“‘Panky’ me dicen de chiquitito. Desde que ingresé al secundario escucho música punk entonces me quedó ese apodo”, contó Daniel “Panky” Fernández, graduado de la Facultad Regional Santa Cruz de la Universidad Tecnológica Nacional.
En 2019, con 38 años, comenzó a estudiar Ingeniería Industrial. “Una hija del corazón estaba estudiando ingeniería y eso me llevó a querer seguir esta carrera. No tenía el secundario, averigüé y estaba el Artículo 7mo (de la ley de Educación Superior), me hicieron rendir un examen, ingresé a la Facultad, pude hacer la carrera y terminarla en cinco años. El año pasado, en noviembre, me recibí con el proyecto final”, relató a La Opinión Austral.
Nacido y criado en Río Gallegos, antes de ser ingeniero, “Panky” fue al Jardín de Infantes N° 16, a la Escuela Primaria N° 38 y a continuación, al Industrial N° 4.
“Por rebeldía de chico, no estudié. Mis padres me dieron todo para que estudie, pero de chico rebelde terminé abandonando el colegio, me junté, tuve mi familia, pero siempre tuve ese deseo, esa materia pendiente, de poder tener algo mío, un título”, reconoció.
No haber estudiado tuvo consecuencias concretas. “Siempre me costaba conseguir trabajo por no tener un título, siempre era de lo que podía y no de lo que quería. Gracias a Dios tuve la posibilidad, antes de ingresar a la Facultad, de trabajar en una empresa y después poder pasar a Pecom, a la parte de laboratorio, donde tuve un jefe Mariano Bossio, una persona de gran corazón que me dio todas las facilidades para que pueda estudiar, hasta me puso vehículos a disposición para que pueda asistir a la facultad, fue un pilar muy importante para mí en el estudio”, destacó.
“Mis padres me dieron todo para que estudie, pero de chico rebelde terminé abandonando el colegio”.
No olvidó el gran apoyo de su familia. “Todas las horas de estudio son horas que le quité a ellos y siempre con su apoyo, pude llegar a estudiar”.
El cruce entre el estudio y el trabajo le resultó beneficioso. “El laboratorio fue una parte importante en la capacitación profesional, me permitió comprender muchas de las cosas que venía estudiando y me llevó a hacer mucho más rápido la carrera”, observó.
Del examen al título
Sobre cómo fueron los inicios de su etapa universitaria, “Panky” reconoció: “Me presenté al primer examen, que nunca pensé que iba a aprobarlo, y dije: ‘Sigamos’. Una cosa me fue llevando a la otra hasta que llegué a 5to año sin darme cuenta, tuvo mucho que ver el apoyo familiar, el apoyo laboral y el grupo de compañeros que me integró desde 1er año, somos un grupo entre ocho y diez los que llegamos hasta el último año en el que nos apoyamos entre todos, ellos son todos mucho más chicos que yo”.
En ese 1er año, “Panky” se encontró con compañeros de entre 19 y 23 años. “Había uno de 29 años, el resto eran todos de la edad de mis hijos, tengo un hijo de 21, otro de 23 y una nena de 12”, mencionó.
“Pudimos congeniar en que yo llevaba más la parte profesional y ellos más la parte de estudio, pudimos complementarnos y llegar juntos”, explicó.
Sin embargo, reconoció que en un principio no fue sencillo: “Los primeros días en la Facultad, era el bicho raro, más de uno me miraba diferente, pero no dejé que eso fuera un límite, solamente me acerqué a los que me apoyaban y muchas veces quise bajar los brazos, muchas veces quise largar todo y el pilar principal fue mi señora“.
Las exigencias de la carrera y del trabajo generaban un cansancio que en más de una oportunidad lo hizo pensar en abandonar. “El estrés de estar en el trabajo, más la familia y la educación… a veces, me llegaba a superar. Mi señora nunca me dejó que baje los brazos, siempre me dijo que si ella hizo el sacrificio de aguantarme, yo tenía que hacer el sacrificio de terminar entonces eso me llevó a nunca rendirme”, reveló.

