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En el corazón gélido de la Patagonia, donde el viento golpea las tribunas y el pasto resiste las heladas, cada salida a la cancha es una prueba de amor por el fútbol. Ahí se forjan talentos que, sin las mayores vidrieras del país, aprenden a luchar por un sueño: verlo brillar en una camiseta de los grandes del país. Este Día del Futbolista, La Opinión Austral recorre las trayectorias de siete jóvenes, que desafiaron distancias y climatologías adversas para instalarse en River Plate, Racing Club, Huracán, San Lorenzo y otros destinos de élite. Sus relatos, comparten un denominador común: el esfuerzo diario, el compromiso con sus raíces y la convicción de que, en el fútbol, nadie regala nada.

De Ferro al Monumental: Leo Luna, el motor del mediocampo millonario

A 2.600 kilómetros de Núñez, en el corazón de Río Gallegos, late una historia de esfuerzo y perseverancia que hoy resuena en la Séptima División de River Plate. Leonardo Luna, volante categoría 2009 surgido de Ferro YCF, deja en claro que nunca olvida sus orígenes patagónicos. “Cada partido me acompaña el pensamiento de saber de dónde vengo, de todo lo que me costó llegar hasta donde estoy. Por mi familia y mis amigos, que están lejos, dejo siempre la vida en la cancha”.

Leonardo Luna, River Plate.

Con apenas quince años, Leo afronta la presión de ser el eje del mediocampo con una madurez poco común. “Me siento tranquilo, con responsabilidad. El rol de ser opción de pase me gusta; todo se logra entrenando y con la experiencia de cada encuentro”. En cada sprint, en cada cambio de orientación, se advierte el equilibrio de un jugador que combina temperamento y lectura de juego, cualidades que ya despertaron elogios en el cuerpo técnico millonario.

El precio del sueño, sin embargo, fue dejar la vida cómoda de un barrio patagónico para instalarse en la vorágine porteña con apenas once años. “Lo más duro fue extrañar a mi familia y mis amigos. Con el tiempo entendí que ese sacrificio me ayuda a seguir firme: dejar todo en cada entrenamiento es la forma de agradecerles”. Esa convicción se fortalece cada vez que su teléfono sonaba con un mensaje del sur: “Mi papá y mi mamá son mis pilares. Saber que me siguen partidos y me respaldan me da mucha felicidad”.

Pensando en la próxima generación de futbolistas del sur, Leo envía un mensaje claro: “Hay que esforzarse mucho, hacer todo con ganas y apoyarse en la familia y los amigos. Siempre amé el fútbol y hoy estoy decidido a cumplir mi sueño. Si un chico me pregunta qué se necesita para llegar a River, le digo: ‘amor por esto, disciplina y nunca olvidarse de dónde vino’”. Así, Leo construye su presente millonario sin renegar de sus raíces sureras, demostrando que el talento florece con memoria y trabajo.

Jairo Ebel: la promesa chaqueña que brilla en Racing

Desde las divisiones inferiores del Boxing de Río Gallegos hasta el prestigioso predio Tita Mattiusi de Racing Club, el defensor chaqueño Jairo Ebel recorrió un camino de perseverancia y sacrificio que hoy lo ubica en uno de los clubes más importantes del país. Instalado en Buenos Aires, Jairo habló con La Opinión Austral sobre su adaptación, los desafíos enfrentados y un encuentro inolvidable que lo marcó profundamente.

Jairo Ebel, Racing Club.

La etapa previa en Río Gallegos no fue sencilla para el joven defensor, quien tuvo que afrontar seis meses alejado de su familia, en un entorno completamente nuevo y desafiante. “Valoro muchísimo el esfuerzo que hice durante todo ese tiempo allá. Fue difícil estar lejos de mi familia, pasé casi medio año sin verlos y eso me marcó mucho. Pero aprendí que todo tiene su recompensa, porque gracias a ese sacrificio hoy estoy en Racing,” explicó.

El salto desde el Boxing hacia Racing significó también adaptarse rápidamente a otro estilo de vida. Lo que más me costó cuando llegué a Buenos Aires fue adaptarme a los horarios, al ritmo de entrenamiento y también a la alimentación. Era totalmente distinto a lo que conocía, pero por suerte me adapté muy rápido. Me entusiasmaba mucho entrenar en Racing, un equipo grande que pelea arriba. Eso me pone muy feliz y me da ganas de seguir mejorando día a día,” destacó.

Jairo sabe que su recorrido puede inspirar a otros jóvenes que sueñan con jugar al fútbol profesionalmente. Por eso, tiene un mensaje claro para quienes hoy sienten que alcanzar las grandes ligas está demasiado lejos: Les diría que nunca bajen los brazos. Si se bajonean porque las cosas no les salen bien, deben seguir intentando siempre. Yo también pasé por esos momentos, pero seguí luchando. Gracias a esa insistencia y perseverancia hoy estoy en Racing. El esfuerzo vale la pena, aunque parezca muy difícil, nunca hay que rendirse,” concluyó.

