– Hola Pepe ¿Dónde estás?
– Hola Néstor, acá, en la confitería charlando con compañeros.
– ¿Y por qué?
-Porque todavía no me diste oficina. ¿Qué querés, que ande como un estúpido por los pasillos?
– No, ese estúpido soy yo, que soy el Presidente y te estoy buscando.
Pepe Salvini recuerda la intensidad de Néstor Kirchner desde su casa del barrio Jardín de Río Gallegos, sentado en un sillón de cuero marrón, con huecos para vasos. Su casa de techo bajo está repleta de chiches y recuerdos por las paredes. Detrás suyo, un mueble de madera todavía conserva un adorno de Navidad.
Pepe fue amigo de Néstor, y el que dijo “sí, dale” cuando se propuso fantasear con la idea de ser Presidente y todavía muchos se les reían. Se conocieron en la secundaria y Pepe no duda de haber sido testigo de la primera acción política del dirigente que cambió el país.
Salvini es entrerriano, y su madre fue criada por el gobernador Mario Paradelo, por lo que de chico se vino a vivir a la Residencia, cuando Santa Cruz recién se hacía provincia.
En 1966 la dictadura de Juan Carlos Onganía repartió distritos bajo la órbita de las FFAA. A Santa Cruz le tocó la Fuerza Aérea y ese año, al año siguiente, el presidente de facto llegó a Río Gallegos a inaugurar la ampliación del aeropuerto.
“Íbamos al Colegio Guatemala y querían poner de ‘prepo’ a la esposa de un vicecomodoro como rectora. No estábamos de acuerdo con que saquen a Anita Flores de López. Así que armamos una comisión de rebeldes, hicimos un paro, el primero de estudiantes secundarios, y aprovechando que en esos días venía Onganía. Caminamos hasta el aeropuerto, acompañados por padres para darle un petitorio. Igual, aprovechando la cuestión de género le hicimos una carta a la esposa, así que hay dos cartas, una que la firman un elegido por cada año y la carta dirigida a la esposa, donde estamos los seis rebeldes”.
Pepe lo cuenta y saca una carpeta colgante color ladrillo y adentro hay varias hojas amarillentas. Algunos son recortes de La Opinión Austral, la carta al dictador y otra dirigida a la primera dama.
“Rogamos a la Primera Dama considerar esta humilde petición fundamentada en principios humanos y legales”, escribieron en la carta que también firman Roberto Moreno, Osvaldo Mondelo, Félix Ríquez, Omar Miris y Liliana Tresguerres.
Ese primer acto revolucionario para la época los puso en otro lugar, en uno que se incomoda con lo que resultaba injusto.
“Nuestros padres ya eran peronistas. Yo vivía en la Residencia y el gobernador era de la UCRI, pero a nuestro espíritu de peronista nunca lo perdimos”, dice.
Argentina convulsionaba con los bastones largos, pero se venía una noche todavía más ensombrecida. Los fusilados, desaparecidos, la impunidad que duró décadas.
Desde su gestión, Río Gallegos nunca más fue la misma
En el ‘69, la Universidad tuvo a Néstor interesado por el periodismo, pero le duró un año.
“Nos tocó censarnos a los santacruceños y en el comedor universitario pusimos un cartel con una mesa y decía: ‘El que sea santacruceño por favor censarse’. Éramos más o menos 80 y empezamos con la rosca política. Armamos una comisión directiva: yo el presidente y Néstor el vice, para militar en ese centro de estudiantes”.
“Un día me llama y me dice, veníte. Yo, como creía que me salvaba por número bajo, voy con él a La Plata, calle Uno, hago el curso e ingreso, y en abril recibo un sobre con el pasaje adentro donde me convocan al servicio militar. Al año siguiente volví a vivir unos meses con él y convivimos desde ese momento hasta el ‘75”.
El departamento estaba en el edificio El Castillo y que hoy es un shopping. Néstor y Pepe vivían en el primer piso al que se llegaba por una escalera caracol.
Hacía meses que no se veían y un 24 de diciembre, Pepe se iba a pasar las fiestas a lo de su novia y tocaron el timbre.
-¿Quién es?
– Néstor, Pepe.
Néstor estaba más flaco y llevaba anteojos de marco grande. Pero no estaba solo.