Verónica Domínguez, la mujer que jamás le permitió que baje los brazos, tiene estudios secundarios completos y le gustaría cursar una carrera universitaria. “Ella tiene su oficio que es hacer uñas, siempre tuvo su negocio y por cuestiones de salud, tuvo que cerrarlo”, mencionó y agregó que “está muy entusiasmada con estudiar”.
El interés por el estudio también resonó en sus hijos. “Mi hijo más grande (Jeremías) está peleando para entrar a medicina, era algo que nunca me imaginé que me iba a pedir. El que le sigue, es técnico en Electrónica y está estudiando Ingeniería Industrial para poder ingresar el próximo año en Ingeniería Electrónica en Córdoba que es lo que le gusta, todo fue llevando a ver que se puede, sólo es cuestión de ganas y de ponerle”, afirmó.
Sobre cuál fue el momento en que se dio cuenta que había logrado su sueño, “Panky” se sinceró: “Llevo un año como ingeniero y creo que hasta el día de hoy me cuesta darme cuenta de que logré eso que tanto anhelé y por lo que tanto luché, principalmente lo ves en el reconocimiento de los compañeros, no sólo de la Facultad, sino también del trabajo, valoran todo el sacrificio que uno hizo durante todos estos años, vieron todo el progreso”.
En el Laboratorio de la Facultad, volvió a encontrarse con Mariano Bossio. “Hoy somos colegas y compañeros en la facultad, eso como que te llena porque fue quien me dio una gran mano para poder hacer todo esto”, marcó.

Los planes
Por delante, la familia Fernández tiene previsto mudarse a la provincia de Córdoba. “Allá voy a probar ingresar a trabajar como ingeniero. Apenas terminé, para no perder la costumbre del estudio, me anoté en un posgrado y tengo muchos compañeros que son de Córdoba. Como acá está tan jodida la mano, no he podido conseguir nada, me retiré del petróleo buscando nuevas oportunidades, pero no conseguí entonces me voy a buscar un nuevo camino. Ya que los chicos se van a estudiar para allá, nos iremos con ellos”, contó.
“Lo que no tienen que hacer, sin importar la edad, es dejar de intentarlo”.DANIEL “PANKY” FERNÁNDEZ, INGENIERO INDUSTRIAL
Consultado sobre qué podría decirle a aquéllos que tienen el deseo de estudiar, pero también dudas ya sea por una cuestión de edad o la etapa de la vida en la que se encuentran, manifestó: “La edad es una sensación, uno cree que es grande o cree que es chico, pero ninguna de esas cosas en realidad es así. Desde mi edad, pude aportar mucho que los chicos no tenían y ellos me nutrieron mucho a mí, incluso por el nivel de educación que recibí en esa época en el Industrial N°4, estaba en el mismo nivel que ellos cuando ingresamos en 1er año”.
“Lo que no tienen que hacer, sin importar la edad, es dejar de intentarlo. Siempre hablo con mis hijos, ellos me decían que tenían miedo de decepcionarme o fracasar pero les digo que decepcionar o fracasar es no intentarlo. Te tenés que presentar, tenés que tratar, tenés que arrancar. La llaman carrera, pero no es una carrera de quien llega primero sino de llegar hasta el final, no importa si tardan tres años, cinco, depende la carrera que elijan, lo importante es que no dejen de probar y no dejen de insistir, en algún momento lo van a poder terminar. Todo se logra si uno sigue insistiendo”, remarcó.
Para cerrar, agradeció: “A la familia ante todo, a los compañeros de trabajo, a mis nueras, a mi papá, que está en Corrientes, y mi mamá, que está acá, siempre estuvieron. Soy el primer universitario de la familia así que es algo que llena de orgullo a toda la familia“.
“El agradecimiento a todos los que me han apoyado durante todos estos años tanto en el trabajo, en la familia como a nivel educativo, los docentes valoraban mucho que uno estudie y trabaje y se notaba el apoyo extra que daban al que le costaba un poco más”, cerró.
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