Viento patagónico en Parque Patricios: Ramiro Pérez, la joya albiverde del Globo

Para Ramiro Pérez, el debut en Huracán ante Morón fue la consagración de meses de disciplina patagónica. “Llegar a Parque Patricios significó demostrar que el trabajo duro en Río Gallegos te prepara para cualquier desafío”, explica. Los entrenamientos en el sur fueron “a full”, recuerda, con charlas motivacionales que forjaron su carácter.

Ramiro Pérez, Huracán.

Llegar como juvenil albiverde le impuso responsabilidad desde el primer día. “La constancia aprendida en el Boxing me permitió sentirme preparado: futbolísticamente, sabía que estaba a la altura, y mentalmente sentí mucho orgullo”.

Pero la adaptación no fue sólo futbolística: “Aprendí a vivir lejos de casa, a gestionar mis emociones y a valorar cada oportunidad”. Su anhelo: “Quiero consolidarme en Primera, devolver a mi familia el apoyo incondicional y ser espejo para futuros talentos de mi pueblo”.

Del arco santacruceño al sueño cuervo: Lautaro Werle, un ‘Oso’ bajo los palos de Boedo

Desde las canchas de Puerto San Julián hasta los entrenamientos en la primera división del Boxing Club en Río Gallegos, el camino de Lautaro Werle hacia las inferiores de San Lorenzo ha sido intenso, lleno de desafíos y sacrificios. Ahora, instalado en el club de Boedo, el arquero categoría 2008 habló con La Opinión Austral sobre esta nueva etapa de su vida.

Lautaro Werle, San Lorenzo.

“Pasé de estar atajando en San Julián a entrenar con la primera de Boxing, y ahora ser parte de San Lorenzo es un orgullo grande. Fue bastante sacrificio. Mi sueño empezó a hacerse realidad, ahora tengo que mantenerme, seguir con la disciplina y no conformarme nunca,” destacó Lautaro, consciente del esfuerzo que lo llevó hasta Buenos Aires.

La etapa en la pensión del Boxing fue clave en su crecimiento. Allí aprendió la importancia de independizarse y la exigencia que implica perseguir el sueño del fútbol. Estar en la pensión del Boxing me marcó mucho en lo futbolístico y en lo personal. Aprendí a soltarme, a dejar cosas importantes como los amigos y la familia por este sueño,” contó el arquero.

Su puesto implica una responsabilidad especial. El joven sanjulianense tiene claro qué significa estar bajo los tres palos: “El arquero tiene muchas responsabilidades y debe ser el primero en responder ante el equipo. Si cometo un error tengo que levantar al grupo inmediatamente, porque si el arquero pierde la cabeza el equipo desconfía. Es un puesto difícil pero también muy lindo“.

Para Lautaro, el respaldo familiar y el del Boxing fueron fundamentales en momentos difíciles. “Mi familia siempre estuvo presente. Además, tuve la suerte de que el presidente del Boxing me acompañó, me dio consejos y confianza. Eso fue muy importante,” valoró.

De compañeros en Boca RG a rivales en AFA: Julián y Nazareno, sueños cruzados en Sarandí y Boedo

Las historias de Nazareno Cárcamo y Julián Muñoz reflejan claramente que los caminos hacia el fútbol profesional pueden ser muy diferentes, pero el objetivo siempre es el mismo: cumplir el sueño de jugar en la elite del fútbol argentino. Ambos, surgidos de Río Gallegos, coincidieron en sus inicios en Boca RG, siguieron formándose juntos en Talleres RG, y más tarde tomaron rumbos diferentes que hoy los encuentra en dos grandes clubes de Buenos Aires: San Lorenzo y Arsenal de Sarandí.

Nazareno recordó con emoción sus primeros días en el “Ciclón”: “Lo que más me sorprendió al llegar al club fue el cambio total de vida, vivir en una pensión, llegar al club y que te den la ropa doblada. Vos sólo tenés que llevar tus botines y un bolso para dejar tu ropa. Pero el cambio más grande es que ningún jugador que está acá piensa en otra cosa que no sea jugar y cumplir el sueño de llegar a Primera”, contó sobre esos primeros impactos que dejó su arribo al club azulgrana.

Nazareno Carcamo, San Lorenzo de Almagro.

Julián, por su parte, remarcó también la gran diferencia entre Río Gallegos y sus primeras experiencias en Buenos Aires: “Este ya es mi tercer año en Buenos Aires. Lo que más me sorprendió cuando pasé del Boxing a Arsenal, fueron las instalaciones, los entrenamientos, la exigencia que te dan. Llegás al club y tenés todo preparado. Te hace sentir profesional desde el primer día”, explicó el joven, destacando la importancia de sentirse valorado y contenido.

Sin embargo, ambos admitieron que la adaptación no fue sencilla. Nazareno habló especialmente de los cambios físicos y el clima como los desafíos más duros: “Lo que más me costó fue el cambio físico. La temperatura hace que al principio cueste más correr, aguantás menos tiempo en cancha. Por suerte, lo que más me ayudó fue el compañerismo que hay en San Lorenzo. Además, cada mensaje que recibo de mi familia y amigos desde Gallegos es clave para seguir firme”, explicó.

