A 45 años del golpe que ensombreció al país con una larga noche de violencia institucional, dos voces retumban desde el paso del tiempo para ejercitar la única posibilidad de no volver a repetir lo que pasó: Memoria, Verdad y Justicia.

Martín Villagra es el sobrino de Villagra, Delmiro Segundo, nacido en Río Turbio, provincia de Santa Cruz, el 18 de febrero de 1953. Realizó sus estudios secundarios en la Escuela Agrotécnica Salesiana de Río Grande, Tierra del Fuego.

 

Estudiante de Veterinaria en la UNLP, integrante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros, fue secuestrado-desaparecido en su domicilio de La Plata, provincia de Buenos Aires, el 22 de diciembre de 1976, cuando tenía tan sólo 22 años de edad.

 

 

Si bien Martín no tuvo la oportunidad de conocer a su tío Segundo, desaparecido en 1976, ya que él nació en 1980, recuerda cómo la pasó la familia. “Lo buscaron durante mucho tiempo, siempre se habló de la búsqueda, yo en ese momento mucho no entendía, el proceso de saber lo que pasó con él para mí fue durante toda la vida, más en la adolescencia me fui empapando de lo que le pasó a mi familia, sufrimos muchísimo porque a mi abuelo lo seguían por estar en esa búsqueda de Segundo”.

 

Antes de saber que estaba desaparecido, la familia lo esperaba para festejar Navidad. “Desde el 76 al 82 en mi casa no se festejaron las fiestas”.

 

Se creía que en Santa Cruz no había pasado nada

 

Para él es importante mantener la memoria porque “hasta hace poco tiempo se creía que acá en Santa Cruz no había pasado nada y eso es mentira”, agregando que hay “entender que la democracia siempre está en peligro cuando no sabemos qué es lo que tenemos, si no entendemos su valor real, un día la podemos perder”, finalizó.

Preso político

El músico y escritor Héctor Ossés, que en los 70 fue militante de la Juventud Peronista de la zona norte de Santa Cruz y era miembro de la comisión directiva del sindicato de Gas del Estado, nos cuenta cómo fue su detención el 26 de marzo del 76.

 

“A medida que se iba agravando la cosa, nosotros teníamos presente que corríamos riesgos”, comentó y dijo que a través de contactos con organizaciones de trabajadores, les avisaron que tres personas del sindicato iban hacer detenidas, entonces rápidamente, desde su casa de Pico Truncado, cuando todos pensaban que se iban a ir a Chile, “nosotros nos fuimos a parar a una estancia cercana a Puerto San Julián, pero no teníamos más lugares para seguir huyendo”, entonces en esa localidad negociaron su entrega a la Prefectura, de ahí fueron llevados a Río Gallegos y terminaron en el penal de Rawson, provincia de Chubut.

 

“Cuando ingresamos, inmediatamente nos encapucharon, nos dieron golpes y un largo periodo de ablandamiento en lo que llamábamos los pozos, lugares de aislamiento”.

 

Cuenta que ese proceso fue “como que había un ambiente represivo organizado, por ejemplo para darnos muy poco de comer, yo entré con 89 kilos y salí con 72, no nos permitieron hacer ejercicio y estar con nuestros familiares, las cartas eran censuradas y no nos podían enviar libros, todo eso son técnicas carcelarias para destruir al preso”, explicó, agregando que “así como ellos tenían sus técnicas, nosotros elaboramos las estrategias para resistir, porque hasta los recreos estaban censurados, eran de una hora por día solamente y no podía haber una reunión de más de cinco presos en una mesa”.

De aquellos presos, fui el único que sobreviví

 

“Cada tanto nos tocaba acá uno de los presos políticos, que contaba un libro que había leído o una película que había visto: al hacerlo se convertía en un verdadero entretenimiento, era ir a escuchar tal película o tal libro en serio”.

 

Para concluir, el exdetenido destacó con emoción que “de aquellos presos, fui el único que sobreviví, porque Luis José Astolfo y José Antonio Masclans, que escaparon conmigo; Luis Castillo, parte del sindicato, y Emilio González (periodista y locutor), todos ellos murieron. Me tocó a mí el azar de seguir en estos días”, finalizó.

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