“Néstor estaba con gripe y me dice que andaba recluyéndose. ‘Quédense acá, les dejo la llave’ ‘flaca, andá por ahí, la última habitación es la mía’, le dije, y mientras ella llevaba el bolso, me acerqué a Néstor y le pregunté: ¿Cómo hiciste?”.
“Ese es el primer encuentro con Cristina. Yo me vengo a Gallegos, ya medio fugado porque era una situación muy complicada. Ellos se casan, pero no pude ir, mi novia sí”.
En pleno golpe militar , Néstor y Cristina vienen al sur.
En el ‘83, Néstor Kirchner funda el ‘Ateneo Juan Domingo Perón’ y Pepe creó la básica ‘Juan Perón’ que quedaba sobre la calle Salta.
“Era la democracia incipiente, estábamos a full y en esa etapa en Santa Cruz se da el trasvasamiento generacional, les ganamos a los ortodoxos de la historia que se llamaban ‘Herencia y Mandato’, imaginate”, dice Pepe, que después creó junto a su amigo la coordinadora de unidades básicas con la que ganan las internas del partido.
En ese ‘83 el peronismo impulsó una candidatura para ganarle a Ángela Sureda, la mujer del radicalismo que había sido intendenta de facto de Río Gallegos y que esta vez quería ir a las urnas. La contrapropuesta fueron Marcelo Cépernic, hijo de Jorge, el gobernador peronista limitado en sus funciones por el golpe, y López Lestón, el candidato de Néstor, y además, su tío.
“Le ganamos por poco y nada a la doctora Sureda, y arrancamos con (Arturo) Puricelli gobernador. A mí me tocó armar la Cámara de Diputados. Por la dictadura no existía nada y soy secretario general hasta el ‘87. Me toca la parte más linda, que es refrendar todas las leyes posibles en contra de la dictadura y reincorporar compañeros. Actos de justicia”.
En el ‘87 tuvimos diferencias con Ricardo del Val y se produjo un quiebre institucional.
“Teníamos mayoría los peronistas, pero estábamos divididos, había tres Bloques y eso hizo que tomáramos la decisión de hacerle el juicio político. Terminamos con Granero vicegobernador hasta el primero de mayo donde hace el discurso y al otro día, yo que estaba a cargo de la vicepresidencia de la Cámara y recibí su renuncia”.
Ustedes están locos, nos decía Cristina, porque éramos él y yo nada más
Entonces, el Frente para la Victoria ya existía, eran algunos diputados incluido uno del MIT. “El nombre surge porque nace la necesidad de construir llamando a todos los sectores posibles para que nos llevaran a la gobernación de Néstor”.
Y es que el ‘87 también fue el año en el que Néstor asumió la Intendencia. “Desde su gestión, esta ciudad nunca más fue la misma, con eso te digo todo. Estaba en todos los detalles, salía a caminar, en momentos que andaba paseando los fines de semana andaba con el cuadernito viendo dónde faltaba una lámpara, dónde había que hacer algo. Todos los espacios verdes, playones, son cosas que él se planteó, creo que no se hizo un gimnasio más desde que pasó él. No había escuela que no tuviera gimnasio, no creo que ningún intendente después de él haya superado todo lo que se hizo”.
Con Néstor gobernador, “nuestra idea era construir un espacio para 2007 en la Presidencia” y “la reforma constitucional del ‘94 nos dio el escenario de la dirigencia política nacional. El menemismo nos estaba llevando a un país descerebrado, sin Estado y con muchas privatizaciones, transfiriendo problemas a las provincias como la educación, sin recursos. Todo eso nos hizo muy críticos de Menem”.
Durante la gobernación de Kirchner, Salvini toma una decisión: se va de asesor de Daniel Varizat en el Senado y eso no le gustó a su amigo: “Él se ofende, se me enoja ¿Cómo que te vas? No me habla por siete meses”.
Pero una noche lo hace llamar a su despacho.
– ¿Vas a seguir así?
-¿Así cómo, Néstor?
– Así, sin hacer nada. Tenés que volverte.
– No Néstor, yo a la función no vuelvo.
-Bueno, vamos a armar ese espacio que conversamos, dedicate a eso, ponete en un despacho, dos computadoras y empezamos a hacer contactos por el país.
