“Primero se sembraban dudas sobre la vacuna, que no estaba aprobada, que era envenenamiento masivo, después que no llegaban. Después que la vacunación no se iba a completar porque faltaban los segundos componentes para poder avanzar y ahora una obsesión, hoy nos despertamos con una obsesión sobre un laboratorio (Pfizer). Parecen más visitadores médicos que dirigentes políticos”.

 

Santiago Cafiero hizo esta descripción dura del lugar que tomó gran parte de la oposición en plena pandemia. El jefe de Gabinete se los dijo de frente a los diputados en su última visita al Congreso. Los legisladores opositores dijeron sentirse agraviados y hasta perseguidos por estas palabras.

 

Pero lo que hizo Cafiero fue sacarles las caretas. Dejar al descubierto la estrategia de ciertos opositores agrupados en Juntos por el Cambio que tomaron el tema vacunas como una bandera en la lucha electoral, que llegó al extremo de presentar una denuncia ante Naciones Unidas, motorizada por la “bolsonarista” Patricia Bullrich, por cómo el gobierno argentino manejó las negociaciones con los laboratorios extranjeros.

 

 

Ocurre que con la llegada constante de vacunas y el comienzo de la fabricación de dosis en el país se le cae un argumento central de su campaña con vista a las elecciones parlamentarias de noviembre. Y con su reacción quedaron desenmascarados.

 

 

Se caen las máscaras y se ve el verdadero rostro de una oposición a la que no les importa la salud sino aprovechar la pandemia para sacar una ventaja electoral.

 

 

Y, sin caretas, muestran sus peores caras.

 

Lilita Carrió que denunció penalmente al Gobierno por “envenenamiento” por aplicar la Sputnik V, ahora –y con la ayuda de periodistas amigos- explica que nunca dijo lo que dijo sino que su oposición no es a la vacuna sino a la política interna de Vladimir Putin en Rusia.

 

 

Patricia Bullrich denuncia públicamente el pedido de “retornos” al laboratorio Pfizer para que nos vendieran sus vacunas. Y después de la desmentida oficial de la propia multinacional, se escuda en que el solo hecho de que no llegaran las dosis demuestra corrupción.

 

 

Otra incongruencia: Juntos por el Cambio denuncia y rechaza la confidencialidad en los contratos del gobierno nacional de compra de vacunas, pero lo acepta y vota para el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta.

 

 

La norma votada en la Legislatura porteña autoriza a incluir cláusulas o acuerdos de confidencialidad en los contratos, así como “prescripciones que establezcan condiciones de indemnidad patrimonial respecto de indemnizaciones y otras reclamaciones pecuniarias relacionadas con y en favor de quienes participen en la investigación, desarrollo, fabricación, provisión y suministro de las vacunas”.

 

También permite la inclusión de cláusulas que establezcan tribunales arbitrales y judiciales con sede en el extranjero y la aceptación de la ley extranjera aplicable.

 

 

Una joyita.

 

 

Las maniobras opositoras quedan al descubierto en este momento en que, después de algunas semanas en que se trabaron las llegadas de vacunas, ahora el presente y el futuro cercano son muy favorables.

 

Los datos, cuando la Argentina cuenta ya con unos 20 millones de dosis y se ha acelerado el ritmo de vacunación llegando a las 300 mil diarias, son contundentes.

 

No solo se ha regularizado el envío desde Moscú de las Sputnik V, sino que este mes comenzarán a terminar de fabricarse en el país y se calcula que el laboratorio local pondrá a disposición unas 500 mil dosis por semana.

 

También se acelera el ritmo de llegada de las vacunas de AstraZeneca desde México y Estados Unidos. La Argentina ya tiene asegurada 22 millones de dosis de esta marca.

 

 

La ministra de Salud, Carla Vizzotti, anunció que el Gobierno nacional se encuentra “trabajando en un nuevo contrato con Sinopharm” para recibir entre junio y julio seis millones de dosis de vacunas producidas por ese laboratorio chino.

 

El presidente norteamericano Joe Biden dio vía libre para repartir millones de dosis en países de Latinoamérica, entre ellos a la Argentina. Una aclaración: aquí no repartirán ni Pfizer ni Moderna, porque el país aún está en negociación con estos laboratorios. Sí enviarán las AstraZeneca que Estados Unidos tiene en su poder, cuando su ente regulador les dé el visto bueno.

 

 

Además del Ejecutivo nacional, el gobierno de Axel Kicillof firmó un acuerdo para comprar 10 millones de dosis de vacunas Covaxin de un laboratorio de la India. La provincia de Buenos Aires llegó a un acuerdo con la compañía Bharat Biotech, extensible a 5 millones más. Los inoculantes, dijo el gobernador, podrían ser distribuidos a otras provincias de la Argentina si es necesario.

 

 

 

 

Aunque la situación epidemiológica aún es crítica, hay esperanzas por el ritmo que tomó la campaña de vacunación a partir de la llegada continua de cargamentos de vacunas, con los que se espera alcanzar a los 30 millones de personas vacunadas – al menos con una dosis- para fines de julio.

 

No se está lejos de cumplir el objetivo de alcanzar a los 15 millones de argentinos que integran los grupos de riesgo. Según los datos del Ministerio de Salud de la Nación, el 82,5% de las personas mayores de 60 años recibió al menos una dosis de la vacuna contra el Covid.

 

La campaña de vacunación volvió a superar el viernes el récord de aplicaciones diarias, con 356.454 inoculaciones en todo el país, y en la última semana fueron inmunizadas casi 2 millones de personas.

 

 

 

Y por si esto no alcanzara para poner nerviosos a los opositores que disfrutaban de la falta de vacunas, este lunes llegará a la Argentina la sustancia activa de la vacuna Sputnik V para que, por primera vez, el país participe en el proceso de producción de la vacuna rusa.

 

 

Así lo anunciaron este viernes de manera conjunta los presidentes de la Argentina y de la Federación Rusa. Si el proceso funciona como se prevé, antes de fin de junio estarían disponibles 500.000 dosis 1 y 500.000 dosis 2. Y la idea es que se puedan producir 500.000 dosis semanales a corto plazo.

 

 

Al final del proyecto y con la construcción de la nueva planta de Richmond, el país debería estar en condiciones de producir casi la totalidad de la vacuna y además estaría en condiciones de exportar a otros países. Esto es pensando que el Covid llegó para quedarse en el mundo y todos nos tendremos que vacunar regularmente, como se hace con la gripe.

 

La decisión de Alberto Fernández es impulsar este proyecto y también otros, como el de la terminación en la Argentina de la vacuna china Sinopharm; los estudios de fase 3 de Cansino –también de origen chino- y, en especial, el surgimiento de una vacuna argentina, como la que están desarrollando el Conicet y la Universidad de San Martín.

 

 

La llegada de vacunas no solamente salvará vidas. También pondrá en evidencia a algunos canallas políticos y mediáticos. Será, entonces, una vacuna contra las caretas.

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