El nombre de la nacida en el Siglo XVIII, María Antonia Paz y Figueroa, se hace sentir más durante estos días en los que su canonización ya tiene fecha y lugar. La santa misa y canonización, presidida por el papa Francisco, tendrá lugar el 11 de febrero a las 09:30 (05:30 en Argentina) en la capilla principal de la basílica de San Pedro.
Se convertirá en la primera santa argentina luego de la aprobación a fines del año pasado de un milagro atribuido a su intercesión, el de la supervivencia del docente jubilado de Santa Cruz Claudio Perusini.
“Estoy muy emocionada por la pronta santificación de la primera santa”.
ANA MARÍA CABRERA, ESCRITORA
Cabrera reconoció que “apenas conocía sobre Mama Antula. Había ido alguna vez a la Casa de Ejercicios Espirituales, iba a la basílica Nuestra Señora de la Piedad en Bartolomé Mitre y Paraná y me paraba siempre en la nave derecha. Alguien me dijo: ‘Pero, ¿vos sabés dónde te parás siempre?‘. Le respondí que no. ‘Al lado de los restos de Mama Antula’. Luego la hermana Julia me dijo: ‘Sé que vos lo vas a escribir'”.
“Escribo sobre los grandes silencios de la historia, allí donde hay silencios se introduce la verosimilitud literaria”, dice en diálogo con LU12 AM680 y recordó “empecé con Felicitas Guerrero, en el 98 no se conocía, fue la primera novela en Argentina sobre femicidio y lleva 25 años de venta ininterrumpida”.
Cabrera, como hace con todas sus novelas, comenzó a investigar. Un rol esencial en ese camino fue el Rosa, su amiga santiagueña, quien falleció durante la pandemia por covid. “Gracias a ella también pasé a un primer plano la historia de la vida cotidiana“, señaló.
Descubrimientos
En 176 páginas, destaca especialmente algunas características de quien se convertirá en la primera santa argentina y las compartió con “La Decana de la Patagonia”.
“Lo que asombra es que esta mujer que nació en 1730, a la que la historia la tenía tapada como a mucha gente y sobre todo a mujeres, era realmente muy fuerte. Cuando expulsaron a los jesuitas de América ella se había acercado a ellos, se impregnó de todo conocimiento de los ejercicios espirituales de San Ignacio. Ellos les enseñaban a trabajar a los indios y a los gauchos y eso no convenía. Caminó descalza por todo el país, seguida por algunas mujeres, y llega a Buenos Aires porque tiene un mensaje de Dios, decía que las grandes ciudades son las que necesitan más ‘pasto espiritual'”, repasó.
“1700 era casi época de la inquisición. En Buenos Aires le tiraban barro en la cara, la llamaban prostituta, loca, borracha, pero ella siguió“, subrayó.
La misa y canonización serán el 11 de febrero en la capilla principal de la basílica de San Pedro.
Además, continuó, “era una mujer muy culta, se la considera la primera escritora del Río de la Plata, no hubo antes alguien así”.
“Con cada personaje, con cada libro, voy aprendiendo algo y al ir descubriendo de a poco a esta mujer, aprendí sobre la perseverancia, esto que bien que nos viene a todos”, marca y explica que “ella quiso hacer las cosas en orden, llegó a Buenos Aires y primero habló, que le costó mucho, con el poder eclesiástico, con Malvar y Pinto, le costó mucho que le diera permiso y después fue al poder político, al virrey. Fue con mucha paciencia todos los días durante nueve meses y él le decía: ‘Este olor a jesuita que siento por acá’. Ella se iba tranquila y volvía”.
“Estaba parando en la casa de unos amigos, que le dijeron: ‘María Antonia, te vamos a conseguir una carta de recomendación, te vamos a acompañar’. Ella les dijo: ‘No, yo sé que va a ser, porque lo siento dentro de mí, Dios me lo dijo, pero los tiempos son de Dios‘”.
“Es impresionante, si todos aprendiéramos eso… cuando uno sabe cuál es su misión en la vida, el camino lo va llevando“, remarca Cabrera.
“Ella quería que todo esto llegara al mundo entero, a mí me emocionó tanto porque le dediqué este libro a la unión de los argentinos y creo que a la unión del mundo. Ella unió por primera vez, en aquella época, a las mujeres que la acompañaban, eran negras, blancas, esclavas, prostitutas, no importaba nada de eso, había una amplitud, una cosa de amor, de misericordia”, agrega.
Los contemporáneos a Mama Antula y la historia que se va develando presentan también la correspondencia con Catalina de Rusia.
La emperatriz le escribió: “Yo no soy católica, soy ortodoxa rusa, pero privilegio para mi país la cultura y la educación, así que yo los voy a cobijar”, señala Cabrera y reflexiona “no me importa su vida privada, pero eso que hizo fue algo maravilloso, qué conciencia. Fue una excelente reina“.
“Otra cosa que me sorprendió muchísimo es que cuando vino Manuel Belgrano de Europa, fue a la Casa de Ejercicios Espirituales y fue de nuestros héroes el que más tandas de ejercicios espirituales hizo, 8, el administrador de ahí era Cornelio Saavedra y Castelli llevaba los papeles prohibidos de la Revolución Francesa”, repasó.
“Lo lindo de hacer novela de la que no se conoce la historia es hacer las asociaciones. Si ahí estaba Belgrano, Saavedra y Castelli con los papeles de la Revolución Francesa, con razón que algunos la llaman ‘la madre de la patria‘, porque ahí se gestó”, valoró.
Cerrando, Cabrera, quien al igual que millones de argentinos y argentinas creyentes cuentan los días para la ceremonia del 11 de febrero, expresó “estoy muy emocionada por la pronta santificación de la primera santa argentina, es una maravilla“.
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