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Desde la Patagonia Argentina hasta el Vaticano, la historia de Cecilia María Sánchez Sorondo trascendió fronteras, impulsando la apertura de su causa de beatificación.
En las ultimas semanas la Iglesia Católica inició el proceso de investigación para la beatificación de la monja carmelita descalza originaria de San Martín de los Andes, Neuquén. Su historia de fe, entrega y una sonrisa imborrable, incluso en los momentos más dolorosos de su vida, la han convertido en un símbolo de esperanza para quienes luchan por su canonización.
Un legado de fe y alegría
Cecilia María Sánchez Sorondo falleció en 2016 a los 43 años a causa de un agresivo cáncer de lengua. Su historia se ha vuelto una fuente de inspiración debido a la manera en que enfrentó la enfermedad con una paz y alegría inquebrantables. Desde joven, demostró una profunda vocación religiosa y dedicación al servicio, lo que la llevó a convertirse en enfermera antes de ingresar a la orden de las Carmelitas Descalzas, donde adoptó el nombre de Cecilia María de la Santa Faz.
Ubicada en el monasterio de Santa Fe, Cecilia ocupó el puesto de tornera, recibiendo a quienes visitaban la capilla del Carmelo con palabras de aliento y una sonrisa que se convertiría en su sello personal. “Siempre estaba dispuesta a ofrecer una sonrisa cálida y un consejo sabio”, recordó Fabiana Guadalupe Retamal de Botta, una de sus amigas.
El proceso de beatificación
El arzobispo de Santa Fe, monseñor Sergio Fenoy, lideró la misa de apertura de la investigación para su beatificación en el convento San José y Santa Teresa. En la ceremonia participaron también el obispo auxiliar de la arquidiócesis, monseñor Matías Vecino; el superior de la Orden de los Carmelitas Descalzos en Argentina, fray Ricardo Prado, y el presbítero Andrés Rodríguez, vocero de la causa.
La beatificación de Cecilia María se basa en el reconocimiento de su santidad a través de su testimonio de vida y posibles milagros atribuidos a su intercesión. De acuerdo con el padre Prado, “Cecilia María se ha hecho famosa por su sonrisa. Ella decía que ‘la alegría es un don del Espíritu Santo, yo nunca me propuse tener alegría’. Esto demuestra que la obra de Dios actúa incluso en secreto”.
Su valentía ante la enfermedad
En 2015, Cecilia comenzó a experimentar llagas dolorosas en la boca que resultaron ser un cáncer agresivo. A pesar de los tratamientos en el Hospital Austral de Pilar, su salud se deterioró rápidamente. Pese a perder el habla, continuó comunicándose por escrito y dejó como última voluntad que su funeral fuera un evento de oración y alegría.
Durante su enfermedad, el Papa Francisco le envió una carta en la que le expresaba su cercanía y oraciones: “Hola Cecilia, yo estoy cerca de ti, sé lo que estás pasando, el momento de cruz, pero se también la paz interior que tenés el ofrecimiento que hacés por la Iglesia. Que sea lo que el Señor quiera, que lo que Él quiera es lo mejor siempre, ¿no? Entonces cada día está en la Voluntad de Dios. Te acompaño con mi oración y mi bendición. Y vos rezá un poquito por mí, un poquitito. Te quiero mucho”.
En sus últimas horas de vida, aunque ya no podía hablar debido al tumor en su lengua, no tuvo problemas para comunicarse. Aún podía escribir, y dejó varias cartas en las que relataba su situación. Ya hacia mayo de 2016, compartió sus pensamientos sobre su despedida: “Estaba pensando cómo quería que fuera mi funeral. Primero un poco de oración intensa, y luego una gran fiesta para todos. No se olviden de rezar, pero tampoco de celebrar”.
Falleció el 23 de junio de 2016 rodeada de sus seres queridos y hermanas religiosas. Su cuerpo fue velado en la capilla del hospital, donde muchos notaron que su rostro conservaba una sonrisa serena, convirtiéndose en un testimonio vivo de su fe.
Próximos pasos en su camino a la santidad
Hoy, casi diez años después de su muerte, hay quienes aseguran que su don para transmitir felicidad mejoró la vida de muchas personas. Sin embargo, este no es suficiente motivo para su santificación.
Para su beatificación, el Vaticano deberá comprobar un milagro atribuido a su intercesión. En caso de ser reconocida como beata, un segundo milagro permitiría su canonización y la declaración oficial de su santidad.
Mientras avanza este proceso, la historia de Cecilia María sigue tocando corazones y renovando la fe de quienes buscan en su ejemplo una guía espiritual. Su testimonio de amor, alegría y entrega incondicional a Dios podría convertirla en la primera santa patagónica de la historia.
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