“A mi juego me llamaron. Nos pusimos las pilas y empezamos a contactar amigos de la época de La Plata, algunos que ya tenían la función de intendente. Ahí conocemos a Alberto Fernández, al flaco (Carlos) Kunkel”.
Cuando la cosa se puso seria, Salvini se encargó de organizar los actos de Néstor en todo el país.
“Ponía la oreja y me quedaba como Dumbo, porque el país estaba dividido y juntábamos peronchos amigos, radicales enojados, todo era para la construcción política, ese era el objetivo estratégico, por eso al principio lo llamamos La Corriente, para que fluya. No era fácil hablar de Néstor, pero yo les decía que Santa Cruz tiene un pensamiento político como cualquier peronista del país, y además estábamos haciendo tan buen gobierno que éramos una unidad básica de 70 mil votos”.
Había que promover al candidato más austral del continente en medio del ‘que se vayan todos’. “Eso hizo que usáramos el factor Crónica, la televisión. Los compañeros siempre te dicen que te van a traer 10 mil personas, entonces, cuando teníamos algún acto, yo iba y prefería que me trajeran mil y quedaran 500 afuera, y a eso lo mostrábamos por Crónica y vendíamos al mejor vaquero del mundo, olvidate”, se rió Pepe.
Cuando se fue Menem, Kirchner era un gobernador opositor, llegó Fernando De la Rúa y tuvo su periodo de gracia, pero fracasó rotundamente.
La plaza, el corralito, los muertos y el helicóptero.
“El peronismo estaba en estado de asamblea y se lo nombra a Duhalde como presidente de la República, pero nosotros nacimos discutiendo el FMI, a eso le agregamos la justicia social, hablábamos de eso en la campaña y además de la represión del Estado, de los desaparecidos, y ese fue nuestro discurso electoral, con esos pilares”.
Lo mostrábamos en Crónica y vendíamos al mejor vaquero
El escenario era de absoluta fragmentación hasta que los gobernadores deciden respaldar a Adolfo Rodríguez Saá para que fuese presidente en la transición. Antes que eso, se lo proponen a Néstor y dice que no porque ya estaba lanzado a ir en las urnas.
“‘Ustedes están locos’, nos decía Cristina, porque éramos él y yo nada más, los que salíamos de aventureros, acá todos se nos reían los amigos. Pero nosotros empezamos a ver que había un agujerito, que a Duhalde se le estaban pinchando los potenciales que tenía, que (Carlos) Reutemann no había aceptado, que ‘El Gallego’ (José Manuel) De La Sota no movía el amperímetro, y eso nos dejó en carrera hasta el momento que se cayeron todas las fichas y quedamos en pole position”.
El mensaje de campaña reivindicando lo que el peronismo había perdido y a una generación que demandaba una reparación de la política, hacía casi inevitable el triunfo en la segunda vuelta electoral.
“Por eso, que Menem no se presentara fue un golpe bajo, porque fue una debilidad extrema a nuestro veintidós y pico por ciento”, se quejó Pepe, marcando que también hubo dos hechos previos a ese que no suelen mencionarse.
Cuando La Alianza huye del Gobierno en medio de los cacerolazos, “tuvimos un almuerzo con Adolfo Rodríguez Saá y se tocó este tema de la posible candidatura, y que el que esté mejor posicionado, juega. Cuando Adolfo llega a la Presidencia en esa situación le ofrece la Jefatura de Gabinete a Néstor, y él dice que no, cuando asume Duhalde también se la ofrece, y Néstor dice que no. Un sector que éramos los pingüinos, decíamos que no porque era como sacarnos de la cancha, y nosotros insistíamos con crear ese espacio en 2003 o para 2007, cosa que Alberto (Fernández) y muchos otros de Buenos Aires le decían que sí, que agarre para hacerse conocido”, recordó.
Veo que te hiciste un regalo de cumpleaños, pagaste la deuda externa
25 de mayo de 2003. Asunción. El sueño que se propone, el abrazo con el pueblo, un corte en la cara y la ilusión de la plaza.
