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Con el propósito de rememorar y valorar a personas que fueron protagonistas de la historia no solamente de Río Gallegos, sino también de la provincia de Santa Cruz, un historiador organizó un recorrido por el cementerio de la capital santacruceña, ubicado en Tucumán y Beccar.
La actividad, que se desarrolló la tarde de este sábado con la presencia de varios interesados, estuvo encabezada por Luis Ibarra Philemon, quien integra la Comisión por la Memoria de las Huelgas de 1921 de Lago Argentino y fue formador del Archivo Histórico Municipal de El Calafate.
Durante la visita al lugar de descanso de miles de vecinos, que Luis lleva adelante periódicamente junto a un grupo de amigos para conversar sobre importantes acontecimientos que muchas veces pasan desapercibidos para la comunidad, se recorrieron las tumbas de personajes que hicieron en parte a la idiosincrasia e identidad de la provincia.
El huelguista Zacarías Gracián, el comisario Juan Albornoz y el mercachifle José Nasif -involucrados en los trágicos hechos de las Huelgas Patagónicas-, como así también el tehuelche Capipe y el primer Gobernador constitucional de la Provincia, Mario Cástulo Paradelo, “regresaron a la vida” a través de los relatos de las vicisitudes que atravesaron y que marcaron una huella indeleble en Santa Cruz.
“La cuestión no es responder, sino plantear los interrogantes, desarrollarlos y salir con preguntas . ¿Qué hacemos? ¿Qué hicimos con ellos? Son cuestiones para seguir conversando”, dijo el divulgador a un móvil de La Opinión Austral que registró con lujo de detalles la singular propuesta.

Capipe
La primera figura que formó parte del recorrido fue Capipe, el cacique tehuelche que perdió la vida en 21 de julio de 1953. El descendiente de los milenarios nativos patagónicos vivió sus últimos días en condiciones deplorables, por lo que -según aseveró el historiador- “mantenemos una gran deuda con él”.
Cabe destacar que si bien hay una tumba con la correspondiente placa de Capipe, la misma se trata de una cenotafio, es decir, un monumento funerario en el cual no se encuentra el cadáver y tiene fines simbólicos.
Zacarías Gracián
En el recorrido por el cementerio de Río Gallegos, también fue posible visitar a Zacarías Gracián, protagonista de las Huelgas Patagónicas. Un dato no menor es que el mismo Ibarra Philemon evitó años atrás que exhumaran su sepultura.
“Estaba leyendo un viejo diario y leí que iban a exhumar la sepultura de Zacarías para arrojarlo al osario común, porque no tenía herederos ni familiares. Como ya conocía su historia y sabía que había muerto en la huelga de 1921 en El Cerrito, me dirigí al municipio y me atendió el concejal Julio Muñoz -ya fallecido-, quien se puso a disposición en seguida y llamó al cementerio para frenar la exhumación porque comprendía la importancia histórica”, manifestó a La Opinión Austral.
Seguidamente, explicó que Zacarías y el grupo del “68” y el autodenominado “Consejo Rojo” llevaron a cabo en 1920 la primera huelga al sur del río Santa Cruz, abarcando todo el territorio de la provincia, desde Río Gallegos hasta la zona de Lago Argentino y lo que actualmente es El Turbio.
De esta forma, lograron paralizar el trabajo en las estancias de los Menéndez, ya que los patrones no querían ceder ante las demandas de los trabajadores. “Paralizaron el trabajo y representantes de los hacendados enviaron desde Buenos Aires a rompehuelgas”, añadió el historiador.
Precisó que durante el desembarco de los rompehuelgas, Zacarías y sus compañeros esperaron en la bajada de Clark, logrando dispersar a la gente y a la policía a tiros. “Los patrones de la estancia decidieron aceptar y firmar el convenio con los trabajadores en cuanto a mejoras laborales. Fue un triunfo en ese momento”, comentó Ibarra Philemon.
Con respecto a como se produjo su muerte, relató que cuando no se cumplió el convenio entre trabajadores, hacendados y autoridades a fines de 1920, se paralizó nuevamente el trabajo en todas las estancias al sur del río Santa Cruz. El huelguista y sus compañeros se dirigieron hacia la zona de Lago Argentino, donde se concentraron en la estancia Anita.
El comisario Edelmiro Correa Falcón ordenó al subcomisario Pedro José Micheri capturar al Consejo Rojo, del cual formaba parte Zacarías. “El comisario Micheri iba persiguiéndolo en completo estado de ebriedad, eso dice el expediente judicial. Cuando llegó a El Cerrito, se produce un enfrentamiento entre los trabajadores y los policías en el que Micheri termina herido”, dijo el divulgador.
Luego de este tiroteo, los huelguistas decidieron retirarse a caballo. No obstante, Correa Falcón había enviado al jefe de policía Diego Ritchie para reforzar la partida de Micheri, sin conocer el enfrentamiento. “Los trabajadores se encontraron con otra partida policial en la que Diego Ritchie mató de un tiro en la cara a Zacarías García”, amplió.
El historiador señaló que este infausto hecho ocurrió el 2 de enero de 1921, y todos los muertos fueron enterrados en El Cerrito. Igualmente, comentó que en julio de ese mismo año, la policía nombró una comisión de homenaje a los policías fallecidos y trasladó sus restos al cementerio viejo de Río Gallegos.
“A razón de eso, Antonio “Gallego” Soto llamó a una asamblea y decidió buscar los restos de Zacarías y traerlos el cementerio. El cuerpo se veló en la Sociedad Obrara”, especificó.
Comisario Juan Albornoz
El comisario Juan Albornoz también participó de los acontecimientos que formaron parte de la Patagonia trágica. No obstante, tal como afirmó Ibarra Philemon, “fue un personaje muy odiado por los trabajadores” luego del fusilamiento de “Facón Grande” en 1921.
Y es que Albornoz, quien además de comisario era estanciero, fue nombrado administrador de los bienes de “Facón Grande”. “En el expediente que se abre en 1922, se lo nombra a Albornoz como administrador de los bienes del “presunto desaparecido”. Una palabra que después se hizo tan común en la última dictadura militar”, sostuvo.
Precisó que esa “presunta desaparición”, en realidad encubría un asesinato. “A Facón lo fusilaron en Jaramillo junto a sus trabajadores y de las pocas pertenencias que tenía, arreos, cabezas de ganado y campos, lo nombraron administrador precisamente a uno de los personajes más odiados por los trabajadores, el comisario Albornoz”, esbozó.
Asimismo, subrayó que la historia del comisario es “contradictoria”, ya que hay quienes aún lo apoyan y otros que “son más críticos”.
Mario Cástulo Paradelo
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