Colón de Santa Fe salió esta noche campeón por primera vez en su historia, al vencer en la final de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol a Racing Club por 3 a 0, en el estadio San Juan del Bicentenario.
Mirá los festejos de los hinchas de Colón en Río Gallegos, a 2.700 kilómetros de Santa Fe
Rodrigo Aliendro, Cristian Bernardi y Alexis Castro, todos en el segundo tiempo, anotaron los goles del “Sabalero”.
Racing venía de dejar una imagen un tanto austera en el triunfo ante Boca. Al inicio del partido sacó del medio, Mauricio Martínez tomó la pelota y metió un pelotazo largo que se fue por la línea de fondo. No era un comienzo prometedor de lo que sería una pesadilla para la Academia.
Colón logró hacerse de la tenencia de la pelota a partir de la superpoblación de futbolistas en mitad de la cancha. El técnico Eduardo Domínguez optó por el ingreso del volante Cristian Ferreira (a préstamo desde River) para reemplazar al prometedor juvenil Facundo Farías (positivo de coronavirus) en lugar del atacante colombiano Wilson Morelo. Toda una definición de lo que pretendía hacer el Sabalero, con un 4-5-1.
Por el contrario, al 4-3-3 de Racing le sobraban delanteros y le faltaba la pelota. La salida de Racing pasaba por Martínez, quien se retrasaba para recibir de sus defensores. Pero, con la cancha de frente, al alto volante central se le acotaban las opciones de pase: tanto Miranda como Piatti se perdían entre el medio rival.
En consecuencia, la triple “c” de ataque –Cvitanich, Copetti y Chancalay– quedaba a distancia de un pelotazo. Así, Martínez optaba reiteradamente por sacar el pase largo y todo resultaba en ganancia de pescadores, en este caso sabaleros.
Poco peligro
A pesar de que jugaba mejor, a Colón le faltó profundidad en la primera parte. Además, su único punta por naturaleza, el Pulga Rodríguez, se movía por la izquierda del ataque cuando su equipo elegía la derecha, con Castro y Ferreira complicándole la historia a Piatti y Orban. La más clara de los santafesinos fue una incursión de Bernardi dentro del área, que terminó con un remate esforzado desde el piso para bienestar de Gómez, el reemplazante de Arias (con la Selección de Chile).
De contraataque llegó la mejor de Racing de la primera parte (y del partido). Córner mal tirado de Colón y Chancalay que se sacó a uno de encima y habilitó la llegada de Piatti dentro del área, en óptima posición para un remate al arco. Pero el talentoso mediocampista apostó por un enganche de taco que Piovi le adivinó. El defensor le arrebató la pelota y lo dejó en ridículo.
Toda de Aliendro
Pizzi tomó nota de lo sucedido en el primer tiempo y mandó a la cancha a Moreno en lugar de Cvitanich para balancear a los suyos. Pero con Copetti más de centrodelantero para molestar a los defensores rivales, Racing perdió presencia por el sector izquierdo. Así, a los 58, Mura, quien había subido poquito y nada hasta el momento, se mandó al ataque y sacó un centro que encontró a Aliendro solo frente a Gómez para conectar de primera y poner el 1-0.
Fue vital en la jugada el desorden generado por la salida de Sigali tras un buen corte. El “Oso” entregó mal y quedó siempre por delante de la línea de fondo. Su relevo fue Martínez, pero el volante no tomó nota de la avivada de Aliendro, quien justamente recuperó, descargó y fue a ocupar el espacio de Sigali para recibir solito y mojar.
El segundo gol de Colón fue Bernardi
Con el 0-1, Pizzi volvió a meter mano en el banco e hizo doble modificación. Pero la carta de gol estaba en el banco de Colón. Domínguez tuvo que sacar al Pulga por lesión y en su lugar ingresó Leguizamón, quien minutos después recuperó tras una atolondrada maniobra de Chancalay y dio origen al 2-0. Cedió con Bernardi, que juntó marcas por izquierda y se la devolvió para ir en busca de la pared. Una vez frente a Gómez, Benardi la picó y sentenció la historia con un golazo.
Castro cerró el resultado con el tercer gol para Colón
Con casi un calco de la jugada del primer festejo sabalero, llegó el tercero. Desborde y centro por derecha, rebote que quedó en los pies de Castro y el zurdo que, a pura paciencia, dejó pasar a uno y definió al palo más lejano del arquero. Broche de oro para la gran noche sabalera.
El Litoral conmovido por un antiguo grito: ¡Colón viejo nomás!
