*Por Hugo Ferrer

Calle de arena, la de Mons al 2454  en Ostende, partido de Pinamar. La Escuela Secundaria Número 2 se preparó para recibir y ser una de las sedes de la 9º Edición del Festival Internacional de Narración Oral en la Costa “Cuentos en el Aire y el Mar”. Hubo invitados de Argentina y de otros países.

Los narradores Hugo Chaves y María Laura Dippólito, junto a Analía Ouviña y Federico Chávez quedaron más que satisfechos con las exposiciones. Jamás imaginaron lo que les pasó al final. Antes de irse, a Hugo Cháves se le acercó un joven que estaba acompañado de su novia.

Le dijo:  “Yo también escribo poesías, escribo cuentos.” Le mostró el celular. Ahí estaba el texto.

Así, descubrimos esta conmovedora historia en un programa de Sofía Radio, Cuentos en el aire (FM 95.3, Sofía del Plata), segmento presentado por la Universidad Nacional de La Plata. Es un ciclo que está dedicado a la narración oral, las artes escénicas y la cultura. Es el de mayor permanencia en el aire en Latinoamérica.

En su emisión, en la previa de Navidad, se escuchó a través de la voz de Hugo Cháves el cuento de ese estudiante.

Hugo Chaves y Analía Ouviña en Pinamar cuando presentaron el Festival Internacional de Narración Oral en la Costa. De ahí surgió el cuento de Caleb

Acá va:

Bajo el cielo estrellado un vaso de vino reposa entre las flores. Bebo solo sin un amigo que me acompañe. Levanto el vaso y con un gesto invito a la luna a compartir mi soledad. Ella, testigo silente, se refleja en el líquido carmesí. Mi sombra, alargada por la luz nocturna, se une a nuestra triada. Somos tres: el vino, la luna y yo en un pacto de secretos y suspiros. La luna con su rostro pálido y misterioso se convierte en mi confidente. Le cuento mis anhelos y desvelos y ella, ella me escucha sin juzgar. En su luz tenue encuentro consuelo y compañía.  Mi sombra, fiel compañera de tantas noches, es el eco de mis pasos y mis nostalgias. En ella se esconde el pasado, las huellas que dejé atrás pero también es la promesa de un futuro distinto donde los errores se desvanecen como las sombras al amanecer. El vino, néctar embriagador, fluye por mi garganta. Sus notas de uva y roble se entrelazan con mis pensamientos. Bebo para olvidar, para recordar, para celebrar, pero sé que no es la respuesta a mis anhelos más profundos; entonces me sonríe con su luz plateada. ¿Por qué bebe solo?, parece preguntarme y yo le respondo en silencio porque aún no encontré a nadie con quien compartir este vino. Ella asiente como si entendiera mis palabras sin necesidad de pronunciarlas. Mi sombra se alarga abrazando el pasado y el presente, pero hay algo más en el aire: una promesa que flota entre los tres.  Tú, mi amada, serás la luna susurro al viento y mi sombra, nuestro pasado.  La luna se inclina como aceptando el papel que le asigné. Sigamos bebiendo, atesorando el presente y continúo y amándonos para llegar a un futuro mejor.  La luna brilla con mayor intensidad como si aprobara mi propuesta. La sombra se estira como buscando un abrazo y yo, con el vaso en la mano, siento que algo ha cambiado.  Una mañana donde el vino será un gusto y no una necesidad, concluyo. La luna, mi amada, asiente; la sombra, nuestro pasado, se desvanece un poco más y yo, bajo el cielo estrellado, brindo por ese futuro que aún no puedo ver pero que siento latir en mi corazón.

Después de leerlo, Hugo Cháves reconoció: Sólo verlo aquel día, me dio que algo había en ese chico. Este cuento que escuchamos realmente me atrapó.  Me pareció maravilloso que un chico tan joven escribiera así, con tantas ganas, con un lenguaje tan literario.

La escuela secundaria Nº 2 de Ostende. El alumno Caleb, de sólo 16 años, le dio un cuento inédito a Hugo Cháves. La historia fue emitida por Sofía Radio en el ciclo Cuentos en el aire.

Cháves fue por más y confesó que le hizo  leer este cuento a un compañero de trabajo que se dedica a analizar libros. “No parece un chico de secundaria”, le dijo, “porque en los primeros tres o cuatro renglones nos da una definición.

Repasemos: “Bajo el cielo estrellado un vaso de vino reposa entre las flores. Bebo solo sin un amigo que me acompañe. Levanto el vino y con un gesto invito a la luna a compartir mi soledad. Ella, testigo silente, …”

 Así arrancó el cuento. Cháves destacó que esa frase “ya me da tantas imágenes para que yo pueda saber dónde estamos y dónde está parado nuestro escritor que vale la pena que ese cuento abra nuestro programa. Vaya la felicitación para Caleb. No podemos decir el apellido porque es menor, pero en Pinamar seguro que ya todos van a saber de quién se trata.”

En cada palabra, en cada frase y en esa juventud de Caleb están los sueños, el pasado, lo que vivió, y lo que imagina que pasará. El talento fluye y se refleja en el texto y en sus posteos (IG:@caleb._dnd).

Por más Caleb, por más cuentos, por más sueños y creatividad, levantamos también esa copa de vino.

Caleb, sabés que no estás solo.

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