En esa línea, Julián coincidió sobre las dificultades iniciales y añadió cómo influyó el respaldo familiar en su proceso de adaptación: “Al principio me costó mucho adaptarme al clima, lo físico y al ritmo. Lo que más me ayudó fue que mi familia se viniera a vivir conmigo. Tenerlos cerca, su apoyo diario, que estuvieran en cada partido alentando y aconsejándome fue fundamental”, señaló Julián.

Julián Muñoz, Arsenal de Sarandi.

Finalmente, consultados por el mensaje que quisieran dar a otros chicos de Río Gallegos que sueñan con seguir sus pasos, Nazareno fue claro: “Sé que en Gallegos hay muchos chicos con ganas de estar acá, en las inferiores de un club grande. Por más lejos que parezca, si tenés tu cabeza metida en ser futbolista, siempre habrá posibilidades. Mi consejo es que no se desenfoquen nunca del objetivo”.

Julián sumó su mensaje enérgico, lleno de realismo y pasión: “Les diría a los chicos que se maten entrenando, que se lo propongan en serio si quieren vivir de esto. Es duro dejar a la familia, amigos, a la novia, a la abuela. Pero después, cuando llegás, podés devolverles todo lo que hicieron por vos. Vale la pena cada esfuerzo que hacés por este sueño,” cerró Muñoz, convencido y feliz por estar cada vez más cerca de cumplir su meta de llegar a Primera.

Con el Boxing en el corazón: Roli Verón, arquero patagónico en el Bajo Belgrano

La historia de Roli Verón en Buenos Aires refleja una mezcla de madurez, confianza y una determinación pocas veces vista en un futbolista tan joven. Surgido del semillero del Boxing Club, Roli dejó la capital santacruceña para sumarse a las inferiores de Excursionistas, un club con rica historia y tradición en el fútbol porteño, que hoy lo tiene defendiendo el arco de la cuarta división.

Rolando Verón, arquero en Excursionistas.

A pesar del cambio profundo que implicó pasar del fútbol patagónico a las exigencias de Buenos Aires, la adaptación no representó un obstáculo para él. “De mi parte soy de adaptarme bastante rápido a los nuevos ambientes, así que no me costó mucho acomodarme. Quizás la mayor dificultad fue acostumbrarme al estilo y ritmo de juego acá. Se juega muy rápido, tenés que resolver situaciones en segundos. Eso fue lo más complicado al inicio, pero ahora estoy más cómodo, especialmente porque tengo la oportunidad de ser arquero en la cuarta división,” contó.

Pero más allá del talento técnico y la fortaleza mental, Verón entiende que gran parte del éxito pasa por lo emocional y el entorno que acompaña su carrera. “Yo me preparo mentalmente siempre recordando por qué estoy acá y para qué entreno toda la semana. Tengo siempre presente el esfuerzo de mi familia y de la gente que me acompaña cada día. Cuando me despierto temprano para entrenar o cuando estoy cansado, pienso en ellos y eso me impulsa para seguir adelante con más fuerza aún,” confesó.

La etapa en Río Gallegos, especialmente su paso por Boxing, dejó en Roli una huella imborrable, no sólo en lo futbolístico sino también en lo humano. “Para mí Boxing es todo. Fue la escuela que me enseñó todo lo que soy hoy y que me preparó para estar acá. Allá aprendí el valor del esfuerzo, de entrenar con constancia todos los días. Tengo recuerdos muy lindos de mis primeros torneos, de mis compañeros y de esas charlas con los técnicos que te marcan para siempre,” destacó con gratitud.

Finalmente, sobre el futuro, Roli no dudó en compartir su sueño más grande y lo que lo impulsa día a día a entrenarse con dedicación: “Mi sueño es jugar en Primera y poder cumplir ese objetivo que tenemos todos los chicos que estamos en inferiores. Siempre me repito el esfuerzo que hizo mi familia para que yo esté acá. Pero además, pienso en que detrás de mí hay muchos chicos que quisieran tener la oportunidad que yo tengo ahora. Eso me da mucha fuerza para concentrarme y entrenar siempre al cien por ciento, porque no sólo lo hago por mí, sino también por toda esa gente que sueña con llegar adonde estoy yo hoy.”

En todas estas historias, el denominador común ha sido la pasión, la entrega y el amor por la camiseta que late lejos de la capital. Desde Río Gallegos hasta Núñez, Boedo o Racing, cada uno de estos jóvenes demostró que el talento florece con esfuerzo y convicción, y que el respaldo de la familia y el club de origen son el mejor motor para alcanzar sueños. Sus caminos distintos confluyen en una misma lección: con disciplina, humildad y constancia, los futbolistas del sur pueden brillar en los grandes escenarios del fútbol argentino. Que estas historias inspiren a las nuevas generaciones a perseguir su propio camino, sabiendo siempre de dónde vienen y a dónde quieren llegar.

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