuchar lo que tenía para decir. “¿A dónde está la plata? Saliste por cámara de televisión haciéndote el guapo. Te sacaste foto, gato de m…”, reclamaron. “Arreglá las cosas con la gente. Yo te voy a arruinar”, advirtió otro elevando aún la agresión a otro nivel. “Yo te voy a pagar, pero te voy a arruinar gato de m…”.

 

“Pagale a la gente porque te voy a hacer m…”, continuó uno de los manifestantes que a centímetros de distancia apuraba con el cuerpo.

 

En un silencio que duró a penas segundos se oyó al intendente responder: “No me importa que me hagas mierda porque nosotros estamos pagando como corresponde”.

 

Las palabras de Grasso se esfumaron entre gritos e insultos. “La c… de tu…Hijo de p… por tu culpa. Tiene que renunciar ¡Renunciá! Renunciá si no servís para m…¡sorete!

“Me está diciendo que renuncie. Yo no puedo renunciar”, respondió Grasso con sorprendente calma.

 

 

 

Finalmente, la escalada verbal no pasó a mayores y los manifestantes se alejaron de la entrada del edificio, mientras Grasso respondía a las inquietudes de uno de los choferes que con tranquilidad se acercó a pedir explicaciones

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