“Entramos a La Rosada, todos mirando para arriba, porque era algo que se había precipitado. Fue un trabajo arduo, de todos los días resolver problemas. A mí me tocó la parte más linda de esa etapa porque el país estaba complicado, había muchas diferencias con la dirigencia política y yo tenía que ir tres o cuatro días antes a arreglar los problemas previo a la visita del presidente. Yo definía si las condiciones estaban para que fuera o no el presidente, y estábamos permanentemente comunicados con (Oscar) Parrili”.
Pepe se había convertido en lo que se denomina como “cabecera de playa” para ordenar todo lo que estaba mal desde lo político en las provincias, “y ver qué se llevaba en la medida de lo posible a las provincias, porque no había mucho”.
Así, “llegamos al 2005 y Néstor ya había entrado en la sociedad, ya era un tipo creíble, tenía una relación de ida y vuelta con la gente y lo más maravilloso que nos pudo pasar es que los jóvenes entraran y vieran la política como una cosa transformadora. Néstor creció mucho, tenía mucha intuición y sentido del tiempo, y estando en la Presidencia se lo notaba más”.
El 25 de febrero de 2005, Pepe saludó a Néstor por su cumpleaños.
-Veo que te hiciste un regalo, pagaste la deuda externa.
-Sí, a Lavagna no le gustó mucho.
“Él había querido que yo fuera a la Privada, le dije que ni loco, que me iba a matar en tres meses. Era muy intenso, yo manejaba otros tiempos no la locura de él. Te llamaba a las siete de la mañana, diez de la noche y te preguntaba qué estabas haciendo, y yo algún momento para mi vida quiero, y con él no se podía”.
Un fin de semana, desde Londres, Kirchner llamó a Pepe al teléfono fijo de la casa de Río Gallegos. Debía organizarle una visita en Posadas.
-Néstor, hay tiempo, vos vas el jueves.
-¿Te das cuenta? yo queriendo recuperar las Malvinas y vos paveando en Río Gallegos.
“Era buen amigo, andábamos en el Citroën del padre, las rodillas dobladas tenía, paseábamos por el pueblo. Cuando no hablaba de política hablaba de deportes, fútbol, hinchas de Racing los dos, imaginate. Una vez fuimos a la cancha, Bossio era arquero de Estudiantes, éramos 4, 5 amigos que estábamos. Faltaban unos minutos para que termine y el chiquito Bossio, que viene al área nuestra a cabecear, córner a favor de Estudiantes. Néstor me codea y me dice ‘fijate qué irresponsable Bossio, deja el arco, ahora de contragolpe le hacemos uno más’. Y Bossio se alzó en el área chica con un cabezazo, el empate uno a uno, y le digo ¿viste qué irresponsable este Bossio? A partir de ahí me dijo que yo era yeta”.
Néstor era un tipo maravilloso… Se lo extraña mucho
Hace diez años, Pepe se levantó minutos antes de las ocho de la mañana. El día estaba templado en Río Gallegos.
“Me acuerdo que salgo a la vereda y en el momento que salgo mi vecino, ‘El Gringo’ Bairon, me ve, sale y me dice ‘¿te enteraste que algo le pasó a Néstor en Calafate?’, y en ese momento me suena el teléfono de un secretario”, contó.
“Qué loco en qué fecha se fue, porque él censó al país. Se hizo mudo, silencio, no hubo censo ese día. Yo no lo había visto días anteriores y no pude charlar, aunque sea un rato. El chico que estuvo con él esa noche, Robertito Sosa, dijo que estaba comiendo chocolate y viendo la tele… su propia dinámica, su actividad hizo que no se cuidara”, lamentó.
Por estos días, Pepe está muy solicitado por los medios de comunicación por su participación en el libro de Jorge ‘El Topo’ Devoto, “El hombre que cambió todo”, donde repasa su vida junto al político santacruceño.
Como dirigente, “creo que Néstor le cambió la vida a todos, y de alguna manera cuando vos caminás el país como en mi caso, no solamente en Santa Cruz, sino en el resto del país, te dicen que está presente, que ese sentimiento de afecto que él transmitía, más allá de la vida política, hace que se haya trasformado en un personaje importante de la vida del país”.
Como amigo y compañero, Pepe no tiene dudas de que “Néstor era un tipo maravilloso, muy, muy afectuoso y con una dinámica de trabajo insostenible. Se lo extraña mucho”.
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