Esta noche de junio ya está grabada a fuego en la memoria de miles y miles de hinchas de Colón, el viejo club del pueblo de Santa Fe, que desde el corazón del Litoral se ve por estas horas conmovida por el más grande estallido de felicidad popular que se recuerde gracias a la consagración como mejor equipo del fútbol grande de la Argentina al golear en la final de la Copa de la Liga Profesional a Racing por 3 a 0.
El director técnico Eduardo Domínguez, los goleadores Rodrigo Aliendro, Christian Bernardi y Alexis Castro, y cada uno de los jugadores que defendieron su camiseta en estos 16 partidos no podrán dimensionar en mucho tiempo el amor incondicional que los va a acompañar de ahora en más.
Es la noche que será recordada porque no tiene sueño, porque vivirla fue la ilusión de siempre en las barriadas populares y en el centro, en los pueblos del norte de la provincia y del otro lado del río Paraná, la noche en que todos los sufrimientos quedaron a un costado, la del estallido inolvidable de la raza santafesina.
También es la noche de los nervios destrozados de los gurises y de los hombres y de las mujeres, y de las almas que ya no están: esos viejos cronistas, abuelos y padres, que esparcieron una religión a fuerza de contar proezas futboleras con los ojos nublados, de regalarles a los nuevos la camiseta sangre de la pasión de su gente y negra del sufrimiento de su clase.
Porque Colón es, también, el pan de los pobres, la cumbia de los suburbios, la dulzura del primer amor y la desolación de la ausencia, la sonrisa de la vieja, uno de los ladrillos con que se construye la vida.
Imposible saber cuántos de esos sabaleros que ahora no pueden dormir tuvieron en su casa un poster de Hugo Villarruel o de Cococho Álvarez, cuántos pegaron en sus cuadernos escolares una foto recortada del diario de la Chiva Di Meola, cuántos alentaron desde los viejos tablones y cuántos adoraron, pisando cemento, al Loco González o al Pampa Gambier.
Todos ellos saben que el estadio de avenida Juan José Paso es además el Cementerio de los Elefantes porque en el 64 llegó el Santos de Pelé, entonces rey del fútbol, y Colón lo derrotó con goles de Motoneta López y Demetrio Gómez, héroes humildes de una época mítica, que supo de triunfos sobre la selección argentina que venía de ganar la Copa de las Naciones en Brasil, ese mismo año, y sobre el Peñarol uruguayo campeón del mundo, en el 67.
Y en la noche inmortal tampoco falta el coleccionista de hitos, que reitera que fue el Negro el que trajo la Primera División a Santa Fe al ganar el campeonato de la B en 1965, la disputa de copas internacionales con la base del subcampeón del Clausura ‘97, el de Saralegui, Ibarra y Cristian Castillo, y la primera estrella de un título de campeón.
La época moderna, signada por la conducción del inaudito José Vignatti, incluyó las más grandes alegrías, pero también un par de áridas frustraciones que, sin embargo, son bien recordadas por una pasión dolida y desbordante.
Cuando 30 mil sabaleros retornaron desde Córdoba envueltos en lágrimas tras perder la final por el ascenso ante Banfield, en 1993, y cuando a finales de 2019, en éxodo inigualado, fueron 40 mil los que regresaron desconsolados desde Asunción, luego de la adversa definición de la Sudamericana ante Independiente del Valle de Ecuador.
Y es que en la noche esperada, en recuento desordenado, la historia les cayó encima: la del club que nació en un campito, a pasos del puerto, un 5 de mayo de 1905, sin que los muchachos que lo fundaron siquiera imaginaran que la gloria abrazaría a los fieles que continuaron el legado, con los ojos y los oídos en la lejana San Juan, 116 años después.
Y no faltó el corazón peronista que evocó la imagen de la Abanderada de los Humildes, que en una tarde de 1947 dio el puntapié inicial a un clásico contra los primos de Unión, y cuyo nombre es el legítimo de la casa de Colón, clavado como cuña en el barrio Centenario: Estadio Eva Perón debería llamarse todavía, pues fue la dictadura de 1955 la que borró esa denominación, que con los años dio lugar al actual Brigadier General Estanislao López.
Y el recuerdo trajo a los hinchas célebres de verdad, como el Negro Carlos Monzón, para muchos el mejor peso mediano de la historia, y don Horacio Guarany, el artista popular que recuperó en su Carta a Santa Fe el más antiguo clamor sabalero: “Mientras que desde el Puente Colgante, se fuma el último Colmena un palanquero, que hoy no tiene ni un sábalo en el bolsillo para ir a gritar, él también, ¡Colón viejo nomás!
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